miércoles, 16 de agosto de 2017

¿A qué viene Mike Pence, Vicepresidente de EE.UU a Chile?



Vicepresidente de EE.UU busca reforzar lazos comerciales con Chile

La mano derecha de Donald Trump, republicano, conservador y cristiano, se encuentra realizando una gira por Latinoamérica con el objetivo de acercar posiciones respecto de asuntos económicos y geopolíticos. En el medio de un conflicto abierto con Corea del Norte y la posibilidad de una intervención en Venezuela, la segunda cabeza de Estados Unidos busca aliados y respaldo.

Este 16 de agosto Mike Pence, vicepresidente de Estados Unidos, aterrizará en suelo nacional en el marco de una gira latinoamericana que lo llevará también a Colombia, Argentina y Panamá. “Conforme a las instrucciones del Presidente (Donald Trump), viajaré a Centro y Sudamérica más adelante este año, para continuar construyendo sobre el buen trabajo que se está realizando en este conferencia”, dijo Pence en su momento. Martín Espinoza Martes 15 de agosto 2017

El objetivo del periplo, según el comunicado emitido por la Casa Blanca, es reunirse con líderes de gobierno y grupos empresariales “para reafirmar el compromiso del Presidente de profundizar el comercio bilateral y los lazos de inversión con la región, y continuar entregando el apoyo de la Administración a la cooperación en seguridad, las relaciones comerciales, la agricultura, y el desarrollo de la infraestructura”.

En Chile, Pence se reunirá con Michelle Bachelet en La Moneda, que estará acompañada de Rodrigo Valdés, ministro de Hacienda y Andrés Rebolledo, titular de Energía.

¿Quién es Mike Pence?
Michael Richard Pence fue miembro de la Cámara de Representantes de Estados Unidos por Indiana entre 2001 y 2013. En 2013 asumió como gobernador del estado de Indiana en representación del Partido Republicano, cargo en que se mantuvo hasta que en 2016 la convención de su colectividad definió su candidatura a la vicepresidencia acompañando a Donald Trump.

A sus 58 años Pence ha sido reconocido por su ultraconservadurismo y su profundo apego al cristianismo. “Soy cristiano, conservador y republicano, en ese orden”, se ha definió en alguna ocasión. Como gobernador aprobó una ley que permitía la negación de servicios a homosexuales en base a motivos religiosos. Por la presión social tuvo que dar pie atrás.

Debido a su extensa trayectoria republicana, se dice que Pence funciona como el puente entre Trump y el partido. El vicepresidente ha hablado del magnate describiéndolo como “un luchador, un constructor y un patriota”, sin embargo han tenido discrepancias públicas importantes. Pence ha votado a favor en todos los tratados de libre comercio que se han propuesto y ve con buenos ojos una liberalización y apertura de la economía China. A diferencia de Trump, el vicepresidente también ha respaldado el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP).

Los flancos abiertos de Estados Unidos
No es un misterio para nadie que Estados Unidos tiene una serie de flancos abiertos en materia de conflictos internacionales. En ese marco es que la visita de Pence asoma como una buena oportunidad para buscar el respaldo de sus políticas intervencionistas. Así lo señala Fernando Estenssoro, analista internacional: “lo más probable es que esté buscando algún tipo de apoyo o compromiso a las políticas de Estados Unidos en la región, principalmente Venezuela, pero eso no significa que se le vaya a otorgar. Las últimas declaraciones de Donald Trump le quitaron todo el piso posible. Hacía muchas décadas que no se escuchaban declaraciones propias de un aficionado, como lo está haciendo Trump, pero él debe estar buscando apoyo a las políticas hacia América del Sur. Lo que no está claro es cuáles son las políticas, porque el nivel de improvisación no se había visto antes”.

La semana pasada Donald Trump concedía una conferencia de prensa en la que era consultado por la realidad de Venezuela en medio de la crisis política y social que vive el país de Maduro.

– ¿Puede decirnos lo que está considerando para Venezuela? ¿Qué opciones están en la mesa para lidiar con este problema?
– La gente está sufriendo y está muriendo. Tenemos muchas opciones para Venezuela incluyendo una posible opción militar si es necesario.

– ¿Sería una operación militar liderada por Estados Unidos?
– No hablamos de ello, pero una operación militar es ciertamente algo que podríamos perseguir.

