1° parte: Este es 'Ramiro': De
sus inicios en la lucha
contra la dictadura a la jefatura militar del FPMR
Manuel Salazar Salvo
Desde el Club de
Fútbol Orompello en Valparaíso, cuna de varios frentistas, Mauricio Hernández
Norambuena fue ascendiendo en la estructura del FPMR hasta reemplazar en la
jefatura operativa a Aurelio, Roberto Nordenflicht, quien cayó en un
enfrentamiento en 1989. La historia del
Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) se debe dividir en dos grandes
partes. La primera se extiende entre diciembre de 1983 y aproximadamente junio
de 1987; la segunda, comprende desde esa fecha hasta los primeros años de la década
del 2000. A eso habría que
agregar una especie de prehistoria que se inicia cuando el Partido Comunista,
en 1977, decidió asumir todas las formas de lucha y encausar a la mayoría de
los militantes de la Juventud y del Partido hacia la rebelión armada,
incluyendo el ingreso de cientos de muchachos a escuelas militares en Cuba y en
diversos países con socialismos reales en Europa.
En la primera etapa
del FPMR, todas las acciones emprendidas obedecieron a las directrices del
Partido Comunista (PC). La unidad es férrea, la disciplina es vertical y la
logística funciona de manera casi perfecta. A mediados de 1987, por diversas
razones, que no son del caso revisar en este artículo, el Frente se quebró.
Muchos de sus integrantes permanecieron en el PC, pero otro importante sector
decidió independizarse y surgió el FPMR-Autónomo, que optó por seguir por el
camino de las armas y la búsqueda de una rebelión armada para terminar con la
dictadura cívico militar e imponer un régimen socialista y popular.
En el mismo mes de
junio de 1987, la Central Nacional de Informaciones (CNI), el organismo
represor del general Augusto Pinochet, emprendió la denominada Operación
Albania, una acción de exterminio mediante la cual asesina a 16 miembros
-hombres y mujeres- del FPMR. Al año siguiente, en agosto de 1988, el
FPMR-Autónomo secuestró al coronel Carlos Carreño, director de la Fábrica y
Maestranza del Ejército (Famae) al que mantuvo en un refugio secreto mientras
exigió un subido rescate por su liberación. La CNI replicó deteniendo
a otros cinco frentistas que fueron torturados, asesinados y lanzados al mar.
El coronel Carreño finalmente fue liberado en Brasil, luego de ser sacado
subrepticiamente de Chile. El FPMR, liderado por
el comandante José Miguel -el ingeniero Raúl Pellegrín- inició entonces una
nueva fase de su lucha, la llamada Guerra Patriótica Nacional, que se puso en
marcha en octubre de 1988 con el copamiento de varios poblados en diversas
regiones del norte, centro y sur del país.
En uno de ellos, en
la localidad de Los Queñes, en la Región del Maule, asesinaron a un carabinero
y debieron huir por los faldeos cordilleranos, acosados por fuerzas militares y
policiales. Allí fueron detenidos, torturados y asesinados el comandante José
Miguel y la comandante Tamara, Cecilia Maggi Camino, quien era su pareja y
había participado en la organización del atentado contra Pinochet, en
septiembre de 1986, en el cajón del Maipo.
La dirección del
Frente la asumió un cuerpo colegiado de comandantes, encabezado por Salvador,
Galvarino Apablaza Guerra, un oficial formado, al igual que José Miguel, en las
fuerzas armadas cubanas.
Una de las tareas
inmediatas que emprendieron los comandantes fue la puesta en marcha de la
campaña No a la Impunidad, inscrita en la política de Lucha Patriótica por la
Dignidad Nacional. Su propósito: ajusticiar a figuras militares y civiles de la
dictadura, que aparecieran comprometidas en violaciones a los derechos humanos. Así, el 9 de junio de
1989, un comando de la Fuerza Especial del Frente, acribilló a Roberto Fuentes
Morrison, alias el Wally, comandante de escuadrilla de la Fuerza Aérea de Chile
y uno de los jefes del Comando Conjunto, aparato represor que funcionó entre
1975 y 1977, exterminando a numerosos dirigentes de la Juventudes Comunistas.
