martes, 1 de noviembre de 2016

Carmen Hertz y la Operación Exterminio: La historia de traición y valentía tras los crímenes de Calle Conferencia.


Carmen Hertz y la Operación Exterminio: 
Ivonne Toro Agurto 01 Nov, 2016

Hace tres años, la emblemática abogada de Derechos Humanos comenzó a escribir junto a la dirigente Pola Ramírez y al periodista Manuel Salazar la historia de la persecución al PC durante la dictadura. El libro será lanzado en Filsa este 1 de noviembre. En esta entrevista, Hertz cuenta cómo lograron descubrir la delación que terminó con la detención y desaparición forzada de la cúpula comunista en 1976 y de la solidaridad a toda prueba de los militantes de base. También aborda el anticomunismo que aún existe en Chile: “La campaña contra Camila (Vallejo) es tan horrorosa que en todas las encuestas aparece con un rechazo altísimo, ¿por qué va a tener ese rechazo una cabra que puso las demandas de los estudiantes en la agenda? Todos los irreverentes dándole duro a la Camila, ¿por qué? Porque es comunista, es mujer y es bonita”, sostiene. ************************

El caos se desató la madrugada del 30 de abril de 1976. Durante esa jornada, agentes de la DINA llegaron hasta el inmueble de Juan Becerra Barrera, ubicado en la calle Conferencia 1587, en Estación Central.

El lugar, un taller de carteras y zapatos de cuero, era además el recinto donde se reunía la cúpula del Partido Comunista en la clandestinidad y fue usado por la represión como una “ratonera”: retuvieron a los moradores, obligándolos a simular que estaban realizando actividades normales, para apresar a quienes debían acudir a la residencia a tomar decisiones sobre cómo organizar la rebelión a la dictadura. Lo mismo hicieron en otro inmueble de la familia de Becerra, ubicado en Alejandro del Fierro 5113.

Uno de los que cayó en la trampa de la Dina fue Lenin Diaz. El exdirector de Mineral La Exótica era parte de la dirigencia partidaria. El 9 de mayo se perdió su rastro. Días antes habían caído Mario Zamorano, Jorge Muñoz, Jaime Donato y Uldarico Donaire. Por años se creyó que en esa ocasión también había sido atrapada Elisa Escobar, la última persona que se sabe que tuvo contacto con Lenin. En Operación Exterminio se revela otra historia.

-Descubrimos algo que se sospechaba, pero no estaba documentado. Que ahí hubo una traición de esta pobre muchacha, Elisa Escobar. Ella era una antigua militante comunista y no hay certeza de cuándo la detienen. Creemos que fue en abril. La tienen entre rehén y colaboradora. Ella ya estaba colaborando cuando se arma la reunión de calle Conferencia. Elisa es enlace de Mario Zamorano y es ella la que va a esa casa que era de seguridad del PC. Aparecía como arrendatario el señor Becerra, que era un marroquinero, y esa casa se usaba sólo para las reuniones de la dirección del PC. Nunca iban todos. A esta reunión, por ejemplo, no fue Víctor Díaz, porque si estaba Muñoz, Cortés, no podía estar Díaz no podían estar todos. A una reunión llegaban no más de 5 personas en dos días, y se quedaban a dormir ahí.

-¿Cómo llegan a esta conclusión sobre el rol de Elisa?
-Hablamos largamente con la gente de Conferencia, que se quedaron en Suecia, y ellos ahora, mirando lo que pasó con calma, se han dado cuenta de que esa casa estaba vigilada y que Elisa Escobar estaba colaborando. Ellos habían notado, por ejemplo, que durante un tiempo hubo más vendedores ambulantes, que aparecieron dos buques maniceros que no habían visto nunca y que Elisa Escobar fue más veces a la casa de las que debía ir. Va tres veces, cuando debió haber ido una. Y ellos atribuyeron esto a una indisciplina, no le dieron mayor significado. Ella además es vista en varias oportunidad que dan cuenta de lo que estaba pasando.

