Camaleón: La asombrosa vida del agente comunista infiltrado en el empresariado de la dictadura. Rodrigo Alvarado 05 Sept. 2017
El autor de la exitosa trilogía de “Los Cuervos”, Javier Rebolledo, se adentró en la historia de Mariano Jara Leopold, un militante que hizo fortuna en el naciente mundo del retail, fue dirigente de la hípica, casi se casó con Wendy, trabajaba con agentes de la DINE, y se codeaba con empresarios, políticos y militares pinochetistas en plena dictadura, mientras utilizaba sus multitiendas Nadir y algunas propiedades, como escondrijos de armas del PC. Una hebra que tiró hasta deshilachar el manto que ocultaba al desconocido antiguo aparato militar del partido.
Fue en el lanzamiento de “El despertar de los cuervos”, tercer libro del periodista Javier Rebolledo sobre el funcionamiento de la DINA, que conoció a Mariano Jara Leopold. Un hombre alto, robusto, con anteojos y bien vestido. Su nombre no le decía nada, pero igual aceptó su número de teléfono para contactarlo.
La historia que Jara tenía que contarle es una de las más desconocidas y fantásticas de sobrevivencia en Dictadura. La de un comprometido militante del Partido Comunista, bodeguero de armas de un desconocido aparato militar del partido, próspero empresario del retail, dueño de caballos, amante de las vedettes más famosas de esos años, amigo de agentes de la DINE, de empresarios, militares y políticos que fueron parte del régimen. Todo junto y al mismo tiempo.
Un relato tan desquiciadamente temerario que requirió cuatro años de investigación de Rebolledo con el fin de comprobarlo y que se convirtió en “Camaleón” (Planeta), libro que hace un recorrido descendente hacia un mundo de apariencias y engaños, hasta llegar a territorios ocultos en la historia del Partido Comunista de Chile.
MILITANTE COMPROMETIDO La historia de Mariano Jara comienza con un muchacho humilde de La Cisterna que dejó el colegio para ser comerciante y al mismo tiempo, seguir los ideales igualitarios del Partido Comunista. Cansado de ser el vendedor y cobrador de un empresario judío de radios, compra los aparatos en el mercado, los desarma con un amigo eléctrico y se da cuenta de que puede fabricarlos él, comprando las piezas en el comercio. Se cambia a vivir al centro con su esposa y abre su primera tienda, luego vende en Til Til y Rungue, un sector inexplorado. Obreros y temporeros de regiones son capaces de pagarlas, un terreno virgen que lo llevaría a tener 15 tiendas desde La Serena a Linares.
Pertenecía al PC desde su juventud, cuando pegaba propaganda, colgaba lienzos y convencía a nuevos militantes en una célula en La Cisterna. La primera tienda Nadir de Mariano estaba a la vuelta de El Siglo y la imprenta Horizonte. Allí empiezan a esconder la papelería del partido y a hacer reuniones. “Peralta”, Carmen Vivanco y su esposo, Óscar Ramos, son sus primeros contactos clandestinos. Nunca supo quienes iban a dejar cosas a su tienda, pero nota que son otro tipo de militantes, que usan armas y que en las marchas están cerca de dirigentes como Luis Corvalán, Orlando Millas y Pablo Neruda.
“Era un militante comprometido, no preguntaba, sino que pasa las llaves y Nadir se empieza a convertir en la fachada del aparato secreto del partido. Él seguía siendo empresario, la mayor parte del día se dedicaba a su trabajo y en eso el PC fue sabio y lo dejó seguir adelante con su negocio, sin exigirle militancia ni un comportamiento acorde a las directrices del partido”, indica Rebolledo.
Cuando llega la UP al poder es nombrado dirigente en una asociación gremial representado la mediana industria de las radios y se empieza a meter en la parte económica del gobierno. Sin embargo, a meses del Golpe, Mariano es llamado por Víctor Díaz, subsecretario del PC, para exigirle que deje de ser militante y se convierta exclusivamente en el bodeguero de las armas del aparato militar del partido. Lo llevan a una parcela en La Pintana para hacer la transferencia de la propiedad, donde empiezan a llevar armas y a hacer cursos de guerrilla.