El Wally fue emboscado cuando abandonaba su domicilio en Villa Frei, en la
comuna de Ñuñoa. En esos mismos días,
los comandantes Eduardo, Bernardo y su pareja, la comandante Mariela Vargas,
también conocida como Cecilia, se hicieron cargo de las labores de vocería del
FPMR, en un período en que la existencia de Salvador no era conocida por la
opinión pública y por la mayoría de los rodriguistas autónomos.
Al mes siguiente, el
20 de agosto de 1989, el Frente realizó un ataque contra el Aeródromo de
Tobalaba, dañando uno de los helicópteros que utilizaba Pinochet. En la
ocasión, cayeron acribillados el teniente de Ejército Roberto Zegers Reed y el
jefe de operaciones del FPMR, el comandante Aurelio, Roberto Nordenflicht,
hijastro del líder comunista y poeta, Volodia Teitelboim, y descendiente de la
familia de la peruana María Constanza de Nordenflycht, mujer de Diego Portales.
La decisión de
realizar la acción en contra del Comando de Aviación del Ejército fue adoptada
mientras Salvador se encontraba fuera del país, en Nicaragua, y corrió por
cuenta del comandante Bernardo, quien subrogaba la jefatura principal. Este
hombre era uno de los cuadros comunistas que se formaron inicialmente en el
Trabajo Militar de Masas (TMM) del PC y, luego, se incorporaron al Frente en
1984, a partir de la constitución de las Fuerzas Operativas Territoriales, que
permitieron el encuentro de los oficiales, que recibieron entrenamiento militar
en el exterior, en los años 70, con los que aprendieron el uso de las armas en
Chile.
El ascenso de Ramiro: Con la muerte de
Nordenflicht, antes de dos años el Frente perdió otro de sus cuadros clave.
Aurelio era jefe de las Unidades de Fuerzas Especiales del FPMR y era el tercer
hombre de su Dirección Nacional. Había formado parte de los primeros
contingentes que formaron la Tarea Militar del PC y posteriormente el FPMR. En
1975 abandonó sus estudios de Agronomía en la Universidad Patricio Lumumba de
Moscú, para iniciar su preparación político militar, especializándose en medios
mecanizados y blindados. Luego, combatió junto al Frente Sandinista de
Liberación Nacional (FSLN) en Nicaragua.
En su reemplazo, a
cargo de las operaciones especiales, fue designado Mauricio Hernández
Norambuena, Ramiro, uno de los comandantes con mayor prestigio entre los
rodriguistas, quien había participado en las acciones más audaces efectuadas
desde antes de la irrupción del Frente y se había formado política y
militarmente en Chile. Su trayectoria
política comenzó en el trotskismo y en el MIR en 1977, mientras estudiaba
Pedagogía en Educación Física en la sede Valparaíso de la Universidad de Chile.
Provenía de una acomodada familia del puerto, pero de tradiciones socialistas.
En 1979, ingresó a Derecho en la Universidad Católica de Valparaíso y en
septiembre de ese mismo año enfrentó su primera detención, durante una romería
a la tumba de Salvador Allende en el cementerio Santa Inés de Viña del Mar.
Ramiro se integró al
Frente poco después de su fundación asumiendo pronto responsabilidades de mando
en la Región de Valparaíso. También era conocido como Braulio o El Abuelo, y
recién había cumplido los 31 años.
Las primeras
refriegas de Ramiro no fueron en la resistencia a la dictadura, sino en las
canchas de fútbol de Valparaíso y sus alrededores. Formaba parte junto a uno de
sus hermanos de la defensa del equipo del Club Deportivo y Cultural Orompello,
cuya sede estaba en las faldas del cerro Esperanza, al lado del Placeres y del
Barón, en calle Barros Arana.
Fernando Larenas,
'Salomón'
El arquero de aquel
equipo y uno de los mejores amigos de Ramiro era Fernando Larenas Seguel, quien
algunos años después, con la chapa de Salomón, sería uno de los primeros jefes
del Destacamento Especial del FPMR, la unidad encargada de las principales
acciones armadas. En 1977 también se integraron a ese plantel de fútbol los
hermanos Arnaldo y Mauricio Arenas Bejas, quienes como Milton y Joaquín,
también tendrían una destacada participación en el brazo armado del PC.