-¿Por ejemplo?
-Ella aparece en la detención de Lenín Díaz. Él era el encargado de la infraestructura de seguridad del PC y trabajaba con Elisa Escobar. Él había pedido una reunión urgente porque no se había pagado el arriendo de algunos lugares, por ejemplo. En clandestinidad, era difícil enterarse de lo que pasaba con los demás y a Lenin lo cita Elisa el 8 de mayo en la casa del suegro de Lenin. Lenin le comenta esto a Pola y nada más. Lenin llega y se encuentra con Elisa, acompañada por alguien joven, y le dice que la reunión se postergó para el otra día. Al día siguiente, nuevamente se encuentra Lenin con Elisa y este joven que no sabemos quién es, pero suponemos que es alguien del partido, porque sino habría llamado la atención de Lenin, y sale con ellos. Dice “hasta luego suegro”, y nunca más se conoció su paradero. Además hay una pareja de arquitectos que tuvo oculto a Víctor Díaz, el secretario general del PC. Ellos fueron allanados ese mismo día 9 y la mujer, con quien yo hablé, señala que estando ella detenida en Villa Grimaldi, y siendo torturada, ella ve junto a los agentes a Elisa Escobar. Dice que ella está “fumando y peinada de peluquería”. Luego alguien la ve en junio en una micro y luego no se supo más de ella, no sabemos, por ejemplo, cuándo la matan.

-¿Hay antecedentes sobre cómo la quiebran?
-No se sabe cómo quiebran a Elisa. Según cercanos, ella era muy valiente, pero tenía un umbral del dolor muy bajo, una inyección la descontrolaba, y era también muy vulnerable frente a situaciones de peligro. Hay una anécdota muy concreta que cuenta David Canales, que se encontró con ella en 1974 en un café cerca de Londres, a sabiendas de que ahí había un centro de tortura. En un momento entran al café tres tipos con el pelo muy corto que evidentemente eran DINA y ella, a quien llamaba “Marcela”, porque esa era su chapa, se altera tremendamente. Él le dice “Marcela, cálmate, sígueme hablando, sigue conversando conmigo, saca un cigarro, te tienes que controlar. Tranquila”. Dice que tuvo que ser súper duro, porque se descontrolaba con facilidad. Entonces, si unes eso con la vulnerabilidad frente al dolor, probablemente por ahí la quebraron.

-¿Lograron saber cuándo fue detenida?
-Hay un agente que declara que el año ’76, sin decir el mes, ellos detuvieron a una mujer en el cine Recoleta, de pequeña estatura, muy delgada, comunista, dice él, que usaba una peluca rubia. Las esposas con las que la llevan le quedan grandes porque tiene las muñecas muy pequeñas y en algún minuto ella trata de tirarse a la calle, abre la puerta, pero no puede. Ese gesto revela lo que nosotros sabíamos, que ella era muy valiente. Nadie contrainterroga a este agente, pero la única persona tan chica, tan flaca y con peluca rubia del PC en la época, era Elisa. A mí me da una pena enorme.

SOBRE HÉROES Y TUMBAS. Detenidos Desaparecidos
Carmen cuenta que Apolonia Ramírez, activa dirigente de la agrupación de Familiares de Detenidos desaparecidos, fue quien quiso reconstruir la historia del PC en Chile. -Ella fue la compañera de Lenin Díaz. Pola tomó la iniciativa, porque aparte de ser una activista de derechos humanos, siempre investigó mucho qué había ocurrido con las víctimas, cómo fueron sus caídas, qué pasó con ellos. Todo eso era un misterio.

-¿Cómo investigaron?
-Nos abocamos a estudiar el proceso Conferencia, que tiene más de 90 tomos de investigación, 15 cuadernos secretos. Y decidimos entrevistar a los pocos sobrevivientes de la época. Ella convocó a Manuel Salazar, para que fuera el periodista que nos ayudara en la investigación. Fue muy largo esto, duró tres años y fuimos encontrando detalles que habían sido pasados por alto en la investigación, atando cabos con las declaraciones de los agentes que habían comenzado a hablar después de la declaración del famoso Mozito de Simón Bolívar y así nos fuimos enterando de muchas cosas sobre el exterminio del PC. Buscamos entender, como en otra época los hicimos en la Vicaría, cuáles eran los patrones de la represión.

