domingo, 27 de agosto de 2017

Este proyecto es un gesto de humanidad y creo que el catolicismo es parte de eso. Elisa Walker.

 
Abogada Elisa Walker: “Este proyecto es un gesto de humanidad y creo que el catolicismo es parte de eso” Tras vivir un embarazo inviable, esta abogada sintió que en Chile las cosas tenían que cambiar. Y se unió a esa lucha. Católica, hija del senador DC Ignacio Walker, Elisa se convirtió en una de las mujeres clave para aprobar el proyecto que despenaliza el aborto en tres causales. Autor: María José O'Shea REPORTAJE
 
Santiago. Abril, 2007.
Elisa Walker Echenique se titula de abogada de la Universidad de Chile, imprime su currículum y se va a parar a los pasillos de Pío Nono. Su plan, que resulta perfecto, es interceptar al profesor Carlos Carmona -en la Escuela de Derecho- para decirle que quiere trabajar con él. Carmona se la lleva a la Secretaría General de la Presidencia y así comienza Elisa su carrera profesional.

Edimburgo. Agosto, 2010.
Elisa vive una pena profunda. Con 27 años, la ilusión de ser madre por primera vez se derrumba. A su hija en gestación, Ángela, le diagnostican síndrome de Edwards. Le dicen que su guagua viene mal, que no va a vivir. Elisa, apoyada por su entonces marido, Francisco Saffie, decide seguir adelante con el embarazo, habiendo podido ponerle fin. Una noche, cuando tenía seis meses de gestación, Ángela deja de moverse. Elisa parió a su hija muerta al día siguiente y comenzó para ella una nueva vida.

Santiago. Agosto, 2017.
En la calle Huérfanos 1234, un grupo de mujeres reza frente a una cuna vacía. Otro, levanta pancartas con úteros dibujados, carteles que dicen “mi cuerpo, mi decisión”. Adentro del edificio, en el Tribunal Constitucional, el abogado Alfredo Etcheberry defiende la constitucionalidad de la despenalización del aborto en tres causales: riesgo de la vida de la madre, inviabilidad fetal y violación. Elisa está nerviosa. Está sentada justo en la fila detrás de Etcheberry. Como asesora legal del Ministerio de la Mujer y Equidad de Género, la abogada lleva tres años trabajando en la tramitación de este proyecto de ley. Una lucha colectiva, por todas las mujeres, dice. Pero es también una lucha personal. Por ella, por Ángela.

Más tarde se conoce el resultado: el tribunal, presidido por el mismo profesor Carmona, da luz verde a la nueva ley. Elisa celebra. En la noche, llega a su casa y hace dormir a su hijo, un niño de cuatro años perfectamente sano. “Fue muy satisfactorio, después de todo el trabajo que hicimos durante tres años. Primero, aunar apoyos desde el Congreso, hasta llegar al Tribunal Constitucional, que falló conforme a Derecho”, dice Elisa.

“Formalmente trabajo en este tema desde mayo del 2014, en que entré al ministerio, que antes era el Sernam. Pero informalmente, estoy en esto desde hace siete años, cuando viví un embarazo con diagnóstico de inviabilidad fetal. Yo estudié Derecho Penal, pasé delitos sexuales y aborto en la universidad, pero nunca fueron temas que me llamaran la atención. Más bien, me interesaba la propiedad intelectual; tengo un magíster en eso y hasta escribí un libro. Por ahí iba el curso de mi vida, hasta que dio un vuelco cuando me tocó vivir esto. Abrí los ojos y me metí en el tema, no solo desde mi propia experiencia, sino también desde las políticas públicas. Entonces, yo vivía en Edimburgo y después me fui a vivir a Londres para hacer un magíster en Filosofía del Derecho y Filosofía Política. Mi tesis lo hice en aborto”, cuenta.

En Edimburgo estaban todas las condiciones para abortar. Más allá de las tres causales que en Chile ahora estarán permitidas y en las cuales has trabajado.

La principal de las condiciones fue tener un equipo médico que entendiera la gravedad de la situación que estábamos viviendo y que nos permitía enfrentar este tema como adultos, respetando nuestro dolor, y respetar nuestra forma de enfrentar este dolor. En el Reino Unido la interrupción del embarazo está regulada mucho más allá de las causales que nosotros regulamos en este proyecto, y esa regulación, de alguna forma, lo que te permite es conversar. Indagar realmente en qué es lo que está sintiendo una mujer o una pareja que está viviendo alguna de estas situaciones que son dramáticas. Ese gesto de empatía que se genera a través de una regulación es lo que nosotros recibimos. Empatía y respeto por nuestra decisión.