Los inicios en la
subversión: La rama cultural del
club Orompello fue una verdadera incubadora de jóvenes comunistas, la que ya a
fines de los años 70, cuando el PC empezó a foguear a sus militante para
emprender la rebelión popular, dieron forma a numerosas unidades de acción y
propaganda. Hasta esa sede
llegaban jóvenes de aguerridas poblaciones, en especial de Viña del Mar, tales
como Forestal, Chorrillos, Gómez Carreño y Achupallas. Al iniciarse los años
80, ya estaban listos para acciones mayores. En febrero de 1981, miembros del
Comando Manuel Rodríguez del Frente Cero del PC oscurecieron gran parte de los
alrededores de la Quinta Vergara donde se efectuaba el Festival de la Canción
de Viña del Mar. Entre los autores estaba Ramiro y varios de sus amigos. En mayo de ese año,
para el día del trabajo, Ramiro, Fernando Larenas y Mauricio Arenas Bejas
fueron detenidos en una marcha y conducidos a la comisaría de Miraflores donde
estuvieron varios días. Fue la primera detención de todos. Pocos meses después
varios de ellos empezaron a viajar a Cuba para recibir adiestramiento
guerrillero y militar.
Mauricio y Hernán
Arenas Bejas
Un año después, ya de
regreso en Chile, Fernando Larenas, Salomón, fue designado jefe del aparato
armado en Valparaíso, pero muy pronto lo trasladaron a Santiago y fue nombrado
jefe de la Unidad Especial del FPMR. En su reemplazo en Valparaíso, asumió un
militante que se estaba transformando en una leyenda: Luis Eduardo Arriagada
Toro, Bigote. Ramiro, Joaquín y
Bigote formaron parte de una unidad especial en Valparaíso que realizó casi
todos los asaltos que a partir de 1980 se hicieron en la zona para recaudar
fondos destinados a las acciones subversivas. Fueron tan exitosos que incluso
ayudaron a financiar el partido y se transformaron en líderes de decenas de
jóvenes que poco tiempo después engrosarían las filas del FPMR.
2° parte: Este es 'Ramiro': Las
operaciones de la Unidad Especial de Valparaíso del FPMR
Manuel Salazar Salvo
Claudio Molina -el
primero de la derecha, abajo- reclutó en Valparaíso a 'Ramiro', 'Braulio',
'Joaquín', 'Tamara' y otros importantes comandantes del FPMR. En la foto, en Carrizal
en el ingreso de armas. La aparición en
escena del Frente Patriótico Manuel Rodríguez fue a través de una acción de
gran envegadura: volaron 12 torres de alta tensión que dejaron a oscuras la
zona central del país a fines de 1983. En los dos años siguientes los
rodriguistas se hicieron sentir mediante acciones que se cuentan en miles,
entre las que se encuentran el controvertido secuestro del niño Gonzalo Cruzat
y el rescate desde la Clínica Las Nieves de Fernando Larenas. En varias de
estas ocasiones tomó parte Mauricio Hernández Norambuena, y su unidad porteña.
En junio de 1982 los
primeros cinco chilenos formados militarmente en Cuba y que ya habían combatido
en Nicaragua, fueron seleccionados para regresar a Chile y poner en marcha lo
que sería el Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR). Uno de ellos era Raúl
Pellegrín, alias Benjamín, quien, además, había sido recomendado por Galvarino
Apablaza, Salvador, para asumiese el mando de la nueva organización.
Ya en Santiago, se
instaló en una casa de seguridad en Las Condes y eligió la nueva chapa de José Miguel, al que se le agregó la
nominación de comandante. Poco después se integró a la Comisión Militar del
Partido Comunista (PC), que tenía tres miembros y que estaba dirigida por
Guillermo Teillier, a quien daría cuenta en los años siguientes. En esa omisión
también estaba el economista Ignacio Valenzuela Pohorecky, encargado entonces
del Frente Cero, el balbuceante aparato armado del PC que en los meses
siguientes sería desmovilizado y la mayoría de sus miembros reasignados al
FPMR.
Los meses de julio,
agosto y septiembre sirvieron para organizar las nuevas estructuras, asignar
recursos e iniciar pequeñas acciones de bajo impacto. En octubre ya se contaba
con medio centenar de pelotones de tres o cuatro miembros, grupos que en una
operación se unían y formaban destacamentos los que eran dirigidos por los
primeros comandantes designados. Se distribuían principalmente en Santiago,
Valparaíso y Concepción.