-¿Qué establecieron?
-Que la caída en el 76 en manos de la Dina es porque tenían una vigilancia desde hace mucho tiempo, tenían información. Eso era desconocido por las familiares de las víctimas, porque nadie que está en la clandestinidad contaba en qué orgánica del partido operaba. Y por otro lado se desconocía el destino final de los comunistas, no así con el MIR, donde había sobrevivientes de Villa Grimaldi, de la Vende Sexy, que podían contar si habían visto algo. En el PC había sobrevivientes, pero muy pocos. Se comienza a saber qué pasó en 2007, cuando se conoce la existencia del cuartel de Simón Bolívar, de la casa de piedra del Cajón del Maipo. De eso no se sabía nada. Nos enteramos cuando personal de baja graduación cuenta que allí, por ejemplo, había sido llevada la gente de calle Conferencia y ahí había estado Víctor Díaz, que es visitado por Pinochet a quien le dice que eliminar al PC es como arar en el mar. Eso lo revela un agente. Lo otro era entrevistar a la escasa gente que sobrevivió de la dirección. Ellos tienen una política de silencio. No fueron a contar sobre el tema.

¿Por formación?
-Claro que sí. Y fuimos conociendo cómo este partido de masas, que tenía al momento del golpe representantes políticos, que estaba presente en todo el tejido social, porque donde había una organización, estaba el PC, tuvo que esconderse. Y eran conocidos. Todos en Curepto, por decir un lugar, sabían quiénes eran los comunistas. Ese partido, tuvo que pasar a la clandestinidad porque lo de González Videla era la nada al lado de la represión de Pinochet. Y aquel militante que no fue detenido y que no se tuvo que ir, con ese militante se podía contar para esconder a alguien o enviar algún recado.

-Con el riesgo que ello significaba.
-Porque operaba una solidaridad que se deriva de las profundas convicciones. Hoy eres un nerd si eres solidario. Por ejemplo, a Víctor Díaz, secretario general del partido en clandestinidad, lo cambian en algún momento a una casa en Belo Horizonte, que es donde definitivamente lo detienen, donde permanece casi un año. Los dueños de esa casa eran los ingenieros Jorge Canto y Sandra Vila. Él trabajaba en la Renoult y ella en el PNUD. Ellos, ambos separados, tenían entre los dos 4 niñitas y había nacido en esa época una hija en común que cuando llega Víctor, tenía dos meses. Ellos aceptaron tener a José Santos Garrido, como conocían a Víctor, como si fuera un tío del sur. Podían haberse negado a correr semejante riesgo, pero nunca dudaron de hacer lo correcto.

-Pos represión de los ’70, en los ’80 el PC vuelve a tener un rol protagónico .
-El PC fue heroico, intentó construir el frente antifascista. Esta gente no tenía nada, ni armas. A ellos los mataron por pasarse papelitos, por buscar asilo, por intentar construir una resistencia política. En diciembre del 76, ocurre lo de Reynalda Carmen Pereira. Ella tenía 27 años, siete meses de embarazo, y habían decidido que dado lo avanzado de su embarazo no iba a seguir en actividades peligrosas. Su actividad “peligrosa” era buscar asilo para perseguidos. Ella va a su punto de encuentro, la detienen, la llevan a Simón Bolívar, la torturan brutalmente, ella grita que está embarazada y le aplican electricidad al feto. Se muere la Carmen y la dejan tirada en el Gimnasio Simón Bolívar desnuda hasta el día siguiente. Seguramente la tiraron después a Cuesta Barriga y años después remueven esos restos y los tiran al mar. Imagínate el destino de Carmen. Y su actividad era esa, salvar a militantes que estaban en riesgo.

-Tras casos como este, se comienza a apoyar también la vía armada.
-Porque es un panorama de exterminio total, de gente desarmada, resistiendo. Esas decisiones políticas no surgen porque sí. Eso era defensa, y más allá de la división posterior con el frente, el surgimiento del FPMR y la política de rebelión popular, se explica en un cuadro de tiranía y en ese contexto hasta la Iglesia respalda la rebelión. Es como si se le reprochara a la resistencia francesa el haber hecho sabotaje a los nazis. Ahora todos rasgan vestiduras por el atentado contra Pinochet, cuando todos hubieran querido que resultara.