Cuando inexorablemente se viene el Golpe, en el PC saben que no podrán enfrentarlo con las armas que tienen. Mariano y los integrantes del aparato militar tienen que mover las pistolas, repartidas en su casa, en sus tiendas y otros lugares secretos. En una ocasión, junto a “Peralta”, su jefe en el aparato, parten a la parcela de La Pintana con su auto lleno de armas, pero quedan atrapados en la fila de un control militar. Jara adelanta al resto de los vehículos, se baja y abraza a los jóvenes militares. Entre su nada austero Dodge Dart, su traje y las adulaciones, lo dejaron pasar. El militante, que ya no lo era oficialmente, empieza a convertirse en un camaleón.
MUÉSTRATE PARA ESCONDERTE En 1974 el partido le pidió a Jara hacer el traspaso oficial de la parcela de La Pintana. Nunca más vio a “Peralta”. Su contacto seguiría siendo Carmen Vivanco, quien luego perdería a cinco de sus familiares, incluyendo a su esposo e hijo, Óscar y “Oscarín”, quienes trabajaban armando radios para Nadir. Su vida empieza a convertirse en una doble vida. A los tres caballos adquiridos tiempo atrás -la hípica era una pasión verdadera-, decidió sumar varios más para, así, transformarse en un dirigente hípico, en el fondo, en un hombre visible. Su meta sería llegar al directorio de la Asociación de Propietarios de Caballos, donde se encontraba la más rancia aristocracia chilena, junto a muchos de los principales personeros de la dictadura.
Según consigna el libro, Mariano Jara decidió camuflarse como un empresario de derecha, idea que le dio “El paco” Ricardo Letelier, famoso en los ‘80 por el spot televisivo donde decía “Cuídese, queremos que usted viva”. En realidad un ludópata, amigo de Jara heredado del mundo de los caballos, quien conocía superficialmente su militancia comunista, aunque, más que eso, le importaba que le financiara una vida de ricos y famosos.
“No sabía que Mariano era del aparato secreto. Juntos se meten en la noche santiaguina. El Mago Cavieres, preparador récord de la hípica chilena; Alberto Guerrero, director de La Tercera y dirigente de la hípica; la vedette Maggie Lay, con quien pololeó, empiezan a ser parte de su círculo. También el empresario nocturno, vinculado al tráfico de drogas, conocido como “Padrino” Aravena. Se empieza a vincular con la máquina farandulera de la noche mientras desaparecen sus amigos”, dice Rebolledo.
Fue en el mismo tiempo en que empiezan a caer las dirigencias clandestinas del PC a manos de la DINA, 1976, que Julio Solís, un viejo integrante del aparato militar del PC conocido como “Enrique”, llega hasta Nadir para pedirle ayuda. Mariano lo esconde en la sede principal de Santiago, junto a su familia, y lo contrata como nochero.
Al mismo tiempo Mariano Jara contrata a dos miembros de la Dirección de Inteligencia del Ejército (DINE) como cobradores de Nadir, amigos de juerga y especie de guardaespaldas. Son el “Mauro” y el “Jorge”, a quienes conoció en la hípica, “sus hermanos”, como les comenzó a decir por esos años. Empieza a publicar insertos en los diarios felicitando a la Junta Militar, a aparecer en la prensa como dirigente de la Asociación de Propietarios de Caballos, habla en contra de Allende.
Por su parte, el partido comienza a poner cuadros del naciente Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), hijo no reconocido del PC, como choferes de los camiones Nadir y en las bodegas, para así trasladar las armas llegadas desde el exterior. En jarrones con miel, adentro de las radios, como se les ocurriera. Todo en las narices de sus “hermanos” de la DINE.