Si usted decidió continuar con el embarazo, pudiendo no haberlo hecho, llama la atención que su cruzada sea justamente lo contrario: permitir el aborto en tres causales. ¿Por qué toma esa misión?
 
Antes de haber tenido esta experiencia, si tú me preguntabas sobre una regulación de aborto, yo te habría dicho que estaba en contra. Eso, porque estas discusiones se plantean, en general, como una pugna entre quienes creen en la vida y quienes creen que la mujer puede hacer lo que quiera con su cuerpo. Yo tengo un respeto profundo por la vida humana, por lo que no podía sino estar dentro del primer grupo, pero cuando me tocó enfrentar mi embarazo, me di cuenta de que esos presupuestos están errados y uno puede creer en la importancia de la vida, que se da desde la gestación, pero que también la vida es compleja. Que uno puede tener embarazos límites y en esas circunstancias, por más que uno crea en el valor de la vida, cree también en la dignidad y en la integridad física y psíquica de la mujer. Es ahí donde a pesar de que yo decidí continuar con el embarazo, la posibilidad de haber tomado una decisión me permitió transformar un drama en una historia de amor. Si yo no hubiese podido tomar esa decisión, no sé si hubiese sido capaz de hacer propia esta realidad y haber tenido la convicción de recorrer ese camino y amar en libertad a mi guagua.
 
La decisión fue importante, porque a pesar de que quise seguir, fue también un embarazo lleno de dudas. La angustia es extrema, entonces también puedo entender que haya mujeres que no quieran continuarlo y eso no significa que tomen una decisión banal. Incluso, aunque pueda sonar contradictorio, eso no significa que no amen a sus guaguas. Eso es parte de la complejidad del tema. Yo pensaba: ¿Qué pasa si estas dudas me hubiesen llevado o a tomar otra decisión? ¿Me habrían tratado como una delincuente?

Contradicción

Usted es católica y la Iglesia tiene una posición contraria al aborto en cualquier circunstancia. ¿Cómo lo vive internamente?
En la Iglesia hay muchas voces sobre este tema y creo que si hay algo fundamental en el catolicismo, es la capacidad de sentir compasión y empatía por el otro no como un ideal de ser humano, sino que por los otros dentro de sus realidades y limitaciones. Ese contexto es donde veo que no hay contradicción entre apoyar las tres causales y al mismo tiempo ser católica. Sé que es contradictorio para muchas personas, pero creo que este proyecto, de alguna forma, constituye un gesto de humanidad a mujeres que sufren situaciones límite y creo que el catolicismo es parte de esa humanidad.

¿Cómo ha sentido las presiones en este tiempo? Su padre, el senador DC Ignacio Walker, contó que le hacían unas velatones afuera de su casa para que rechazara el proyecto. Y su familia es reconocidamente democratacristiana. ¿Le pesó?
Todo pesa. En esta discusión legislativa, no hay nada que sea liviano ni banal. Pero sí estuve atenta a las discusiones y en especial valoro aquellas donde existe respeto por las distintas posturas. Pero yo seguí yendo a misa y viviendo mi fe al mismo tiempo que trabajaba en esta materia.

El historiador Gonzalo Rojas escribió una columna que abordaba la relación entre usted y su padre en torno a este proyecto. Decía que él estaba incómodo y que quizás debían inhabilitarse.
Mi padre y yo somos adultos con ideas claras y respetamos mutuamente nuestras opiniones cuando convergen y cuando son distintas. Parece que esa columna desconocía esa capacidad de poder pensar por uno mismo y al mismo tiempo ser familia. Él asumía que había una artificial incomodidad entre los dos y nunca la hubo. Hubo respeto profesional intelectual y emocional por el trabajo que a cada uno le tocó desempeñar.
 
Su padre votó a favor de las tres causales. No así sus tíos, el senador Patricio Walker y el diputado Matías Walker.
Eso da cuenta de que el tema es complejo. Los tres votaron de forma diferente y no me cabe duda de que los tres hicieron un proceso de discernimiento muy profundo. Todas las opiniones son respetables, pero valoro especialmente la votación de mi padre, porque no siempre es fácil salirte de tu propia mirada del mundo para comprender qué les pasa a otros en estas circunstancias y, en especial, ponerse en el punto de vista de las mujeres. Todos quienes votaron a favor del proyecto fueron capaces de mirar a las mujeres que hay detrás de este proyecto y entender que no era una discusión abstracta sobre la significancia de la vida humana, sino que hay mujeres reales que sufren una situación trágica. Fueron capaces de entender que el Estado no puede ser ni indiferente ni tratarlas como delincuentes, sino que sólo queda respetarlas en su dolor y en la decisión que ellas tomen.

