1. Los jóvenes varones eran separados del cuidado materno. Se les iniciaba ritualmente a la adultez y sometiéndolos a un proceso de adiestramiento que se prolongaba durante todo el transcurso del Hain, se les enseñaba las tradiciones religiosas y míticas, el comportamiento ético correcto, y las técnicas de caza. Durante su iniciación se los llamaba "klóketen".
2. La instrucción femenina consistía en afirmar la dominación social masculina, los "espíritus" las amenazaban y les infligían castigos.
3. Constituía el principal medio de intercambio social. Aunque el papel de las mujeres era diametralmente opuesto al de los varones, había momentos en que ellas lo disfrutaban.
El etnólogo alemán Martín Gusinde tomó contacto con el chamán Tenenesk en 1919, éste en 1923 lo autorizó a participar en la ceremonia del Hain de la que sería la máxima autoridad. Según algunos autores ese contenido etnográfico estaba en decadencia y las 360 ovejas donadas por Gusinde inducieron a los nativos a representar una comedia ante un auditorio científico. De todas formas el material obtenido es sumamente valioso, en la galería de la derecha presentamos documentos fotográficos. Según Chapman el último se realizaría en 1933 con la asistencia de pocas familias.
Antes de 1880, el pueblo selknam vivía en pequeños grupos que se trasladaban dentro de un "haruwen" (territorio). El Hain era la ocasión para que permanecieran en un mismo lugar, el de 1923 duró cincuenta días; el año anterior había durado cuatro meses, y antiguamente podía extenderse por más de un año.
FUEGUINOS. Martin Gusinde, el último hain. El acontecimiento se difundía con mucha celeridad por toda la isla, los vínculos de parentesco ligaban a toda la población; se estima que en sus últimas épocas (antes de 1880) eran entre selknam y haush unos 4000, y que para el Hain se reunían unos trescientos. La palabra "Hain" pareciera ser de origen Haush, entre los cuales la ceremonia tenía algunos espíritus que diferían con los del Hain selknam, los que a su vez variaban entre los de la parte norte y los del sur. Ninguna ceremonia se repetía tan cual de un año al otro, aunque nunca faltaron los espíritus de Xalpen y Shoort.
Las máscaras y otros disfraces se confeccionaban con cuero de guanaco, corteza de árboles, plumas y pinturas. Se tenía especial cuidado en que las mujeres y niños nunca vieran una máscara sin su portador. El maquillaje consistía en pinturas de colores en la gama del rojo oscuro al amarillo y del negro al blanco. La preferida era la obtenida de una arcilla llamada "ákel" que recalentada se volvía color granate. El consejero del Hain resolvía de un día para otro que escenas se habría de representar. A excepción de Shoort que aparecía día tras día y del "rito de iniciación" del primer día, las escenas no tenían un orden fijo, pudiéndo repetirse varias veces. Alguno de los "espíritus" podían no ser representados. Si las mujeres deseaban ver un determinado "espíritu", con sus cantos podían provocar que apareciese.
El origen de la ceremonia Hain, es explicado por mitos que se remotan a tiempos míticos, cuando las mujeres gobernaban sin misericordia a los hombres.
El origen del klóketen de las mujeres. La figura femenina más extraordinaria era Luna, jefa indiscutida de las mujeres, y por lo tanto de los varones. Su marido, Sol cumplía humillantes tareas por su condición sexual.
Luna decidía cuando debía celebrarse un Hain para que las jóvenes fueran introducidas a la vida adulta, y para que los hombres recordaran que los espíritus eran aliados de las mujeres. Los preparativos de la ceremonia se realizaban en riguroso secreto, como posteriormente ocurrió con los varones.
Una vez comenzado el Hain, un terrible espíritu-monstruo femenino salía cada tanto de las entrañas de la tierra en la choza ceremonial y entraba en funciones. Era la glotona Xalpen, a la que los hombres debían llevar carne de guanaco para saciar su descomunal apetito. Los hombres rara vez veían a Xalpen, enterándose de su presencia cuando estaban fuera de la choza ceremonial por los gritos aterrorizadores con las que los mujeres la recibían. La aparición de otros espíritus era anunciada por los cantos femeninos desde el interior del Hain para que los hombres supieran de su presencia.
Un día, Sol, al volver de cacería con un guanaco, llegó muy cerca de la choza ceremonial, escuchando las voces de dos mujeres se aproximó sigilosamente y las vio ensayando las escenas que iban a representar para hacer creer a los hombres que eran espíritus reales. Comprendió entonces el engaño de las mujeres para mantenerlos sometidos.