LA CAÍDA DEL REY DE LA NOCHE. Mientras se convierte en un hombre público, un empresario derechista adulador de la Junta Militar y su rostro aparece hasta en los puzles de los diarios, la doble vida y los escandalosos amoríos con las vedettes del momento empiezan a consumir la vida de este hombre, ya con dos matrimonios y cuatro hijas, al punto de dedicarle gran parte de su tiempo a la vida nocturna como dueño de la boite Flamingo.
En esos años, Jara se convierte en vicepresidente de la Asociación de Propietarios de Caballos, estrecha vínculos con Pablo Baraona, ex ministro de Economía de Pinochet y sus dos amigos de la DINE, quienes incluso le ofrecieron trabajar para la inteligencia militar. Sin embargo, la crisis del ‘82 desinfla sus negocios, empieza a cerrar tiendas, traspasa Nadir a su sobrino y en los años siguientes, comienza a vivir entre Santiago y Mendoza.
El año 1986 el partido, a través de Julio Solís, su nochero y jefe dentro del aparato militar, le pide que firme una promesa de compra-venta de una nueva parcela en La Pintana para guardar armas. Vinculada a la fallida internación de armamento del Frente por Carrizal Bajo, era cosa de tiempo para que Mariano cayera también. Ante la emergencia de la debacle que siguió a través de la prensa, ayudó a sacar a Solís fuera de Chile. Para él tenía su propia carta: Humberto Gordon, antiguo director de la CNI y ahora miembro de la Junta Militar, amigo de la hípica, donde habían visto carreras juntos en muchas ocasiones. Le ofrece reactivar un antiguo negocio del que alguna vez hablaron, una discoteca. Gordon acepta. Dos semanas después llega Álvaro Corbalán y los agentes de la CNI a Nadir para interrogar a Mariano.
Según el libro, cuando llega Corbalán con la promesa de compra-venta en sus manos, Mariano reconoce que es cierto, que se lo pidió un empleado, Julio Solís, y que él acostumbraba ayudar a sus trabajadores. Solís era uno de los máximos jefes del comité central y del antiguo aparato militar comunista que ya está operando en conjunto con el FPMR. Corbalán le pregunta quién es Solís, Mariano se hace el engañado y le dice que llame a Humberto Gordon si no le cree. Gordon le dice: “deja tranquilo a Mariano”.
Aunque ganó tiempo y decidió instalarse en Argentina, cayó en el aeropuerto Arturo Merino Benítez, en uno de sus viajes a Chile mientras cerraba sus últimos negocios. El fiscal Torres Silva jamás le creyó.
A la Penitenciaría de Santiago. Cuando llevaba tres meses preso, dice que le cambiaron una pastilla para la presión por otra envenenada. Estuvo a punto de despedirse de todo. Primero Vivian Bullemore y Sergio Coddou, dos abogados prestigiosos fueron sus representantes. Pero sólo Hugo Ortiz de Filippi, a quien conoció en el Flamingo y uno de los principales asesores del ministerio del Interior, consiguió su libertad provisional en 1988.
Apenas salió libre tras seis meses en prisión, se fue a Mendoza con el pasaporte de su concuñado. Así, supuestamente Mariano Jara se quedó dentro de Chile, prófugo de la ley, cuando en realidad se encontraba en Argentina con una identidad prestada.
Sólo en 1991 volvió, bajo la presidencia de Patricio Aylwin y la transición operando. Para dejar de ser prófugo contrató a Jorge Mario Saavedra y Samuel Donoso, abogado PPD que en los últimos años se hizo célebre debido a que, además de concertacionista representaba a Patricio Contesse, el principal operador de Soquimich, corazón del escándalo por el financiamiento ilegal de la política.
LA DURA VERDAD. Aunque fue Mariano Jara, quien se acercó a Rebolledo para que escribiera de su vida, a poco de terminar el libro, ya no estaba tan seguro de lo que estaba haciendo el periodista. Desconfiaba de esta fantástica historia. La decisión de Rebolledo de confirmar parte del relato de Jara con sus amigos de derecha no fue fácil. A pesar de caer por Carrizal Bajo, los amigos de Mariano seguían creyendo en su inocencia. Lo consideraban un tipo derechista.
