Autor: Pedro Cayuqueo, Los Angeles
Héctor Llaitul conversó con La Tercera en Los Ángeles, provincia del Biobío. Muy cerca de allí, en Mulchén, su hijo Ernesto Llaitul Pezoa se encuentra en prisión preventiva por porte ilegal de armamento y municiones.
“Esta es la voz oficial de la CAM”, aclara de entrada Héctor Llaitul Carillanca (48) al recibir a La Tercera. No resulta trivial su comentario. Desde que comenzó a sesionar en Temuco la Comisión Asesora Presidencial para La Araucanía, su nombre y el de la CAM han figurado en todos los medios. Un verdadero carnaval de rumores y trascendidos que Llaitul despeja por primera vez y en exclusiva.
La cita es en Los Ángeles. Veinte kilómetros al sur, en la cárcel de Mulchén, su hijo Ernesto Llaitul Pezoa (20) cumple prisión preventiva. El joven fue detenido el 27 de mayo junto a un activista pehuenche en un control de identidad, que para el líder de la CAM nada tuvo de rutinario. Según el parte policial, el estudiante de segundo año de sociología de la Universidad de Concepción fue sorprendido portando dos armas de fuego automáticas al interior de un bolso. Esto es negado por su familia que acusa un “montaje” de la Brigada de Investigaciones Policiales Especiales (Bipe). El pasado viernes su defensa solicitó por segunda vez cambiar la medida cautelar por arresto domiciliario, atendiendo su arraigo social y condición de estudiante. La petición fue denegada por el Tribunal de Garantía de Los Ángeles. “Están usando a mi hijo, lo tienen de rehén”, denuncia Llaitul.
¿En qué basa esta acusación?
Él fue objeto de una operación de inteligencia político-judicial. Tiene que ver con la situación nuestra como CAM, con el monitoreo constante y los seguimientos de las policías bajo órdenes del Ministerio del Interior. Mi hijo es un reconocido militante de la CAM, un luchador desde temprana edad y en ese contexto se enmarca su arresto y actual condición de preso político.
Pero él fue formalizado por porte ilegal de armas. ¿Es un montaje?
Así lo hemos señalado como familia y lo vamos a probar llegado el momento del juicio oral. No hay registro de huellas de mi hijo en esas armas que fueron periciadas, por ejemplo. Hasta hoy nos habíamos concentrado en solicitar su libertad, demostrando su arraigo social, su perfil de alumno destacado en la universidad, deportista y en la inexistencia del peligro de fuga, pero el tribunal ha sido inflexible. Y lo ha sido por razones políticas.
¿Cuál sería el objetivo de fondo?
En cualquier otro caso Ernesto estaría en libertad a la espera de juicio, con firma semanal u otra medida cautelar. Él está preso por ser militante CAM y por ser mi hijo. Hay una presión de las autoridades y tiene mucho que ver con el contexto actual, con la mesa de diálogo y los llamados que nos hacen a dialogar. Tiene que ver con eso y con el impacto que causó el reportaje de Informe Especial.
¿En qué sentido?
Muchos creían que la CAM ya no existía o estaba desarticulada. Lo dicen a menudo las autoridades, se jactaban de ello incluso y en aquel reportaje demostramos que no es así. Seguimos vigentes y estamos activos en zonas como Alto Biobío y otras donde operan nuestros órganos de resistencia.
¿Son estos Órganos de Resistencia Territorial el brazo armado de la CAM?
Las ORT se constituyen territorialmente y cada acción que realizan, principalmente sabotajes, son reivindicados por zonas. Es lo que quisimos mostrar en Informe Especial, que somos una organización activa, con cuadros y con weichafe (guerreros) que adhieren a nuestro pensamiento y acción política. Y más allá del sensacionalismo o el morbo propio de la televisión, evaluamos positivamente lo que se mostró.
Usted fue citado a declarar al respecto.
Yo fui detenido en Los Ángeles a pocas cuadras del Hogar Pehuenche después del We Tripantu que celebramos en la cárcel de Mulchén. Se me indicó técnicamente que se trataba de una “orden de apercibimiento” por el reportaje de TVN, en una investigación por formación de milicia privada o algo así. Yo me acogí al derecho de guardar silencio y fui dejado en libertad.
En Informe Especial la CAM reivindicó la violencia política como método de lucha. ¿Lo reafirman?
Lo reafirmamos. Pero no somos nosotros los promotores de la violencia política en el sur, la violencia es constitutiva de la formación del Estado en Wallmapu, el conflicto es y ha sido muchas veces violento. Y mucho más para comunidades y familias víctimas por décadas del despojo y el racismo. Tal vez lo novedoso es que hoy existe una respuesta mapuche a esas agresiones.