Con estas declaraciones el líder estadounidense dejaba abierta la posibilidad de intervenir el país caribeño para intentar resolver la crisis y abría un nuevo flanco de conflicto para el gobierno norteamericano. Juan Manuel Santos, Presidente de Colombia, ya se reunió con Pence en Bogotá. En la cita, el mandatario le solicitó a EE.UU. descartar una intervención en Venezuela: “no debe ser contemplada, nadie podría estar de acuerdo, América es un continente de paz, mantengámoslo así”, declaró en la rueda de prensa posterior.

Ante el llamado de Santos, Pence reafirmó el discurso intervencionista de Estados Unidos e hizo un llamado a los países de Sudamérica a actuar juntos para evitar el avance de revolución bolivariana: “El mal régimen de Maduro ha socavado la Asamblea Nacional, ha amordazado la prensa libre y más de 130 valientes venezolanos han muerto en la lucha por la democracia. EE.UU., Colombia y las naciones libres de América Latina no van a permanecer silenciosas. Venezuela está camino a la dictadura y, como dijo el presidente Trump, los EE.UU. no van a quedarse calmos. Vamos a seguir trabajando con las naciones del hemisferio hasta restaurar la democracia para el pueblo venezolano”, señaló.

La respuesta venezolana no se hizo esperar. Fue el vicepresidente de esa nación, Tareck El Aissami, el que replicó los dichos de Pence. “Desde Colombia el vicepresidente Mike Pence emite declaraciones injerencistas que rechazamos categóricamente. No somos patio trasero, señor viceimperial”, declaró. “Viene usted, señor Pence, a pretender darnos lecciones de democracia y su país exhibe impunemente los movimientos neonazis y el odio racial”, afirmó el vicepresidente venezolano, en referencia a las movilizaciones de supremacía racial que se han desarrollado en EE.UU.

***
Corea del Norte se ha convertido en otro gran dolor de cabeza para Trump y compañía. Desde 2011, año en el que asumió Kin Jong Un como máximo líder de la república, el país asiático ha acelerado su desarrollo de armas nucleares. El 4 de julio, aniversario de independencia de Estados Unidos, Pyongyang lanzó un misil de prueba que alcanzó una altura de 2.802 kilómetros y cubrió una distancia de 933 kilómetros, lo que demuestra que el país asiático podría alcanzar suelo estadounidense si la trayectoria del misil hubiese sido estándar y no vertical, como lo fue.

El gobernante norcoreano, Kin Jong-un, ha señalado que no le temblará la mano si es atacar la isla de Guam, sede de una base militar estratégica de EE.UU. en el Pacífico, mientras que desde Washington, Trump ha insistido en que las opciones militares están listas para entrar en acción. Actualmente no existen certezas sobre la verdadera capacidad nuclear de Corea del Norte, pero Estados Unidos sigue de cerca sus progresos. 
Ante los ensayos, Trump no dudó en responder: “Él (Kim Jong Un) ha estado haciendo muchas amenazas, más de lo normal. Más le vale a Corea del Norte no hacer más amenazas a Estados Unidos. Se encontrarán con un fuego y una furia nunca vistos en el mundo”, replicó. Mike Pence, advirtió al régimen norcoreano que es mejor “no poner a prueba la determinación” del presidente Donald Trump con los programas balísticos y nucleares de Pyongyang: “Esperamos alcanzar nuestros objetivo de manera pacífica, pero todas las opciones están sobre la mesa. El mundo ha visto la fuerza y resolución de nuestro presidente (Trump) en Siria y Afganistán. Corea del Norte haría bien en no ponerle a prueba”.

La visita de Pence a Chile se desarrollará en el marco de este ambiente beligerante entre ambas naciones. Por eso existe la posibilidad de que el vicepresidente estadounidense solicite a La Moneda el cese de relaciones diplomáticas con Pyongyang, a pesar de lo insignificante de las negociaciones entre ambos países.