-El PC recién ahora se incorpora al Gobierno, ¿qué te parece que cada cierto tiempo desde la DC cuestionen su permanencia en el Ejecutivo?
-Esto viene desde la transición, cuando quienes pusieron el lomo en la resistencia, fueron aislados. Porque el lomo lo pone la resistencia popular, aquí Pinochet no se fue por el dedo de Lagos ni porque la publicidad del no fue tan bien hecha, no. La verdad es que las protestas populares de los ’80, que iban en la ruta de la insurrección y de una caída de Pinochet, no de una negociación con él -y que se tuerce con la llegada de asesores norteamericanos-, eran encabezadas por el PC. Así como la columna vertebral de las protestas fue el movimiento popular, la columna vertebral del movimiento popular fueron los comunistas. Ellos pusieron todo, y no fueron invitados al baile. Se les excluye y tenemos una transición respecto de la cual no se podía debatir, que tuvo luces y sombras y que no era el único camino, como se nos quiso hacer creer.

-¿Crees que en Chile quedó un estigma anticomunista?
-Terriblemente, y hay una falta de memoria colectiva o, de frentón, la memoria está distorsionada, tan demolida, tan poco construida. Imagínate a la DC pidiéndole cuentas a los comunistas. Los dirigentes DC conspiran para el golpe, con la sedición, porque eso es lo que hacen, no es una imputación, eso está en los informes del Senado de Estados Unidos. Otra cosa es que una vez producido el golpe, la base DC colabora desde el primer momento con el comité Pro Paz, y ahí conozco gente que hasta hoy quiero y respeto como Roberto Garretón, Jaime Hales. Y además nadie dice, nadie se acuerda, que en esta corrupción generalizada, el PC no está. Todos los partidos han recibido plata de las empresas, y los comunistas, no. Pero eso no se dice.

-Pero más allá de la DC, cuando se mide, por ejemplo, a Camila Vallejo, ella figura con un rechazo altísimo.
-Camila es una dirigente extraordinaria y además, es guapa. Eso es terrible, porque no aceptan que sea símbolo de la rebelión mundial. Y la campaña contra Camila es tan horrorosa que en todas las encuestas aparece con un rechazo altísimo, explícame ¿por qué va a tener ese rechazo una cabra que puso las demandas de los estudiantes en la agenda? Todos los irreverentes dándole duro a la Camila, ¿por qué? Porque es comunista y es mujer y es bonita. La pobre tiene que hacer esfuerzos por esconder su belleza, porque es como si fuera un defecto. Ella se arregla cero, anda a cara lavada al lado de estas pindis que hay de parlamentarias, con el pelo teñido, con una impronta tan vulgar. Bueno, lo cierto, es que Camila tiene un discurso coherente, argumenta bien, ha sido una excelente parlamentaria y se la castiga sólo por ser comunista. --------------------------


Operación Exterminio: La represión contra los comunistas chilenos (1973-1976)

Carmen Hertz, Apolonia Ramírez y Manuel Salazar 03 Noviembre, 2016

Escrito por Manuel Salazar, Carmen Hertz y Apolonia Ramírez, el libro recorre la historia de la brutal persecución de la dictadura de Pinochet al Partido Comunista. Los autores relatan la vida de los dirigentes y militantes del partido en los primeros años de lucha contra el regimen y cuentan episodios inéditos de las relaciones entre el PC chileno con Cuba, la RDA y la KGB. Aquí un adelanto exclusivo del capítulo La noche en Teatinos 416.
 
Reunión del Partido Comunista en 1973, poco antes de las elecciones parlamentarias de marzo. La noche del 10 de septiembre de 1973 en la sede principal del Partido Comunista, en la casona que aún existe en la esquina norponiente de las calles Compañía y Teatinos, a tres cuadras de la Plaza de Armas de Santiago, se reunió de urgencia el Pleno del Comité Central. Orlando Millas, uno de los principales ideólogos del Partido, integrante de la Comisión Política, informó que el golpe era inminente y que se había reducido al mínimo la cantidad de adeptos con que contaba el gobierno al interior de las Fuerzas Armadas. El presidente Salvador Allende estaba aislado, al igual que la UP y la clase obrera.