Considerando su propia experiencia, ¿qué le provoca la gente que no entiende eso o no lo comparte? ¿Le da rabia?
No me da rabia, porque yo estuve ahí. Porque en algún momento sentía que te hacen elegir entre la importancia o no importancia de la vida. Por eso entiendo que puede haber personas a quienes les cueste pasar este umbral y entienden que en este proyecto de ley se define la importancia de la vida. Más que ellos me den rabia, valoro mucho las personas que sí son capaces de cruzar ese umbral sin necesidad de pasar por lo que yo pasé.

Falta de respeto

¿Tuvo dudas en algún momento?
No. Este tema lo llevo pensando mucho tiempo. Sí mi preocupación era cómo transmitir de la mejor forma lo que está en juego en esta discusión. Por eso, el principal trabajo fue construir un discurso que diera cuenta que este proyecto no es sobre buenos o malos, amigos o enemigos, los que creen en el valor de la vida o no, sino que es cómo el Estado mira a las mujeres que se encuentran en estas tres situaciones, y más que condenarlas a la clandestinidad o tratarlas de delincuentes, es acogerlas y respetarlas. Que las personas vieran a las mujeres que están detrás de las causales, sobre todo la de violación.

¿Cómo vivió esa discusión en el Congreso?
Fue la mas difícil de todas, porque pareciera que la violación es un argumento retórico. Se dice “ahora todas las mujeres van a decir que las violaron”, cuando en nuestro país todos los días hay mujeres violadas; es una realidad. Y es una realidad particularmente compleja, porque tiene rostro de niña, una niña que es violada en forma reiterada por algún miembro de su grupo familiar. Entonces, dar a entender que la violación es un argumento retórico es una falta de respeto.

Tras la decisión del TC, la presidenta de la UDI dijo que la derecha se preocupará de “ver que esto no sea la fiesta de los violadores, dado que no hay obligación de ratificar la denuncia”.
No comparto esa frase. Muy por el contrario a lo que señala la senadora, el proyecto de ley aumenta las posibilidades de investigar el delito de violación al establecer que cuando la víctima de violación que solicita la interrupción del embarazo sea mayor de edad, el jefe del establecimiento de salud deberá informar al Ministerio Público para que se investigue de oficio el delito de violación. En la actualidad, sólo se puede investigar previa denuncia de la víctima, cuando ella es mayor de edad.

Esa es la causal del proyecto que más estuvo peligrando.
Sí, siempre fue la que generó más complicaciones, pero logramos su aprobación en el Congreso y en el TC, donde no me cabe ninguna duda de que el rol de don Alfredo Etcheberry fue gravitante para aprobar la tercera causal.

Pero en su propuesta de Código Penal, él plantea la penalización del aborto incluida la causal de violación.
La regulaba como un eximente de culpabilidad, pero esta era una discusión sobre este proyecto de ley que estábamos tramitando y luego la discusión ante el tribunal era sobre la constitucionalidad del proyecto de ley, la cual se puede dar en múltiples marcos normativos. Él compartió y defendió de forma muy lúcida y sólida el proyecto.

¿Usted lo convenció? Fue una jugada jurídica y política importante.
Nosotros desde marzo empezamos a trabajar con él, con Claudia Sarmiento y William García. Nos juntábamos con él y teníamos largas conversaciones, pero lo que él hizo en el Tribunal Constitucional fue su propio trabajo.

Los jueces del tribunal aceptaron el requerimiento de la oposición, con lo que ampliaría la objeción de conciencia a toda la institución. ¿Cómo lo ve? ¿Qué espera del fallo que se conocerá mañana?
Prefiero no referirme a esos temas, ya que son materias que corresponde a la ministra Pascual tocar. Yo soy funcionaria de gobierno, por lo que creo que no es prudente dar mi opinión, menos cuando aún no conocemos el contenido del fallo.

¿Tuvo la oportunidad de conversar con la Presidenta Bachelet durante la tramitación de este proyecto?
No, yo me he relacionado siempre con la ministra Claudia Pascual.

¿No le parece que va a ser el legado más importante o su sello distintivo?
Estoy segura que el proyecto de ley constituirá un legado importante del gobierno de la Presidenta Bachelet.