Pence visitará La Moneda durante la jornada de este miércoles, por la noche, en el hotel Intercontinental, el vicepresidente estadounidense expondrá en un encuentro organizado por la Cámara de Comercio de Estados Unidos, la Asociación de Cámaras de Comercio de Estados Unidos en América Latina y Amcham Chile, por lo que se espera que Pence aprovechará su discurso para enviar un mensaje a toda la región.-------------


Brennan lanza una medida activa contra Bolivia
 
El Encargado de Negocios de la embajada de Estados Unidos, Peter Brennan, -un experto en temas de subversión ideológica-, se ha encargado de “avisarle” al presidente Evo Morales que “Ojalá Bolivia nunca llegue al punto en que está Venezuela”. La respuesta del líder indígena no se dejó esperar: “Bolivia ni Venezuela son patio trasero de nadie”.

Ha pasado algo más de tres años para que el encargado de Negocios de los Estados Unidos, Peter Brennan, terminara de confirmar, este 10 de agosto, el carácter de la misión política, encubierta y desestabilizadora, que se le ha encomendado para Bolivia desde el Departamento de Estado, las agencias y los servicios secretos estadounidenses.

En circunstancias aparentemente no extraordinarias, el hombre que está al frente de la embajada de EEUU desde junio de 2014, aprovechó una actividad pública para hablar con la prensa y lanzar, de manera natural, un mensaje injerencista de múltiples propósitos. “Ojalá Bolivia nunca llegue al punto en que está Venezuela”, fueron las palabras del diplomático estadounidense.

Organizada o no la pregunta de la prensa, Brennan, quien es un experto en subversión ideológica, en su contacto con los periodistas giró entorno a tres aspectos puntuales: la crisis de Venezuela, la posición de respaldo de líderes de izquierda al gobierno y lo que podría pasarle a Bolivia si opta por el mismo camino.

Las declaraciones del responsable de la embajada de EEUU en Bolivia podrían interpretarse como una provocación y un globo de ensayo que forma parte de la estrategia que Washington está desarrollando para desgastar al proceso de cambio y evitar que el presidente Evo Morales se presente en las elecciones generales de diciembre de 2019. En todo caso, no se trata de palabras improvisadas ni mucho menos lanzadas al azar sin esperar efectos políticos dentro y fuera de Bolivia.

¿Cuáles son los objetivos que persigue Brennan? En primer lugar, incidir aún mas en las voces políticas, mediáticas y de sectores de la sociedad civil –todas de oposición-, que critican las diversas manifestaciones de apoyo y solidaridad del presidente Evo Morales con la revolución bolivariana, el gobierno de Nicolás Maduro y la Asamblea Nacional Constituyente.

Las palabras de Brennan son coherentes. La estrategia imperial contempla aislar a Venezuela de la mayor parte de la comunidad internacional, un objetivo que no ha logrado en meses a pesar de contar con la complicidad del incansable secretario general de la OEA, Luis Almagro, quien no pudo reunir un total de dos tercios de votos de los estados miembros del organismo regional para activar la Carta Democrática Interamericana. En Cancún, México, alcanzó a 20 y en el encuentro de Lima, convocado por el presidente peruano, Pablo Kuczynski –similar a Sánchez de Lozada en su fisonomía, la manera de hablar y su forma de pensar-, se aprobó una declaración con 17 países.

Contra Venezuela se ha lanzado una estrategia de injerencia de amplio espectro que contempla elementos y medidas políticas, económicas, militares y mediáticas que tiene por objetivo la destrucción de la revolución Bolivariana a partir de una implosión interna y, si fuera necesario, una intervención militar por “razones humanitarias” como ha advertido el viernes pasado Trump.

En segundo lugar, utilizar la pésima imagen que el aparato mediático ha logrado instalar en el imaginario colectivo de sectores sociales permeables a la estrategia estadounidense para disuadir al gobierno de Evo Morales de no seguir respaldando a Maduro. Se juega con los sentimientos de la gente –el miedo, la indignación y el odio, propias de la denominada guerra de cuarta generación-, para fortalecer certezas en la gente alineada política y culturalmente en contra de los procesos de cambio y construir dudas en algunos sectores que forman parte, en la base social y en niveles de dirección, de estas experiencias revolucionarias elevadas a la categoría de Estado. Es decir, se busca sembrar dudas en alguna gente cercana a Morales.

Por eso, el que “ojalá Bolivia nunca llegue al punto en que está Venezuela” no puede tomarse como una imprecisa reflexión política. No cuando viene de la boca de Brennan. En realidad apuntala el discurso de políticos, analistas y comentaristas que buscan sembrar temor en la gente sobre un hipotético “futuro negro” de la economía boliviana, la cual, para sorpresa no admitida de la oposición, es la que mejor comportamiento experimenta en la región sudamericana y que cuenta con una estructura productiva diversa que disminuiría los efectos de cualquier guerra económica.