La Dirección del
Frente planificó una acción de gran envergadura y alto impacto para darse a
conocer a los chilenos y dar comienzo a su lucha contra la dictadura. Escogió
provocar un apagón que sería realizado el 14 de diciembre de 1983 a las 22:30
horas. Unos 50 militantes
divididos en unos seis destacamentos recibieron la misión de volar una docena
de torres de alta tensión entre las regiones de Valparaíso y O'Higgins. A la
hora programada las luces empezaron a titilar y de pronto toda la zona central
del país quedó a oscuras.
Una voz masculina
llamó a la radio Cooperativa e informó: "Estas acciones de sabotaje que
derribaron torres de alta tensión y apagaron la zona central corresponden a una
operación del Frente Patriótico Manuel Rodríguez. Hemos comenzado una campaña
de acciones combativas para ayudar a terminar con la dictadura de Pinochet.
Este es el comienzo de un nuevo periodo en la lucha por la libertad de
Chile".
Dos días después, un
pelotón frentista ocupó la radio Carrera y transmitió un nuevo mensaje:
"Aspiramos hoy a terminar de una vez con Pinochet, su régimen y su secuela
de hambre, miseria y represión", para luego agregar que "la lucha
emprendida por el pueblo continuará hasta la consecución de estos objetivos.
Antes que éstos se concreten, no habrá paz ni tregua”. José Miguel ya
trabaja muy estrechamente con Ignacio Valenzuela y el comandante Daniel, Martín
Pascual, quien había sido designado por el PC como una especie de comisario para
supervisar la línea política del Frente.
El arrojo de los
porteños: En 1982, Claudio
Molina Donoso, el Rucio Molina, fue designado como secretario regional de las
Juventudes Comunistas en Valparaíso y como tal le tocó dirigir el Frente Cero y
luego armar las primeras estructura del FPMR en la zona. Molina había trabajado
en la orgánica del Checho Weibel cuando este dirigía la Jota (Juventudes
Comunistas: JJ.CC.) y estuvo a un paso
de ser detenido por el Comando Conjunto, uno de los órganos represores de la
dictadura de Augusto Pinochet. Luego fue enviado a reorganizar la Jota en
Concepción y de allí trasladado a Valparaíso.
Cecilia Magni Camino,
'Tamara'
Molina era un cuadro
experimentado y con un ojo notable para seleccionar gente. Él fue quien reclutó
y formó una unidad especial de combatientes que se hicieron célebres en el
Frente y en la Jota. La integraron, entre otros, Fernando Larenas Seguel,
Braulio o Loco; Mauricio Hernández Norambuena, Ramiro; Luis Arriagada, Bigote;
Julio Guerra, Guido; y una joven y buenamoza profesora de la Escuela de
Sociología en la Universidad de Playa Ancha: Cecilia Magni Camino, Tamara entre
otros. Larenas fue designado
jefe de la unidad y muy pronto fue incluido en la primera lista de frentistas
que salió hacia Cuba para seguir diversos cursos de capacitación guerrillera,
siendo reemplazado en la ciudad por Bigote.
El secuestro del niño
Cruzat: A su regreso de Cuba,
Larenas fue designado a la Unidad Especial del FPMR en Santiago y como tal le
correspondió organizar y dirigir el secuestro del niño Gonzalo Cruzat Valdés,
uno de los 13 hijos del empresario Manuel Cruzat Infante, uno de los más
poderosos empresarios chilenos de esa época, cabeza del grupo Cruzat Larraín. Gonzalo Cruzat, de 11
años, fue secuestrado el 13 de abril de 1984 a la salida de su casa en la calle
Charles Hamilton, en Las Condes, y conducido a una casa en Paine donde fue
encerrado a la espera que su padre pagara el rescate de tres millones de
dólares que se le exigió.
El empresario pagó
finalmente cerca de un millón 200 mil dólares y el niño le fue devuelto. No
obstante que había sido advertido que no avisara a la policía, Cruzat sí lo
hizo aunque se opuso a que ésta interviniera en la operación. No lo hicieron,
pero sí filmaron a quienes acudieron en busca del dinero. El secuestro fue
considerado un éxito, aunque a muchos frentistas y comunistas no les gustó para
nada aquella acción.