Más que el cuerpo

Cuando hace cinco años dio a conocer en La Tercera su experiencia con un embarazo inviable, planteaba que la compasión es un principio clave para regular las tres causales. Más allá del derecho y la autonomía sexual de la mujer. ¿No tiene ver esa autonomía en este proyecto?
Tiene un rol importante que cumplir aquí, pero este proyecto es mucho más que la autonomía sexual de la mujer. Lo que me pasa con eso es que muchas veces la frase que dice “la mujer es dueña de su cuerpo y puede hacer lo que quiera con él” no es capaz de representar lo que viven las mujeres que están detrás de las causales. No es solo lo que hagas con tu cuerpo, sino que hay una dimensión espiritual sobre cómo tu enfrentas estas tragedias y cómo decides sobrellevar esta experiencia de vida, que no es capaz de ser representada con esa frase. De alguna manera, esa frase la hace equivalente a cualquier decisión que tú puedas tomar en tu vida y esta no es cualquiera. La autonomía nos permite decidir cómo vivir nuestra vida, pero en esta discusión también hay una dimensión social, sobre todo en la tercera causal, que es la violencia sexual. No es un problema personal de una mujer que la hayan violado, sino que esas violaciones dicen algo de todos nosotros. De lo que pasa en nuestra sociedad.

¿No es partidaria del aborto libre?
Creo que la discusión es distinta. Hay otros presupuestos que justifican una regulación de aborto a plazo versus las causales. En estas últimas, hay una valoración objetiva de la sociedad de que estos casos son dramáticos, entonces creo que si tienes una regulación a plazo que no exige motivación especifica para interrumpir el embarazo, el diseño de la política pública tiene que ser distinto. Por ejemplo, ahí sí se justificaría tener una consejería disuasiva, que existe en varios países, que es una instancia que tiene como propósito motivar a la mujer para que continúe con el embarazo. En el caso de las causales, creo que no tiene que haber una decisión promovida por el Estado.

¿En todo este tiempo, le tocó hablar con parlamentarios contándoles su experiencia para aprobar el proyecto?
No, yo aquí trabajé como abogada, no como testimonio. Este es un tema doloroso, lo sigue siendo, y si hubiese tenido que hablar de mi propia experiencia, no habría resistido tres años. Además, yo soy abogada y estudié para esto. No correspondía recurrir a mi historia teniendo muy buenos argumentos jurídicos y políticos para defender el proyecto.

Ahora tiene un hijo de cuatro años, ¿cómo fue ese embarazo?
Fue muy distinto, menos ingenuo en el sentido de que sabía que no basta estar embarazada para que las cosas salgan bien. Por lo mismo, tuve la precaución de ir ilusionándome gradualmente a medida que pasaban los meses. No quisimos saber el sexo, ni le pusimos nombre hasta que nació, porque ya había sido muy doloroso despedirnos de una hija. Eso no quiere decir que lo hayamos querido menos, pero tuvimos mucho autocuidado.

¿Y le costó tomar la decisión de embarazarse de nuevo?
No, con eso no tuve ningún problema. Así es la vida, nadie te segura que las cosas salen bien. Tener otro hijo, de alguna manera, era un acto de fe. De seguir creyendo en la vida.

Fichar en la DC

A meses de que termine este gobierno, ¿qué planes profesionales tiene?
Me gustaría formar una oficina de abogados con Claudia Sarmiento, con quien trabajamos en este proyecto, era conocer el otro lado de la moneda. Siempre he estado entre el servicio público y la academia. Ahora quiero probar el mundo privado.

¿Y una carrera parlamentaria?
Tengo mucho respeto por ellos, por todo el trabajo que hacen, pero no me veo ahí.

¿Es militante?
Creo que ahora voy a militar en la DC. Pienso que siempre he sido, pero también tuve un proceso de discernimiento; como muchos en mi familia lo son, no sabía si era algo que quería o casi una costumbre. Pero durante la tramitación de este proyecto me tocó trabajar con muchos parlamentarios y me gusta la compleja posición que tiene la DC en la discusión pública: situarse en la centroizquierda, donde las respuestas no son tan evidentes, pero es un puente que te permite dialogar. Y eso es un valor.

sábado, 26 de agosto de 2017

Venezuela. Bolívar, contra los criados, mal criados, del monstruo imperial. Nos queda la palabra.

Venezuela. Bolívar, contra los criados, mal criados, 
del monstruo imperial. Nos queda la palabra

“Dios, con esta oración hago mío tu deseo, dispongo mis cinco sentidos para servirte. Te he escuchado. El país objeto del que me hablas tiene lo que multiplicará nuestros beneficios. Un país perdido, remoto, cruel con nosotros necesitados, del que nos anuncias sus riquezas. ¡Ay! Dios mío de la Santa Usura, no descansaré hasta que ponga a tus pies la sustancia de ese país cruel. Como es tu mandato, yo, Presidente de Estados Unidos, cumpliré con mi deber cuando sus habitantes, aprovechándose de nuestra circunstancia, me obliguen a que los mate.”