En tercer lugar, es una señal de advertencia a Evo Morales y a los movimientos sociales si persisten en la línea del último congreso del MAS, en diciembre de 2016, cuando se aprobó cuatro caminos para garantizar la continuidad del proceso de cambio con la dirección del líder indígena campesino hacia el 2025. Es decir, Morales candidato en diciembre de 2019.

La advertencia al gobierno del presidente Morales fue suave pero no por ello menos profunda. Hay que leer textualmente lo que dijo ante la pregunta de si Bolivia no estaría recorriendo el mismo camino de Venezuela al desconocer los resultados del 21 de febrero de 2016, cuando el NO se impuso por cerca de un punto en el referéndum convocado para marchar hacia la reforma constitucional que posibilitara la participación del binomio Evo-Álvaro en las elecciones generales de 2019. "No voy a opinar o especular sobre la situación de Bolivia, sobre la situación política interna que es algo para los bolivianos para resolver; pero ojalá que Bolivia nunca llegue al punto en que está Venezuela en este momento porque es deplorable y muy lamentable”.

¿Un exabrupto o una línea de acción? Para responder a la pregunta es mejor referirse a la lógica con la que Estados Unidos viene actuando contra el proceso de cambio desde enero de 2006, cuando Evo Morales se alzó con una contundente victoria en diciembre de 2005 al obtener el 54% de la votación.

La estrategia estadounidense para derrocar a Morales se activó desde el principio. Estados Unidos envió al país en 2006 a un embajador experto en la organización de batallas de confrontación abierta: Philip Golberg, quien adquirió fama por su papel en la división de la ex socialista república de Yugoslavia. De hecho, el diplomático apostó por la salida violenta del líder indígena en 2008, cuando la oposición no democrática optó por acciones de hecho como la toma de instituciones públicas, el cerco a la Asamblea Constituyente, el acoso físico de autoridades y dirigentes del proceso de cambio y el magnicidio de Morales. La revolución se plantó, la DEA fue expulsada en junio de 2008 por hacer espionaje político y Golberg en septiembre corrió la misma suerte por intervenir en asuntos internos (reuniones sistemáticas con la oposición no democrática en Santa Cruz).

Después de Golberg, la conducción de embajada de Estados Unidos fue asumida en su condición de Encargado de Negocios por Larry Memmott, quien a pesar de priorizar la línea política tuvo que cargar varias veces con las huellas dejadas por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en operaciones realizadas contra el gobierno de Morales. Al diplomático tampoco le fue bien y junto a su segundo hombre, Mitchel Ferguson, tuvo no más de diez días para abandonar el país. No fue Evo quien lo expulsó, sino el Departamento de Estado que se lo llevó sorpresivamente.

Entre Memmott y Peter Brennan hubo pocos meses de transición a cargo de otro Encargado de Negocios, Aruna Amirthanayagam, cuya tarea única y fundamental fue “limpiar” la casa dejada por el primero, para garantizar una actuación predominante de las agencias para la subversión y la inteligencia a cargo del segundo. Fue necesario apenas dos meses para cumplir esa tarea.

Para muestra, basta tres casos. En la gestión Brennan al mando de la embajada de los Estados Unidos, hay tres acciones abiertas y encubiertas contra el proceso de cambio y el presidente Morales. La primera, la participación de Brennan en el caso Zapata. Ahí está en encuentro del Encargado de Negocios con Carlos Valverde (el que lanzó la denuncia) en el Hotel Los Tajibos, actualmente de propiedad del empresario Samuel Doria Medina, poco antes de que esa “bomba” fabricada y mediática fuera lanzada en plena campaña por la modificación de la Constitución Política del Estado. Pero también está la llegada de técnicos en informática para apoyar la misma operación.