En 1984 la Comisión
Militar del PC y José Miguel conformaron la Dirección Nacional del FPMR,
quedando constituida por varios comandantes. A ese grupo se sumaban
ocasionalmente los jefes regionales de Santiago, Valparaíso y Concepción, y el
jefe de las Fuerzas Especiales o Unidad Especial. Se reunían periódicamente a
rostro descubierto y se trataban entre ellos por sus chapas. El 20 de octubre de
1984 Larenas, ya casi de noche, manejaba un Datsun azul por la avenida Santa
Rosa, en dirección al sur de la capital. Sabía que el día anterior había caído
una casa de seguridad del Frente en La Reina, y había sido capturado Francisco
Peña Riveros, quien fue parte de la unidad en el secuestro de Gonzalo Cruzat.
Larenas se dio cuenta
que era seguido, trató de mantenerse tranquilo, pero no logró evitar ser
interceptado por tres vehículos de donde bajaron una decena de agentes de la
Central Nacional de Inteligencia (CNI). Se bajó de su auto y corrió hacia una
calle que resultó ser sin salida. Sacó su arma y se dispuso a morir
combatiendo, como siempre lo había dicho. Al instante recibió un disparo en la
cabeza. Fue llevado a un hospital y encausado junto a varios militantes
detenidos, entre ellos uno que lo había delatado. A mediados de
diciembre de 1984, un comando del FPMR dirigido por Mauricio Arenas Bejas, el
otro gran amigo de Ramiro, ex jugador del Orompello del cerro Esperanza, el
futuro comandante Joaquín, secuestró al periodista Sebastiano Bertolone,
subdirector del oficialista diario La Nación. Bertolone fue tratado
con guante blanco y mantenido en cautiverio siete días. Para liberarlo se pidió
la publicación de una foto donde aparecía junto a la bandera del FPMR y dos
militantes encapuchados y armados, y de una proclama del movimiento. Lo primero
lo consiguieron, lo segundo, no. Les bastó con las fotos exigidas en las
portadas de La Nación y La Segunda. El periodista fue liberado en una población
cercana a lo que hoy es la estación Grecia del Metro.
Por esos días, la CNI
hizo público un resumen de las actividades del Frente en 1984 en todo el país:
“1.889 acciones desestabilizadoras, algunas de una envergadura técnica muy
superior a las que hasta entonces había realizado la militancia comunista: en total,
se realizaron 1.138 atentados con explosivo, 229 sabotajes, 163 asaltos a mano
armada, 36 atentados selectivos y 47 sabotajes”.
El rescate del Loco
Larenas: A José Miguel se le
puso entre ceja y ceja rescatar a Fernando Larenas y, tras varios debates,
convenció a la Comisión Militar del PC. Decidió encargarle la tarea a quienes
se los habían propuesto: los miembros del Destacamento Especial de Valparaíso.
Como se contó más arriba el grupo lo había formado el Rucio Molina y su
combatiente más arrojado había sido el Loco, y lo integraban Mauricio Arenas
Bejas, Mauricio Hernández Norambuena y Cecilia Magni, entre otros. El rescate fue
planificado y dirigido por Claudio Molina, Ignacio Valenzuela, y el grupo
operativo lo integraron Hernández, Arenas, Magni, Ricardo Palma Salamanca y
Patricio González. Todos, excepto Palma, eran parte de las unidades especiales.
Larenas se encontraba
recluido en una habitación del segundo piso de la Clínica Las Nieves, ubicada a
la altura del paradero 10 de la Gran Avenida, en la comuna de San Miguel. Tras
dos operaciones, por esos días recibía tratamiento de kinesioterapia y
estimulación psicosensorial. A pesar de su estado semi-vegetal y su severa
pérdida de memoria, no sólo accedían a él enfermeras y médicos, sino también
dos gendarmes que lo custodiaban día y noche. Su estado había mejorado en algo
desde su captura y la CNI no perdía la esperanza de sacarle información.
El 1 de junio de 1985, a las 21:30 horas, la
esposa de Larenas, Mónica Álvarez, se detuvo en el exterior de la clínica. Era
la única autorizada para visitarlo y ella entregó los datos que permitieron el
rescate. A una señal de la
mujer, tres hombres ingresaron y dijeron en la recepción ser detectives. Como
la mujer dijo conocerlos, la enfermera accedió a acompañarlos al segundo piso.