Del libro “Dietario de crisis.”

Bolivar ha quedado para la Historia como El Libertador de América, pues en su día dirigió la independencia de Venezuela, Colombia y Ecuador, buscaba constituir La Gran Colombia. Además influyó de manera definitiva en las victorias militares para la independencia de Perú y Bolivia. Su sueño era una América del Sur unida y libre de colonialismos. Bolivar sembró la semilla de la unidad, de la independencia y del sentido de lo común. Le impulsaron agentes transformadores, contactó con la Logia de Cádiz en estrecha relación con la Logia Americana establecida en Londres, de ésta última partía una gran influencia ejercida por quien iba a quedar como una personalidad política revolucionaria venezolana, Francisco de Miranda. El tiempo de Simón Bolivar fue un tiempo cuya atmósfera provenía del cambio social, la revolución francesa había inspirado a nuestro protagonista, y tras su muerte en 1830 nacieron muchos Bolivar continuadores de sus objetivos anticolonialistas, hasta dar el gran fruto -sin olvidar a Fidel, actor revolucionario inspirador del antiimperialismo-, al pueblo pobre de Venezuela, Chávez de todos los pueblos del Sur.

Qué distintos éstos libertadores de quienes representan los dictados, de dictadura, desde el régimen imperial, que formados bajo el ideario del “destino manifiesto” calculan el robo al mundo, y le llaman democracia si hacen virreyes allí, criados, mal criados.

Los más de 40 presidentes que ha tenido EEUU han ido fortaleciendo el presupuesto de guerra doblando al mundo, es su opción, pues se dicen elegidos por Dios para destruir, es por lo que rezan que los obligamos a que nos maten.

El principio que el imperio quiere destruir es el de las decisiones populares, en su sentido más estricto conllevan poder, y eso le es contrario. Y el pueblo pobre de Venezuela con su poder quiere garantizar lo necesario, y la paz es su firma.

¿Pudo Bush, pudo Obama, puede Trump respetar a Venezuela?. Sus más de 40 presidentes en los más de 240 años de existencia son la cara pública del quien está en contra de toda unidad, independencia y sentido de lo común de los pueblos. Si hablamos de lucha de clases, en Venezuela encontramos la contradicción principal, quien la representa es conocido como el Presidente obrero, un honor para la clase trabajadora, Nicolas Maduro y el pueblo trabajador, el antagonismo mayor del imperio.

El régimen dictatorial Bushiano-Obamiano-Trumpiano en una fase de su Operación Venezuela sus criados, mal criados, consiguieron ganar las elecciones a la Asamblea Nacional, la única de 18 celebradas, e hicieron pública su intención de echar al gobierno en menos de 6 meses: fracasaron, con su arrogancia de criados entreguistas se fueron escurriendo en su porquería hasta pasar la meta de la fecha del referendum revocatorio: más fracaso. Ya habían empezado la guerra económica y pusieron en marcha el terrorismo y el paramilitarismo, y así causaron más de 120 muertes, miles de heridos e incendios, asaltos y atentados contra centros sociales de salud, de trabajo, el transporte de alimentos, medicinas, la distribución, los golpes al ejército bolivariano, … no han dejado nada sin intentar: fracasaron nuevamente. Toda la propaganda de sus empresas periodísticas no hicieron verdad: los goebbels, aun dejando un rastro grave entre la gente del exterior, también fracasaron.

La elección popular de la Asamblea Nacional Constituyente venezolana ha hecho, por última vez, que fracasen.

Y fracasado el primer ejército terrorista de la burguesía por tanta resistencia popular haciendo paz un día y otro, la solución que ha buscado el imperio ha sido la de reemplazar a esos criados, ricos malcriados, para declarar sus próximos pasos: la intervención militar, aplicando por delante primero el bloqueo económico-financiero, comercial y político: es la guerra en no se qué fase contra el pueblo venezolano. El Trumpismo acelera su paso para que el imperio perdure:

tiene que robar, y ese pueblo rebelde con su gobierno es el culpable de que no pueda hacerlo, ese pueblo con su gobierno le obliga a que le mate.

El espíritu de resistencia del pueblo pobre ha hecho conocido a Nicolás Maduro, y sus victorias las expone el representante de Venezuela en la ONU, Rafael Ramírez:

“Estuvimos en el Consejo de Seguridad hasta diciembre pasado, estamos en el Consejo de los Derechos Humanos en Ginebra y en el Consejo Económico y Social (ECOSOC), presidimos la Cuarta Comisión de la Asamblea General, el Movimiento de Países No Alineados y el Comité Especial de Descolonización, es decir seguimos desplegados con nuestra política de paz y solidaridad.”