Segunda, al festejar el día de la independencia de su país, en julio pasado, Brennan sostuvo en la ceremonia, donde curiosamente no estaba ninguno de los jefes de la oposición, lo siguiente: “la libertad; la libertad de prensa y expresión; un poder judicial independiente, no partidista y seleccionado mediante un proceso justo y transparente; ser libres de sufrir persecuciones; la protección de las minorías; y el carácter inaceptable del encarcelamiento, la represión o el hostigamiento de los opositores políticos y de aquellos que no se ajustan a la línea de un partido (…) son ideales, principios, intereses comunes y valores universales en los que nosotros en los Estados Unidos creemos firmemente y que, estoy seguro, también compartimos con la gran mayoría de los bolivianos”.

Tercera, una acción permanente y típica de subversión encubierta en algo que a simple vista no desvela nada: la llamada “diplomacia de pueblo a pueblos” como dijo en su discurso. Con este método se ha llegado a comunidades de la provincia Omasuyos, particularmente Achacachi, y de Los Yungas de La Paz, donde “extrañamente” han brotado voces contra las políticas públicas del gobierno. Pero la injerencia de Brennan se encontró, cuando no, con la posición firme de Evo Morales, quien dijo a través de su twitter: “EEUU nos amenaza y olvida que hemos expulsado a su embajador por injerencias parecidas. Bolivia ni Venezuela son patio trasero de nadie”.
 
El perfil de Brennan y los Wikileaks. Brennan –ideal sustituto de Memmott por su perfil- llegó a La Paz en la etapa previa a la recta final de la campaña electoral de diciembre de 2014, cuando Washington esperaba que la oposición conformara un solo frente para enfrentar las aspiraciones reeleccionistas de Morales, quien pasará a la historia por liderar la revolución más profunda de Bolivia y por haber recibido el caudal de votos que la democracia del país no registra antecedentes (el 54% en las elecciones de 2005, el 64% en las elecciones de 2009 y 62% en las últimas).

Brennan, por su experiencia le venía al pelo a los estrategas de Estados Unidos, pues contaba con el conocimiento y la práctica suficiente para llevar adelante la estrategia del “golpe suave”, la nueva modalidad de desestabilización que Washington lleva adelante. Venezuela es la mejor prueba.

El designado como Encargado de Negocios desde julio de 2014 ha desempeñado como segundo al mando en Costa Rica y Nicaragua un papel duro en la injerencia de Estados Unidos, según da cuenta los cables revelados por Wikileaks y otras noticias procedentes de ambos países. En 2007 Brennan presionó al gobierno costarricense de Oscar Arias para que policías de ese país (ante la falta de Fuerzas Armadas) se entrenaran “discretamente” en la academia del Comando Sur.

Durante el gobierno de Enrique Bolaños en Nicaragua, Brennan también jugó un papel de abierta injerencia. En marzo de 2003, el diplomático estadounidense le informó al Jefe del Estado Mayor del Ejército de Nicaragua, General Julio César Avilés, que quedaba suspendida la ayuda militar anual a ese país –estimada en 2.3 millones de dólares- hasta tanto no se destruyeran todos los misiles y la capacidad de defensa militar que el gobierno sandinista montó en casi una década de revolución.

La experiencia de Brennan, al igual que Brown, en lo que USAID y la NED denominan “iniciativas democráticas”, se volcó también en múltiples acciones subversivas contra Cuba: el 13 de enero de 2011, junto a tres altos funcionarios del Departamento de Estado, el diplomático que está en Bolivia aprovechó una visita a La Habana para tratar temas migratorios para reunirse clandestinamente con un grupo de disidentes cubanos cuyas acciones de subversión son organizadas y financiadas por el gobierno de EEUU, según se ha encargado de probar frecuentemente el gobierno socialista.

El diplomático estadounidense, que era uno de los responsables de garantizar estabilidad política para los militares de su país en Pakistán y de promover el viaje de jóvenes de ese país a los EEUU para abordar temas alrededor de “iniciativas democráticas”, fue bastante activo desde su condición de “Jefe de la Oficina de Asuntos Cubanos” en Washington pues impulsó una serie de acciones para lograr la libertad de Alan Gross, un agente contratado por USAID para instalar una red ilegal de telecomunicaciones en Cuba.

Con Brennan a cargo de la “oficina Cuba” las acciones estadounidenses contra el gobierno socialista se incrementaron. No sería nada raro que el hace poco descubierto programa “Zunzuneo” –un programa de “Twitter cubano” para conectar a la disidencia-, haya tenido sus orígenes en la gestión del que será encargado de Negocios de EEUU en Bolivia a partir de julio.

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