Redujeron a un gendarme, pero el otro, al resistirse, recibió un disparo en el
estómago y más tarde murió. Con la ayuda de la esposa de Larenas, lo vistieron
y sentaron en una silla de ruedas y salieron del lugar. Lo llevaron a una
clínica clandestina del Frente y luego lo sacaron a Argentina y de allí a Cuba.
Días después salieron en la prensa chilena las fotos de Larenas con su esposa
en la isla caribeña.
La operación fue un
éxito rotundo. El Frente y José Miguel se llenaron de elogios. También los
miembros de aquella unidad especial, tanto que casi todos muy pronto serían
ascendidos y el Rucio Molina sería enviado a cumplir una tarea clave en el
contrabando de armas por Carrizal.
Tercera Parte: La historia de
'Ramiro': Atentado a Pinochet y secuestro de Carreño
Manuel Salazar Salvo
Mauricio Hernández
Norambuena fue uno de los cuatro comandantes del FPMR a cargo del atentado a
Augusto Pinochet en 1986. Un año después lideró el secuestro del coronel Carlos
Carreño, a quien terminó liberando en Brasil. Desde su misma
concepción, la planificación estratégica del Frente Patriótico Manuel Rodríguez
(FPMR) se preparó en diversas partes del mundo: en la Unión Soviética, en Cuba,
en la República Democrática de Alemania y en Chile. Se fue afinando según las
condiciones políticas internas y externas, pero, aparentemente el éxito de las
protestas nacionales que se iniciaron en 1983 aceleraron el calendario diseñado
previamente. Así, la dirección comunista decidió transformar el año 1986 como
el año de la sublevación nacional.
Así, se diseñaron dos
grandes operaciones para dar comienzo al levantamiento general, que culminaría
con cuatro grandes columnas marchando desde los cuatro puntos cardinales de
Santiago hacia el centro de la ciudad en septiembre de aquel año. A mediados de
1984 se inició la preparación de las dos grandes tareas programadas: el ingreso
clandestino de un poderoso cargamento de armas comprado en el exterior para
proveer a los combatientes del Frente y un atentado contra el general Augusto
Pinochet que terminara con su vida y diera comienzo al enfrentamiento final.
Al iniciarse el
invierno de 1984 fueron designados los principales jefes que se harían cargo de
la compleja estructura que se haría cargo del ingreso del cargamento de armas a
Chile, tarea que requería de una delicada preparación. En tanto, tras varios
atentados fallidos en contra de Pinochet, a fines de 1985 se optó por efectuar
una operación de gran envergadura, aportando todos los recursos humanos y
materiales necesarios. Era indispensable, sin embargo, contar con la armas y
los explosivos requeridos y había que esperar la llegada del cargamento que las
traería.
En mayo de 1986 se
escogió al oficial que planificaría y dirigiría el atentado contra el dictador.
El nombramiento recayó en José Joaquín Valenzuela Levi, quien había salido al
exilio a los 15 años tras estudiar en el Nido de Águila, un exclusivo colegio
que habitualmente recibe a los hijos de los diplomáticos extranjeros.
En primer plano José
Joaquín Valenzuela Levi, el comandante 'Ernesto'
Valenzuela había
estado un breve tiempo en Estados Unidos y luego había sido formado en la
escuela de cuadros de Wilhelm Pieck, abierta por el gobierno alemán oriental
para entrenar militarmente a jóvenes alemanes y principalmente extranjeros. En
esa escuela fue bautizado como Ricitos por su pelo crespo. En septiembre de
1977, el ex diputado comunista Gilberto Canales le propuso ingresar a la
Escuela Militar de Bulgaria, para formarse durante cinco años como oficial de
tropas generales. Valenzuela Levi aceptó y junto a otros hijos de exiliados
chilenos se trasladó hasta la ciudad de Sofía.
En 1981, tras
graduarse de oficial con los otros chilenos, el ex senador comunista Orlando
Millas les pidió que se integraran al dispositivo militar del Partido Comunista
en Cuba. Sólo 13 de los 30 oficiales aceptaron, entre ellos Valenzuela Levi,
quien al llegar a la isla se convirtió en instructor militar y adoptó el nombre
de Rodrigo. En 1982 partieron a
Nicaragua como parte de los seis Batallones de Lucha Irregular (BLI)
conformados por chilenos para combatir a la guerrilla contra, apoyando la lucha
del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).