Los criados, mal criados, del imperio y el mismísimo imperio han fracasado. El Trumpismo tiene dos cabezas, la interna de cada país, los criados, mal criados, y la cabeza principal que arremete en cualquier parte, es el monstruo que hoy amenaza a China, a Rusia, a Corea, a Siria, a Yemen, el que ha destruido Irak y Afganistán, que interviene en la misma Europa en sus fronteras con Rusia y obliga a sus criados, mal criados, a romper acuerdos comerciales con los países del Este, es el monstruo que amenaza a esa Latinoamérica que siente la unidad, la independencia y la defensa de lo común.

En Venezuela la cabeza de los criados, mal criados, se ha dirigido a la principal: el representante de la burguesía fascista venezolana, Julio Borges, ha llegado a la Casa Blanca para rogar a su amo que haga con Venezuela lo que hizo con Irak, con Libia, que la destruya, le ha dicho que le servirá mucho mejor, que debe destruir el aparato estatal y hacer que su pueblo pobre vuelva a la edad media colonial. El representante del fascismo venezolano expresó sin tapujos la dependencia que tiene su clase del crimen de genocidio.

Una enseñanza colectiva integrada en la conciencia es que la construcción del Socialismo en Venezuela tiene innumerables urgencias de poder popular, crear organización política que se haga cargo de toda responsabilidad y señale con buena luz el peligro, fortalecerse ideológicamente es una buena barrera de defensa, y estabilizar lo conseguido; ya ha dado el primer paso con la votación por la Constituyente y ahora vendrá su articulado y la aplicación para hacer frente al bloqueo general, por lo que deberá continuar con la redistribución de la riqueza social, que acelere todo lo que significa no volver a ser colonia. No puede haber marcha atrás. La guerra declarada por el Trumpismo y sus criados, mal criados, va a ser larga y hay que trabajar para que fracasen.

Julián Assange, el fundador de Wikileaks, perseguido por el imperio por descubrirle 500.000 documentos secretos de sus crímenes en Irak y Afganistán, el que debió refugiarse en la embajada de Ecuador en Londres el 19 de junio de 2012 para no ser capturado y no ser enterrado en una cárcel yanqui, ha tratado el caso de Venezuela con ironia: “No entiendo porque Maduro no se apura y adopta la Constitución de Arabia Saudita para que el gobierno de EEUU sea feliz.” Y es que el régimen totalitario imperial no es feliz si hay algún pueblo libre.

Conforme el mundo unipolar se deshace encontramos que la violencia del monstruo crece; hemos sobrepasado el aniversario de cuando el mismo monstruo tiro las bombas atómicas y no ha pestañeado, quizás porque aún las fuerzas que tiene la justicia mundial se debaten en la misma lucha por su independencia. Por si hay dudas de con quien sigue el mundo entero dando pasos diariamente recojan el dato siguiente:

Trump, el gerente del imperio, tiene la responsabilidad de haber tirado de enero al 31 de julio de este año 2017, 20.650 bombas, el 80% de las que Obama mandó tirar en todo 2016: eso ha ido a pedirle a Trump el criado, mal criado, Julio Borges, bombas contra el pueblo venezolano. El poder del criado y del amo se articulan porque:

– Venezuela tiene la mayor reserva de petróleo del mundo.
– Venezuela tiene la mayor reserva de coltán del mundo.
– Venezuela tiene reservas muy importantes de oro.
– Venezuela tiene la segunda mayor reserva de agua de Latinoamérica.
– Venezuela tiene reservas de uranio verde. …

El nuevo Bolivar sabe que sólo se salvará Venezuela con su unidad, su independencia y su defensa de lo común. A la Humanidad, atacada por el salvajismo del imperio, nos queda desde ahora mismo la palabra. En el libro “Con la inmensa mayoría”, del gran poeta Blas de Otero, escojo el poema “Mis ojos hablarían si mis manos” para dar el final a esta nota:

“Callaremos ahora para llorar después? R.D.

Mis ojos hablarían si mis labios
enmudecieran. Ciego quedaría,
y mi mano derecha seguiría
hablando, hablando, hablando.

Debo decir “He visto”. Y me lo callo
apretando los ojos. Juraría
que no, que no lo he visto. Y mentiría
hablando, hablando, hablando.
Pero debo callar y callar tanto,
hay tanto que decir, que cerraría
los ojos, y estaría todo el día
hablando, hablando, hablando.
Dios me libre de ver lo que está claro.
Ah, qué tristeza. Me cercenaría
las manos. Y mi sangre seguiría
hablando, hablando, hablando.”
 