Enterado el campamento el masculino, se armaron con garrotes e irrumpieron en la choza Hain, allí se produjo la matanza de las mujeres, Luna cayó vencida sobre el fogón y logró escaparse al cielo transformándose en la luna. Sol se lanzó tras ella convirtiéndose en el astro solar. Así habrá de perseguirla por siempre sin alcanzarla jamás, y Luna quedará mirando a la tierra con su caras tiznada y con cicatrices de las heridas inflijidas en la rebelión. Los hombres se apoderaron del Hain, inaugurando su dominio sobre las mujeres. Se disfrazaron entonces de los mismos espíritus que las mujeres habían personificado.
El mito de los siete shoort principales. Keyaisl y Yoisik, shoort oriundos del norte y sur respectivamente. Según Gusinde, con posterioridad a la aniquilación de las mujeres, los hombres más capaces e influyentes, luego de recorrer los límites este, norte, oeste y sur, se reunieron al este de la isla en un lugar llamado Maustas para construir una choza, cada uno con un gran tronco de árbol crecido en el lugar de residencia. Chapman por suparte, indica que en Maustas la choza se habría construido de roca, con siete postes de piedras arrastrados desde sus comarcas natales.
Estos hombres eran howenh, antepasados que en tiempo mítico se trasformaron, después de su muerte, en distintos seres del entorno natural. Fueron llegando de todo el territorio selknam personajes como Ketaixten (la ballena macho), Tase (el cachalote macho), Ksamenk (el delfín grande), Koojni (el león marino), Kepeyik (el macho grande del lobo de dos pelos), Kojniken (la bandurria macho) y Kran (el hombre sol) entre otros, los cuales deliberaron mucho tiempo sobre la manera de organizarlo, celebrando por primera vez el Hain en Maustas con la misma forma y personajes del rito original realizado por las mujeres.
Hombres fuertes y altos fueron los encargados de levantar los siete pilares principales. Primero comenzó Wacus, luego Pawus y después Senu. Cuando estos tres primeros pilares estuvieron bien asegurados, comenzó a levantar el suyo Sate, luego Talen, después Keyaisk y por último Yoisik. Así colocados los primeros siete, cada uno de estos hombres se ubicó bajo el poste que había levantado y como hombres altos y bellos asumieron el papel de los siete shoort principales. Además de ellos actuaron también otros shoort subordinados, los cuales trajeron más postes para rellenar intersticios; cada uno trabajó en el hueco que correspondía a su terruño, espacio que posteriormente fue el asiento que le correspondió ocupar en la ceremonia. De esta forma los hombres se pusieron de acuerdo, estableciendo un orden que habría sido el que mantendrían hasta tiempos históricos.
El mito de la difusión del Hain. La difusión del Hain se inició en el sudeste del territorio selknam hacia todos los rincones habitados. Korior había sido klóketen de una de las primeras ceremonias de iniciación realizadas en el sur, donde adquirió todos los conocimientos sobre ella. Poseía tierra colorante blanca que llevó hacia el norte para obsequiársela a su abuelo, donde enseñó a los hombres a hacer todo para un Hain. Al realizarlo conoce a Kamsot, al cual se enfrenta en las competencias del Hain, desarrollando pruebas de fuerza como caminar por largos trayectos, correr y escalar.
Kamsot, klóketen del norte, había sido vencido en todas las competencias, no obstante, presumido de los conocimientos que había adquirido, quería superar a Korior. Éste en una oportunidad se dirigió al norte donde encontró una buena cantidad de tierra colorante blanca y brillante; a la noche siguiente Kamsot corrió en la misma dirección y regresó con una hoja de haya verde y otra roja. Después de un tiempo, juntos regresaron al sur realizando diversos desafíos, y durante el período que permanecieron en la choza grande, Kamsot adquirió nuevos conocimientos que llevó a su tierra, desde donde se difundieron hacia otros territorios, organizando la ceremonia al igual que la gente del sur.
Al envejecer Korior, se transformó en una montaña y Kamsot en un papagayo de color verde y rojo.---------------
La ceremonia podía extenderse por más de un año, por lo cual circunstancias medioambientales obligaban a veces de un cambio de ubicación. Para elegir el lugar se buscaba el espacio necesario para las representaciones y lo suficientemente alejado de los campamentos para mantenerese fuera de la vista de las mujeres y niños; las diarias visitas de los espíritus al campamento completaban las exigencias del sitio. Buscaban una pradera completamente rodeada por el bosque. Las chozas dedicadas a la vivienda se ubicaban bajo los árboles en los límites del bosque, teniendo por delante la pradera. En el lado opuesto (a unos doscientos pasos) se construía la choza ceremonial.