En 1984 Valenzuela
regresó a Chile y se sumó al FPMR donde se dedicó a organizar escuelas de
instrucción clandestinas, y se desempeñó como formador de las Unidades
Territoriales de Autodefensa en las poblaciones populares. Era, además, el
mejor amigo del comandante José Miguel. Tras ser escogido
para encabezar el atentado se le designó comandante y pasó a llamarse Ernesto.
Como su ayudante principal eligió a la comandante Tamara. En el primer plan se
optó por realizar la acción en el Cajón del Maipo, donde el general Pinochet
tenía la casa una descanso en El Melocotón a la que acudía regularmente los
fines de semana.
Se decidió volarlo
por los aires cuando pasase en su comitiva y explotara una poderosa carga
explosiva instalada bajo la carretera por medio de un túnel cavado desde uno de
los costados, donde se instaló una amasandería artesanal como fachada de los
trabajos de excavación.
Un ataque directo: Diversas
complicaciones surgidas después de que el trabajo preparativo estaba hecho, los
obligó a cambiar con muy poco tiempo el lugar y el tipo de atentado a efectuar.
Se eligió, entonces, un ataque directo a la comitiva con fusiles M-16, cohetes
soviéticos RPG y explosivos. El lugar: la cuesta de Achupallas, a unos 40
kilómetros de Santiago. El momento: a fines de agosto o comienzos de
septiembre, cuando Pinochet regresara a Santiago el día domingo en la tarde.
Aceleradamente, con
más premura de la debida, Ernesto y Tamara hicieron el diseño del ataque.
Requerían 20 hombres divididos en cuatro pelotones, cada uno a cargo de un
jefe. Ernesto se hizo cargo de uno y para los otros tres seleccionaron a
Mauricio Hernández Norambuena, Ramiro; Mauricio Arenas Bejas, Joaquín; y, Rodrigo Rodríguez
Otero, 'Tarzán' Tamara y Ramiro
eligieron a la gran mayoría de los fusileros, mucho de ellos sin ninguna
experiencia en el manejo de los fusiles M-16 y menos de los cohetes rocket.
Hubo uno que, incluso, aún no tenía edad para terminar la enseñanza media.
El último domingo de
agosto, cuando el comando ya estaba acuartelado en una casa en el sector de La
Obra, Pinochet bajó a Santiago antes de tiempo por la muerte del ex presidente
Jorge Alessandri. Al domingo siguiente, el 7 de septiembre, emboscaron la
comitiva, mataron a cinco de sus integrantes y dejaron heridos a otros 11. De
los frentistas, sólo resultó uno herido. Todos lograron huir en varias
camionetas aparentando ser agentes de la Central Nacional de Inteligencia (CNI)
y exhibiendo sus armas sin ningún recato. Pinochet logró escapar. Hubo numeroso errores
en la preparación del atentado por los cuales se responsabilizó principalmente
al comandante Ernesto. El atentado tuvo como
réplica inmediata de la CNI el asesinato de cuatro destacados opositores:
Felipe Rivera, Abraham Muskatblit,
Gastón Vidaurrázaga y José Carrasco. El abogado de la Vicaría de la
Solidaridad, Luis Toro, se salvó jabonado cuando los fueron a buscar a su casa.
En las semanas
siguientes, uno de los fusileros elegidos por Ramiro, el jefe de uno de los
pelotones que trabajaban con él, José Moreno Ávila, Sacha, fue detenido en la
población La Pincoya, en el sector norte de Santiago, donde vivía con su mujer
y su madre, fue detenido y entregó los nombres de varios otros miembros del
comando, iniciándose una seguidilla de aprehensiones y la identificación de
casi todos los frentistas que participaron en el atentado. La detenciones
impidieron, además, la realización del siguiente atentado; la Operación Pintor,
el secuestro del ministro Francisco Javier Cuadra.
El secuestro de
Carreño: Tras el quiebre con
el PC, a mediados de 1987, el FPMR-Autónomo decidió efectuar los antes posible
una operación de gran envergadura para demostrar hacia el exterior y el
interior de su orgánica, que su capacidad permanecía intacta. Decidió encargar
la misión a quien ya era uno de sus principales jefes militares, el comandante
Ramiro.