Luego intervino Mario Zamorano, el encargado de Organización. Leyó una lista con los nombres de los dirigentes que saldrían al día siguiente rumbo a las provincias con la tarea de informar sobre la situación a los comités regionales. Pasadas las 22 horas se puso término al encuentro. En el segundo piso siguieron trabajando los encargados del aparato militar y de inteligencia. En otras dependencias los miembros del equipo de Autodefensa que protegían el local empezaron a destruir papeles y a preparar las escasas armas y artefactos explosivos que se utilizarían en la defensa del recinto si era necesario.

David Canales Úbeda, a los 29 años, era uno de los principales integrantes de la seguridad comunista. Experto en Inteligencia y Contrainteligencia, formado en la República Democrática Alemana, RDA, se especializó en los asuntos más delicados del Partido. Al momento del golpe trabajaba en una oficina al lado del Secretariado, en el local de Teatinos. Recuerda:

Como a las tres me pasaron a buscar Carlos Toro y Mario Silberman. Este último pertenecía a la intelectualidad del Partido que trabajaba en las diversas estructuras del gobierno. Se había levantado la Marina, y la Escuadra –que había zarpado hacia alta mar con la excusa de la Operación Unitas– regresó sorpresivamente y copó Valparaíso y los puertos estratégicos. Fuimos a la sede de Teatinos 416. Allí permanecían varios de los compañeros de Autodefensa y nos pusimos a «limpiar» el local. Les encargué a los viejos que quemaran todo lo que les dejé para quemar. Con Carlos Toro nos dimos unas vueltas en auto y fuimos a hablar con el equipo de Arnoldo Camú, el jefe del aparato militar del Partido Socialista. La reunión se hizo en una casa de ellos y fue muy mala. Estaban en absoluto desacuerdo con nosotros y nos miraron con mucho desprecio. Ellos querían actuar, resistir. Habíamos trabajado muy bien juntos, pero en ese momento tan crítico no estuvimos de acuerdo.

De allí, con Toro nos fuimos a la sede de calle Vergara, donde debía concentrarse la Dirección del Partido. Llegamos como a las 7:30 de la mañana. En el lugar se constituyó la Comisión Política y todo el Comité Regional Capital, que era muy fuerte políticamente, la base del equipo central de organización de todo el país. El secretario era Jorge Muñoz Poutays, un hombre brillante. La Dirección había previsto en las semanas previas que si se producía el levantamiento militar, el local de Teatinos se cerraba definitivamente, se sacaban todas las cosas, se escondía o se quemaba lo que pudiera ser capturado y el punto de encuentro, sólo para tomar las decisiones de último minuto, sería Vergara, el recinto del Regional Capital, a las 9 de la mañana.

Todos llegaron mucho más temprano de lo previsto, ya que nadie durmió. Hubo una reunión formal para hacer entrega del mando del Partido a la dirección clandestina, que ya estaba nominada y preparada para asumir. El compañero Luis Corvalán se expresó muy brevemente y repitió en forma sucinta las instrucciones del Partido.

En Vergara se reunieron los jefes de los comités regionales de Santiago más algunos de provincias que por diversos motivos estaban en la capital. Se pusieron de acuerdo en ciertos detalles y salieron a cumplir lo que había que hacer. La mayoría de ellos eran viejos dirigentes del partido que habían trabajado en el aparato interno durante muchos años. Me refiero a Víctor Díaz, Óscar Riquelme, Mario Zamorano, Rafael Cortez y Américo Zorrilla, entre otros. Eran reconocidos líderes del Partido y conocedores de la antigua clandestinidad. Luego venía un grupo más joven pero muy capaz. Ahí estaban Jorge Muñoz, José Weibel y Mario Navarro, el mejor y más joven de los que dirigían el área sindical.

En esa misma reunión Corvalán corroboró lo que el Comité Central había decidido.

–Nosotros no estamos más que cumpliendo las instrucciones que nos dio la Comisión Política. Vamos a intentar salvar a esta parte de la Dirección dejándola fuera del equipo clandestino. Algunos tendremos que salir del país y otros tendremos que escondernos largo tiempo. Los que dirigen son los compañeros designados por la Comisión Política –dijo.