En la última encuesta CEP sobre la realidad mapuche, un 58% de los mapuches no justifica el uso de la fuerza para reclamar tierras.
Es un ejercicio académico que sabemos de dónde viene. Lo que nosotros observamos a diario es un respaldo y una valoración como justa de la violencia, siempre en nuestro caso acotada a objetivos muy claros y con una ética revolucionaria detrás. Nuestro accionar político-militar tiene como blanco exclusivo la industria forestal y las hidroeléctricas. Como CAM no atacamos iglesias, tampoco parceleros pobres. Y no vemos a los agricultores como enemigos directos.
Uno de los históricos fundadores de la CAM, Remigio Chureo de Lumaco, era pastor evangélico.
Así es, mucha de nuestra gente viene de ese mundo rural desestructurado, colonizado por las iglesias. Y nosotros no podemos ser tan fundamentalistas o puristas al respecto. No es nuestra línea combatir las creencias religiosas.
¿Se desmarcan de los atentados a iglesias y parceleros?
Nos desmarcamos de todas aquellas acciones violentas que no contribuyen a la causa. Y son las expresiones mapuche que protagonizan esas acciones quienes deben dar cuenta de ellas, no nosotros.
¿Es el caso del crimen del matrimonio Luchsinger Mackay?
La CAM no tuvo participación en ello y así lo señalamos en un comunicado. Por desinformación o manipulación política es que cargamos todavía con ese bulto. Esa acción hipotecó parte de la legitimidad moral y ética de nuestra lucha como pueblo.
Días atrás en Temuco el ex Presidente Sebastián Piñera volvió a vincular a la CAM con ese crimen a propósito de la mesa de diálogo.
El ex Presidente está muy mal informado o bien sólo busca confundir a la opinión pública. Lo claro es que Piñera no nos quiere en esa mesa.
Monseñor Héctor Vargas declaró a La Tercera que lo invitó personalmente a formar parte.
Sí, me llamó una vez por teléfono y hablamos. Y le manifesté mis reparos y le señalé que era algo que debíamos discutir como organización. Y la respuesta oficial que hoy puedo dar es que no nos vamos a sumar a esa convocatoria. Quedamos además que sería una charla reservada y él la hizo pública.
¿Qué impide a la CAM sumarse a la mesa de Temuco?
Lo impide el escaso peso político de la instancia, la falta de garantías y su composición, donde destacan actores que no son políticos; escritores, rectores, líderes gremiales, etc. No somos contrarios al diálogo político, somos una organización política y “parlamentar” es uno de nuestros objetivos, pero no podemos sumarnos a una mesa donde se insiste en diagnosticar el conflicto. Somos partidarios de otro tipo de diálogo.
¿Qué tipo de diálogo?
Un diálogo político de alto nivel, con el Estado, con los tres poderes del Estado y que tenga características de acuerdo político. Como CAM estamos disponibles para una tregua con el Estado. Pienso en un “Parlamento”, a la usanza de los tiempos coloniales, entre el Estado y las expresiones de lucha del pueblo mapuche. Los miembros de la CAM no somos los representantes del pueblo mapuche, somos una expresión de lucha junto a otras con quienes deberíamos hacer un frente común.
¿Cuenta la CAM con propuestas para el Estado?
Las tenemos, somos una organización que va a cumplir 20 años y en ese tiempo hemos madurado un discurso ideológico, un planteamiento político y una práctica de control territorial. Nuestro objetivo, el sueño, es la liberación nacional mapuche, esa es la utopía a construir. Somos una nación, contamos con todos los elementos para definirnos así; historia, lengua, cultura, un territorio, la conciencia de ser mapuche. En el camino y tal como lo expresan nuestros documentos, está la lucha por el territorio y la autonomía, nuestras dos banderas.
¿Territorio entendido como “hectáreas de tierras” o bien un concepto geopolítico?
Un concepto más bien geopolítico, el Wallmapu. Y relacionado con hectáreas allí donde hubo y existe despojo. Las forestales deben restituir lo usurpado, nuestro principal conflicto es hoy con esas empresas.
¿Tiene futuro la CAM?
La CAM cuenta con toda una generación de recambio. Mi hijo Ernesto nació con la CAM y muchos militantes tienen su misma edad. Y se van sumando otros cada día. Yo invito al gobierno a dialogar antes que el conflicto escale aún más en confrontación. Se extraña en Wallmapu la vocación de paz que Chile manifiesta como garante del conflicto interno en Colombia.
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