A la choza ceremonial se la denominaba como a la ceremonia misma Hain. La estructura consistía en siete postes de madera de haya, que representaban a los siete hombres importantes provenientes de distintas regiones que desempeñaron el papel de Shoort en la primera ceremonia. Cada uno de ellos había cortado un árbol alto y llevado al lugar. Los siete pilares se unían en la punta sosteniéndose mutuamente,
Martín Gusinde cuenta la del Hain de 1923: "... la abertura daba hacia el este. Esta disposición corresponde a una norma de origen remoto: "Los primeros antepasados querían que la entrada diera al este, y nosotros mantendremos esa costumbre". Nuestra choza del Klóketen tenía en la planta un diámetro interior de ocho metros; el ancho de la entrada era, en línea recta de 4,35 metros a ras del suelo, y disminuía hacia arriba hasta la punta del cono. La distancia vertical de la punta hasta el cono, o sea la altura real del cono, era de casi seis metros"
La choza simbolizaba diferentes esferas del universo y este modelo se concretaba sobre la tierra, vale decir la isla de Tierra del Fuego.
Choza ceremonial del Hain de 1923. Fotografía de Martín Gusinte.
El consejero asignaba a cada uno de los hombres que ingresaba un lugar junto al poste que le correspondía a su "haruwen" (territorio). Los territorios en que se dividía la isla superaban los ochenta, y cada uno correspondía a uno de los siete puntos llamados "sho'on" (cielos). Un fogata se encendía en el centro de la choza y se mantenía encendida durante casi toda la ceremonia.
Una línea imaginaria de la entrada (este) hacia el fondo de la choza (oeste) corría a través del fuego. Era considerada sumamente peligrosa; representaba una grieta o abismo que se hundía en las profundidades de la tierra. Se decía que el fuego surgiría a través de ella y ciertos espíritus ascenderían al Hain. Se tomaban todas las precauciones necesarias para no pisarla o traspasarla. ---------------------
Alrededor de los dieciocho años los jóvenes varones tenían su iniciación, en ese proceso se los llamaba klóketen. Para las mujeres no había ninguna iniciación, pero todo adolescente varón debía someterse al Hain. Si el iniciado no conseguía las metas perseguidas tras el primer Hain, debía hacerlo en las siguientes, hasta "graduarse"; después podría casarse. La separación del joven respecto al mundo de las mujeres y niños era absoluta mientras durase el Hain. Cuando las madres volvieran a verlos ya no serían mas niños. Habría aprendido "el secreto" del cerrado mundo masculino, y estaría endurecido tras haber sufrido la humillación, el hambre y la fatiga.
Primer día de la Ceremonia del Hain: El ritual de iniciación. Se celebra generalmente en otoño, eligiendo un día con sol; la lluvia o la nieve haría que la pintura de los hombres se corriera y con ello se revelaría "el secreto". Los últimos preparativos se realizan durante la mañana, las madres de los jóvenes que serán iniciados ("kai-klóketen") pasan las últimas horas en su compañía como si se despidieran para siempre. Los espíritus que aparecerán (los Shoort) se preparan ayudados por otros hombres que van dejando los campamentos reuniéndose en el Hain.
El consejero de la ceremonia, hombre mayor, a veces también chamán, comienza alrededor del mediodía un canto a viva voz que durará una media hora indicando el comienzo del rito. Los aspirantes son pintados con arcilla roja, cuando falta poco tiempo para terminar el pintado aparecen dos Shoort para expresar su impaciencia por recibirlos. Una vez pintados totalmente, se les cubren los hombros con piel de guanaco, y escoltado por un supervisor y su madre sollozante se dirigen a la choza ceremonial. A mitad del camino hacen un alto donde las mujeres se separan.
Klóketen Los dos klóketen del Hain de 1923. En este caso los iniciados no llegaban a los 18 años, motivo por el cual su adiestramiento no fue tan riguroso. Uno de los klóketen es guiado a la choza ceremonial. Los hombres entre cantos forman una rueda contra la pared interior con la vista hacia el fuego. Cesados los cantos, el supervisor le quita la capa, el joven permanece de pie, desnudo e inmóvil. De pronto el consejero le grita :"¡Mirad arriba!", el supervisor le toma la cabeza y la sujeta en esa posición. En tanto salta un Shoort como si surgiera del fuego con los brazos arqueados hacia abajo y los puños cerrados.
Al klóketen le sueltan la cabeza, el espíritu esta delante de él, le agarra las rodillas y pugna por derribarlo. Él como se lo han indicado trata de mantener el equilibrio. El Shoort se mueve a su alrededor, resoplando como dominado por una gran excitación sexual, repentinamente aferra los órganos genitales del klóketen los aprieta con fuerza durante un tiempo para finalizar con un fuerte tirón con ambas manos, dejándolo aturdido por el inmenso dolor y aterrorizado por lo que puede venir después.
El Shoort nuevamente se aferra de sus rodillas, pero esta vez lo derriba, los hombres le ordenan a los gritos. "¡Pelea!¡Agarra al Shoort!" Comienza la desigual lucha, pues nunca se debe vencer al Shoort, quien si el combate escapara de control podría morderle lo genitales o quemarlo con un tizón. Cuando esten exhaustos el consejero declarará el fin de la contienda. Cuando el klóketen comienza a recuperarse, recibe una orden del supervisor, señalándole la cabeza de Shoort le dice: "¡Toca a Shoort!, ¡¿Es de piedra o de carne?!".