Además apareció una información clave, que Rebolledo identifica como la motivación de Mariano para contarlo todo. La estafa que lo llevó a la cárcel por segunda vez a mediados de los 90, según él, engañado por altos funcionarios del partido, Guillermo Teillier y Jaime Moreno. El periodista concluyó que al acercarse a él, Mariano pretendía recomponer su honra de militante jugado por el partido y traicionado por estos nuevos dirigentes que durante los años duros ascendieron en la orgánica del PC.
Según el relato, entrados los ‘90 Mariano creó una financiera, especializada en préstamos y captación, labor que venía cumpliendo de forma informal, la de prestamista, desde los años de la dictadura, en la hípica, paralelo a su negocio de las tiendas Nadir. Entonces, un grupo de viejos amigos, militantes comunistas, se acercaron para pedirle préstamos. Eran tiempos duros y necesitaban financiar el diario El Siglo.
Gracias a los préstamos, estrechó lazos con el aparato financiero comunista. Guillermo Teillier, jefe del aparato financiero por esos días le ofreció un negocio redondo: comprar productos “Dos en Uno” y venderlos a Cuba. Cien por ciento de ganancias. Mariano tomó el dinero de la financiera, unos 400 millones, se lo entregó a su partido, y nunca los volvió a ver.
Cuando el negocio capotó, vinieron las demandas por estafa. Saavedra y Donoso, sus abogados, fueron los primeros y Mariano, sin escapatoria y preso por segunda vez en su vida, acusó por la prensa a Teillier por primera vez con su chapa, “Sebastián Larraín”, dejando al descubierto la identidad del jefe de las operaciones del FPMR.
Aunque en su momento el partido negó las acusaciones, entrevistado por Rebolledo, Teillier señaló al periodista que Jara es un usurero que cobraba 7% de interés mensual. Una teleserie con ataques de lado y lado, y mucho dinero perdido.
Guillermo Teillier reconoció los hechos a Rebolledo. “‘Jaime Moreno lo estafó’, me dijo, ‘no el partido’. Le pregunté si sabía que Mariano había sido un miembro muy jugado del aparato militar y me dijo que por seguridad no. Pero me dijo algo que sí es grave: ‘si hubiera sabido eso habría tenido otro trato’. La plata me parece que la usaron para tapar hoyos, no para robar, aunque de todas formas es grave actuar de esa forma”.
En el otro bando, Rebolledo habló con Alberto Guerrero, ex director del diario La Tercera durante gran parte de la Dictadura y cercano a Álvaro Corbalán; con Juan Antonio Coloma, vicepresidente de la UDI; con Francisco Pérez, el agente “Mauro”, uno de los dos “hermanos” de Mariano en plena dictadura, parte de su camuflaje de camaleón. Todos lo recordaban con cariño, nadie sabía que Mariano Jara pertenecía al antiguo aparato militar del PC.
La prueba de su participación, Rebolledo la encontró en la primera parcela en La Pintana que el partido entregó a Mariano en 1973, llena de armas, para que Mariano la cuidara. Jamás cayó y el parcelero que Mariano puso ahí es su actual dueño, Manuel Meneses, quien conversó con Rebolledo. En el libro cuenta que cuando Mariano organizaba el Box de Gala en el Flamingo, programa que se transmitía por la tv de los años ‘80, él hacía los arreglos florales y que en los maceteros escondían las armas. Luego llegaba un compañero se llevaba los maceteros con las pistolas. En otras palabras, las armas del FPMR, trasladadas por los integrantes del aparato al que Mariano pertenecía, traspasaban las armas ante los ojos de todos.