Por Ramón Pedregal Casanova/ Resumen Latinoamericano/ 25 de agosto de 2017.

Así fueron los encuentros de un periodista de El Mercurio con sus víctimas de bullying.

 
“Brotan recuerdos. Son los años 90. Mi niñez mimada y sobre protegida. El rechazo de las mujeres. Los almuerzos familiares y el listado de discursos violentos justificando la dictadura. El talento de mi tío para hacer ruidos de chimpancé cuando un jugador colombiano o ecuatoriano tocaba la pelota. Los chistes sobre cualquier tipo de minoría. El menosprecio a mapuches, gays. El miedo a los primos que me perseguían para pellizcarme las tetas y burlarse de mi sobrepeso”, reconoce el autor.

¿Por qué fui así en la sala de clases? ¿Qué situaciones me conformaron como bully? ¿Había maldad detrás de mis acciones?”.

Estas fueron algunas de las preguntas que hace algunas semanas un periodista de la revista “Sábado” del diario El Mercurio se realizó cuando se ofreció para ser el protagonista de un reportaje sobre un autor de bullying adolescente que quisiera encontrar el perdón de sus víctimas.

¿Conoces algún periodista que haya hecho bullying en el colegio y quiera disculparse de sus víctimas? le pregunta su editor durante una reunión en un café.

Sin medir consecuencias ni efectos, el reportero contesta sin titubear: “yo”.

Tras finalizar esa junta, llegaron a su cabeza todos esos tristes recuerdos juveniles cuando se burló sin filtro de las supuestas debilidades o defectos de sus compañeros de colegio. También llegó el temor de imaginar cómo sería ese momento cuando viera las caras de sus compañeros a los que lamentablemente quizás hirió.

A Claudio siempre lo molestó por el tamaño de su cabeza, por su forma de vestir, su poco talento para jugar al fútbol (su pasión), por cómo saltaba o corría. Un episodio que marcó su bullying a Claudio fue cuando junto a otros alumnos lo eligieron como presidente de curso sólo para causarle vergüenza. La idea, afirma, era hacerlo enojar por todo.

Otra víctima de sus “bromas” fue Isabel, a quien molestaba por su peso y estatura a través de caricaturas e indirectas que no cesaban con el paso del tiempo.

También estaba Mario: “Alto, los ojos soñolientos, aunque quizá, con Mario, la cosa es distinta; de vez en cuando, distraído de algún trabajo, tarde a la noche, visito su perfil de Facebook, tratando de averiguar cómo va su vida, a la que, por supuesto, no tengo acceso, ya que nunca me ha agregado como amigo y yo tampoco”, sostiene el protagonista de esta historia.

Añade que “hablo por mí, tengo vergüenza. Desde que pisó la sala de clases, en tercero básico, me burlé de Mario por cada cosa que hizo. Por su forma para hablar, su timidez para disertar, sus dificultades para tocar la flauta y también la guitarra. Vergüenza de haberlo insultado. De haberlo denigaado ya de grande, sin ninguna intención más clara que intentar herirlo”.

En medio de la elaboración de este reportaje, el periodista acude a la psicóloga clínica y especialista en psicoterapia reparatoria y derechos humanos, Guila Sosman, para entender y dar con las respuestas que explicaran este cruel comportamiento.

En la sesión se llega al foco del bullying. “Brotan recuerdos. Son los años 90. Mi niñez mimada y sobre protegida. El rechazo de las mujeres. Los almuerzos familiares y el listado de discursos violentos justificando la dictadura. El talento de mi tío para hacer ruidos de chimpancé cuando un jugador colombiano o ecuatoriano tocaba la pelota. Los chistes sobre cualquier tipo de minoría. El menosprecio a mapuches, gays. El miedo a los primos que me perseguían para pellizcarme las tetas y burlarse de mi sobrepeso”, reconoce el autor.

A renglón seguido continúa relatando que “las amenazas de mi padres de enviarme a un internado si una vez más me citaban al apoderado en el colegio. Las burlas de mi mejor amigo cuando me caí de espalda en la ducha del baño y quedé semiinconsciente. Y ese llanto manipulador frente a la profesora jefe cada vez que me pedía la libreta, con su risa manchada en nicotina. Las risas del curso. Los retos. Las advertencias. El castigo en casa que nunca llegaba”.

Durante la sesión y en medio de anotaciones en su libro de notas, la especialista Sosman le dice al periodista que “el bullying fue tu estrategia. Tu única estrategia para sentirte bien, seguro, con cierto poder. Era tu atractivo. Tu gracia. No te iba muy bien en los estudios, no te sentías el niño lindo y entonces, claro, tu autoestima y tu autoimagen se basaban en la habilidad de ver los defectos del resto y hacer bromas con eso”.