Y agregó:

–También ratificamos la decisión del Comité Central, que implica que si el golpe tiene las características que parece tener, como lo hemos visto desde hace días, eso indica que no fuimos capaces de atraer a una parte de las Fuerzas Armadas para apoyar a Allende. No somos capaces de resistir a las Fuerzas Armadas unificadas y en plan de guerra. Debemos replegarnos ordenadamente para salvar a la organización de la pérdida y de todas las acciones desmedidas de los golpistas. El Partido pasará a tener un papel más importante, porque va ser el Partido que va a quedar más entero. Vamos a pasar a tener mayor incidencia aún en los acontecimientos durante este régimen fascista que se nos viene encima y obviamente las formas de lucha tendrán que ser distintas. Vamos a partir reorganizando el Partido y daremos una principal importancia a la propaganda y a la difusión de nuestras ideas.

Eran cerca de las 11:30 de la mañana. Se escuchaba el tableteo de las ametralladoras y disparos desde diversas direcciones. La calle Vergara, que une la Alameda Bernardo O’Higgins con el actual Parque O’Higgins, estaba rodeada de unidades militares que se estaban movilizando hacia el centro de la ciudad. Era necesario salir de ese lugar. Alguien me tomó del brazo. Era Óscar Riquelme, que me ordenó:

–Usted maneja. Voy yo, usted y dos personas más. El resto se va por otro lado. Vamos.

Llegamos a su casa, en la calle Santiaguillo, muy cerca de Avenida Matta, en el barrio San Diego. La vivienda era modesta, aunque muy acogedora, típica de un viejo y esforzado trabajador. Riquelme era el jefe de todo el aparato militar y de seguridad del Partido, que vivía ya largos años de opacidad política por obvias razones. Su compañera se metió a la cocina a preparar café y en eso llegó el resto de la gente: Víctor Díaz, Mario Zamorano, Rafael Cortez, Jorge Muñoz, Mario Navarro, Américo Zorrilla y José Weibel. La reunión fue muy breve y ejecutiva. Todo se había discutido muchas veces, estaban todos de acuerdo y tenían claros los papeles que debían cumplir. Don Víctor habló –como siempre– en forma pausada, breve y clara:

–De aquí en adelante la vida va a cambiar. Tenemos que aprender a adaptarnos a las nuevas condiciones. Tenemos que ser muy rigurosos en el cuidado del colectivo y ceñirnos a las reglas que hemos pensado y repensado. Vamos a vivir de manera sencilla para pasar desapercibidos.

Se limitó a nombrar no más de un par de responsabilidades, por cuanto el resto les sería informado privadamente. Repasó el método de funcionamiento; los consejos prácticos para constituir los aparatos especiales: enlaces, infraestructura, distribución de los medios materiales, seguridad; y, los aparatos intermedios: los coordinadores zonales, comités regionales, comisiones nacionales.

Luego repitió algunas normas propias de la clandestinidad:

–Lo que cambia es que nunca más nos reuniremos todos, sino por fragmentos. Tampoco nos vamos a ver siempre, usaremos el sistema de buzones y enlaces. No podemos seguir estando juntos todos los días, pero debemos seguir teniendo relaciones inmediatas, mantenerlas pero sin que sean descubiertas. Cada uno sabe sus tareas. Se acabó la reunión. Ahora, un breve tiempo para que ultimemos detalles bilateralmente y nos retiramos.

Pasaron unos 15 minutos donde se trasmitieron datos de enlaces y buzones.

–Está bueno, despidámonos.

Tras abrazarse, estrecharse las manos y darse algunos palmazos en las espaldas, comenzaron a salir. Yo me paré en el pasillo y los fui revisando uno por uno. Les saqué todo: fotografías, carnets, billeteras, libretas, papeles sueltos y toda identificación o referencia personal. Fue poco agradable. Me miraron hoscos. Uno quería llevarse el carnet del partido como recuerdo, otro quería una foto de su familia. Fui implacable, pero nadie protestó, sólo me miraron feo. Junté todo, lo quemé y lo tiré por el desagüe. Abracé a los últimos con la garganta apretada. Nos marchamos a pie cada uno por una ruta distinta. Sólo don Víctor y don Américo se retiraron en auto. Yo mismo me aseguré de que los vehículos que usamos para llegar fuesen dejados muy lejos del lugar.

Era el comienzo de un largo y muy duro período de clandestinidad.

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