¿Quién era Mariano Jara? Según Rebolledo, “no era un comunista clásico, era un comunista burgués, como Pablo Neruda. A veces se jugaba 10 millones de pesos en el casino porque podía, tenía 15 caballos porque quería. Tratando de encontrarle la verdad a Mariano, pienso que creó su vida en torno a una doble identidad y disfrutó ambas. Él sabe manejar el sistema, porque él sabe exactamente cómo funciona”.
EL ANTIGUO APARATO MILITAR DEL PC. La vida de Mariano Jara es alucinante. Sus historias, la mayoría verdaderas, otras exageradas y las menos, nebulosas, conforman la primera parte del libro “Camaleón”. Sin embargo, Rebolledo desconfiaba de algunas cosas, necesitaba más información y el intento de probar la existencia de un antiguo aparato militar previo al FPMR, al que Mariano decía haber pertenecido, lo impulsó a escudriñar en varios libros, pero sobre todo en la memoria de los viejos cuadros, todos mayores de 90 años.
“La historia me parecía increíble, siempre existió un aparato militar del PC. Ubiqué al jefe de contrainteligencia del partido, David Canales. Me explicó que a la hora del Golpe tenían tres mil cuadros, parte de ellos formados en Alemania y Rusia, unas mil o mil quinientas armas, algunos infiltrados en la Universidad de Chile, en Teología de la Universidad Católica, en Investigaciones. La Teoría de la Conspiración, si bien no estaba ni cerca de ser cierta, no estaba equivocada totalmente en el sentido de que el Partido Comunista se estaba preparando ante la posibilidad de un gobierno socialista y las amenazas vinculadas a ello”, dice Rebolledo.
El origen del aparato militar del PC, como pudo comprobarlo en su investigación, es consecuencia de la “Ley Maldita”, impulsada por el gobierno de González Videla en 1948 y que envió al PC a la clandestinidad. Sin embargo, los primeros antecedentes se encuentran en la fundación del partido, “una estructura destinada a la seguridad interna de la organización, con una formación precaria, la Autodefensa”, explica David Canales en el libro.
La persecución de los años ’50 llevó al partido a robustecer el aparato interno. Así, en 1956 nacen los “Grupos Chicos”, con instrucción paramilitar destinados a la autodefensa, no a las revueltas armadas. “Peralta”, el hombre que fue el contacto de Mariano para usar su tienda de fachada, era ni más ni menos que uno de sus fundadores.
Según sigue el testimonio en el libro, en 1968 los cuadros empiezan a recibir formación militar en Rusia y la RDA: uso de armas, artes marciales, chequeo y contrachequeo, seguridad en la clandestinidad son habilidades que los miembros del aparato militar comienzan a recibir. Con la llegada de la UP al poder, la “cuestión militar” como parte de la estructura formal del partido fue una tarea fundamental.
El rol que cumplió Mariano en toda esta historia tuvo que ver con la decisión del PC de no enfrentar militarmente el Golpe de 1973, lo que sería llevar al suicidio a los militantes, y resguardar las armas para que no cayeran en manos de la dictadura. La crítica de Cuba, la RDA y la URSS sobre los motivos de la caída de Allende, a fines de los ‘70, preparó el camino para la “Política de Rebelión Popular de Masas” de 1980, que incluía la vía armada como forma legítima de resistencia y la entrada en acción del FPMR.
Durante las operaciones de FPMR, Nadir siguió siendo la fachada para la distribución de armamento. Altos oficiales como Raúl Pellegrín y también “Pedro”, jefe de la operación Carrizal, llegaban a la tienda. Nancy, miembro del FPMR y quien como hija de Julio Solís, “Enrique”, vivió allí, cuenta en el libro que “los fusiles llegaban a la tienda, todos embarretinados, como parte de la mercancía de Nadir”.
Rebolledo reflexiona sobre el significado de esta información: “Ahora que sabemos quiénes son los malos podemos contextualizar la historia. Algunos encontrarán heroico que los comunistas se protegieran de esa forma y otros verán una justificación para la acción militar. Pero la historia es clara y los victimarios en Chile fueron de la derecha, no de la izquierda”.
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