El coronel Carlos
Carreño
Ramiro conformó un
comando de un número no precisado de militantes, pero donde destacaban tres:
Bernardo Mendoza Morales, Rigo o Dago, que a fines de los años 70 y comienzos
de los 80 había trabajado en la maestranza del Ejército, Famae, y que tenía dos
familiares que seguían laborando en aquella industria militar; Agdalín
Valenzuela, Leo; Juan Carlos Cancino, Ernesto; y Luis Rodrigo Morales Salas,
con adiestramiento en Cuba y quien había trabajado en las estructuras militares
comunistas desde 1980 y era un histórico del FPMR.
La tarea era
secuestrar a un militar y pedir rescate por él. Inicialmente pensaron en un
miembro de la escolta de Pinochet e incluso seleccionaron un nombre, pero desistieron porque era un hombre
muy robusto, con formación de comando y fama de duro. Aparentemente por
sugerencia de Rigo, Ramiro decidió secuestrar al teniente coronel Carlos
Carreño barrera, gerente de Famae, un oficial con gran prestigio por su eficiencia
en la producción de armas.
Durante varias
semanas estudiaron la rutina del coronel y de su familia, quienes vivían en La
Reina en Santiago.
El 1 de septiembre
llegaron a la casa del coronel cuando se disponía a salir hacia su trabajo. Lo
redujeron con armas en ristre y lo subieron a un furgón celeste que tenía un
letrero de EMOS, la empresa de agua potable de esos tiempos, y salieron raudos
hacia la zona sur. Un hijo adolescente del oficial salió con una pistola y
alcanzó a efectuar dos o tres disparos, pero fue contenido por su madre.
Carabineros a bordo
de un jeep, alertados por la familia, siguieron a los frentistas, pero estos
dispararon hacia atrás, al suelo, y un trozo de pavimento hirió en un brazo al
chofer de los policías y debieron detenerse. El furgón celeste fue cambiado por
un taxi Peugeot 404, en cuya portamaletas ubicaron a Carreño y prosiguieron
hacia una casa que habían arrendado en una población de carabineros en la zona
de Macul.
Los frentistas pronto
se comunicaron con la familia del oficial y solicitaron un rescate de seis
millones de dólares en alimentos, juguetes y materiales de construcción que
debían ser entregados en diversas poblaciones pobres de Santiago, además de la
publicación en la prensa de varias proclamas.
A los pocos días,
mientras miles de militares y policías peinaban barrio por barrio de Santiago
tratando de ubicar a Carreño, los secuestradores trasladaron al militar a una
casa al sur de la capital donde habían habilitado un pequeño cuarto para
mantener oculta a su víctima.
En tanto, la familia
de Carreño hacía ingentes esfuerzos para que el Ejército pagara el rescate. Los
militares se negaron argumentando que el oficial podía ya estar muerto. La casa
de La Reina se llenó de agentes de la CNI, de la Dirección Nacional de
Inteligencia del Ejército (DINE) y del servicio secreto, además de un equipo de
psicólogos que contenía a la familia suponiendo, aparentemente, que el coronel
había sido asesinado.
Graves sospechas
El caso, hasta ahora,
sigue manteniendo ámbitos oscuros. Carreño conocía muchos secretos militares,
incluidos negocios turbios en la venta de armas a países asiáticos, entre ellos
Irak e Irán, que en esos tiempos estaban en guerra. En esos negocios participaban
altos oficiales del Ejército, de la Fuerza Aérea y privados que, incluso,
mantenían serias pugnas entre ellos por esos motivos.
La situación se puso
más tensa cuando se supo que la CNI había secuestrado a cinco miembros
importantes del Frente que pensaban canjearlos por el coronel, pero que luego
se desistieron y simplemente los asesinaron y lanzaron al mar.
En la casa donde
mantenían a Carreño, tanto Bernardo Mendoza como otros secuestradores querían
matar al oficial, pero Ramiro lo protegió e impuso su autoridad sobre los
demás. El propio coronel de Famae empezó a sospechar que el alto mando de su
institución lo quería muerto.
El Frente decidió
entonces sacar al militar hacia Argentina y desde ahí llevarlo a Brasil. En
todo el trayecto Ramiro se preocupó de que los tratan bien, lo alimentaran
correctamente y atendiera sus necesidades. Finalmente, fue liberado tras 91
días de encierro en las puertas de uno de los más importantes diarios de Sao
Paulo.
Una parte del rescate
había sido conseguida por la familia y repartido en las poblaciones como había
sido la exigencia del Frente.
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