Precisó que “tenías que ser así para sobrevivir. Porque de lo contrario, y lo sabías, se iban a burlar de ti…era falta de empatía. Tampoco había alguien que te guiara en empatizar con el otro y sensibilizarte un poquito, porque la empatía se enseña. En tu familia estaba esa cultura, mezclada con poca efectividad en la disciplina. No te ponían límites. Además, al día siguiente se estaban riendo del gay de la cuadra o del inmigrante, o qué sé yo. Los niños no son bulleros porque sí. Tú no naciste bullero”.

Pues bien, tras varios días de intentos por fin había llegado el momento que tanto esperó: Reunirse con Claudio (33) para ofrecerle disculpas por todo el daño que le había causado. El escenario para esto fue una schopería ubicada cerca de Plaza de Armas.

Cuando lo ve llegan a su mente horribles recuerdos de cuando le cortó con una tijera los tirantes de la mochila de Claudio, o cuando a veces en el curso le gritaban “cabezón cazuela” o “cabezón caca”.

Lo primero que le aclara Claudio de entrada es que “no creo que ustedes me hicieron bullying. Yo nunca me tomé tan a pecho las cosas que ustedes me decían”.

Al ser consultado por sus razones para nunca responder al brutal bullying, contestó que “nunca me gustó hacer daño… desde chico fui así. Me enseñaron así. Yo a veces intentaba sumarme cuando ustedes la agarraban con alguien, pero era algo que no me gustaba. Para mí, no era válido lograr la aceptación haciendo reír al resto. Menos de ese modo”.

“Es extraño pedir disculpas por haber hecho algo en otro estado de madurez, de todas formas, es necesario que me disculpe contigo”, le responde el auto de este reportaje.

“Dale, está bien. Por ahí yo no necesito perdonar a nadie, pero si las personas que me hicieron daño sienten la necesidad, las recibo”, recibe. En ese momento los vasos de cerveza ya están vacíos y un estrechón de manos cierra esa reunión.

El segundo encuentro fue con Isabel, quien vive hace 10 años en Peralillo, mismo lugar donde también se desempeña como profesora en una escuera rural.

En ese lugar y cara a cara Isabel le cuenta que siempre tuvo buenos recuerdos de él hasta quinto básico. Ese año afirma que ocurrió un hecho que derrumbó todo. En esa época ella y unas amigas se robaron una prueba y él no dudó en acusarlas. Más que eso, lo que le molestó a Isabel fue que el protagonista de este reportaje mintiera diciendo que ella le había pagado por su silencio.

A renglón seguido detalló que de eso en adelante “en más de alguna oportunidad me dolieron las cosas que me decías. Te reías de mi lunar, porque antes me salía un pelo que como puedes ver ya no tengo. Te reías de mí. Pasabas por el lado diciento ‘cómo a las viejas a las que les salen los lunares con pelo’. No lo decías dirigiéndote a mí, pero era evidente. En realidad nunca te burlabas directamente”.

“Estoy deshecho. He borrado de mi cabeza los episodios que Isabel relata, pero no hay manera que sean falsos”, admite el autor, al mismo tiempo que le señala a su ex compañera de colegio que “quiero disculparme y por eso estoy acá”.

Su respuesta fue clara: Tú crees que me hiciste daño, pero es un daño que la verdad no considero. Para mí no fuiste importante. Si un amigo cercano me hubiera molestado, me habría dolido mucho más”.

Camino a casa, el protagonista recibe una notificación de amistad en Facebook de Isabel.

Quedaba, quizás, la reunión más difícil de todas: Mario. “Es el eslabón más duro de esta cadena de abusos y de miedo a ser abusado. Hago la lista: la vez que lo expulsé de la banda. Mi falta de diplomacia, enrostrándole su falta de talento con la guitarra y detalles de lo que a mi juicio componían su personalidad.

Lo primero fue tratar de agregarlo como amigo a Facebook y enviarle un saludo que nunca tuvo respuesta.

Tras hablarle por WhatsApp, jamás recibió comentario alguno y de hecho después fue bloqueado de dicha red social.

“Incómodo, tratando de conseguir un correo para transmitirle mis arrepentimientos, me comuniqué con otro de sus mejores compañeros del colegio. Al día siguiente me avisa que Mario le respondió. Fue un mensaje escueto. La única manifestación suya sobre mis intenciones de contactarlo”, reconoce el autor.

“¿Después de 16 años quiere hablar conmigo? No me interesa”, cerró Mario.

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