Shoort impasible está en cuclillas con las manos entre las piernas. El muchacho pasa sus dedos por su cabeza y cuello, hasta que alentado por el supervisor le agarra la cabeza, y le levanta la máscara. Entonces uno de los mayores le grita:“¿Quién es? ¿Podrá ser un hóowin (antepasado mítico)?” Otro agrega: “¿Quién podrá ser? ¿Acaso un woo (yámanas)?”. Cuando el klóketen reconozca al actor, todos los hombres echarán a reír con ganas.
El rito finalizara cuando el klóketen extenuado y exultante reciba el símbolo de hombría: una vincha triangular de piel de guanaco ("k'ochel"). Ahora sabe que Shoort no es más que un hombre, y tal vez ya sospeche lo mismo de los demás espíritus, Desde el primer día y durante toda la ceremonia, le relatarán los mitos del Hain. Se le narrarán las historias que explican los orígenes del mundo y la sociedad, haciendo hincapie´en la traición de las mujeres "hóowin" (míticas) y su maltrato a los primeros hombres.
Se le advertirá que jamás deberá revelarles "el secreto" a las mujeres como tampoco mencionarles lo que sucede en el Hain, la pena es la pérdida de vida de él y la mujer a la que confió el secreto. Algún tiempo después se le hará confesar si ha tenido relaciones sexuales (aunque, si ha sido así, no está obligado a dar el nombre de la muchacha). Se le enseñará a respetar a las mujeres y a las personas mayores, a compartir la presa que haya logrado cazar y a quedarse siempre con la peor parte; a ser generoso y responsable, a atender a su familia.
Aunque no se lo volverá a atormentar o torturar, estará sujeto a severas disciplinas a lo largo de toda la ceremonia. No debe hablar nunca en el Hain, a menos que sea para responder una pregunta. Sólo puede reirse cuando desenmascara al Shoort. El supervisor le impedirá relajarse, debe estar atento a todo lo que sucede en la choza ceremonial. Mientras esté sentado debe mantener las piernas estiradas hacia adelante, con la vista clavada en el fuego, sin mirar a otro lado. Para rascarse debe utilizar un palito del que lo han provisto y no las uñas. Se alimenta con frugalidad, duerme poco, a veces lo despierta antes del alba para salir de cacería, la cual puede durar de tres a cuatro días. Tiene que pintarse todos los días. Se espera de él que mantenga siempre una conducta circunspecta y alerta. ---------------------
Luego del ritual de iniciación del primer día, la ceremonia continuará con diversas escenas, Shoort visitará todos los días el campamento; los demás espíritus harán presentaciones especiales que se repetirán o no con diferentes frecuencias. De estas actuaciones te podrás informar desde el tratamiento particular dado a cada uno de ellos (índice superior izquierdo).
Habrá ritos especiales como la Danza del Kewánix y el Chowh-toxen (para conjurar el mal tiempo). A los klóketen se los tiene ocupados todo el tiempo, las mujeres lo saben, pero piensan que obedecen las órdenes despóticas de Xalpen, y que ésta en cualquier momento puede matarlos en un estallido de furia. Imaginan a los muchachos trabajando sin desmayo para salvar sus vidas. Cuando creen que Xalpen ya ha surgido del inframundo al Hain, las mujeres le dedican cantos para aparciguarla y consolar a sus hijos. La avidez sexual de Xalpen y sus frecuentes encuentros amorosos con los klóketen, harán que quede embarazada. Cuando está a punto de alumbrar, se vuelve aún más iracunda por los dolores del parto. Es un momento culminante en la ceremonia.
K’terrnen. El “bebé” K’terrnen, sostenido por Tenenesk, consejero de la ceremonia; para ser presentado a las mujeres en el Hain de 1923. Primero, Xalpen da muerte a todos los klóketen, y después a casi todos los hombres, destripándolos uno por uno con la larga y filosa uña de su dedo índice. El Hain se estremece como si temblara la tierra. Los alaridos horripilantes de Xalpen resuenan entre las chispas y las llamas que salen por el techo. En medio del gran tumulto se escuchan los agudos quejidos de las víctimas; las mujeres reconocen las voces de cada víctima, y en vano intentan cantos para aplacar a Xalpen.
De pronto, el Hain enmudece, casi todos los hombres han sido exterminados. Los pocos sobrevivientes, levantan los cadáveres de los klóketen que han sido rociados con sangre de guanaco, y angustiados los van sacando del Hain con lentitud. Las mujeres se acercan al Hain tanto como les está permitido, mientras cantan lamentos por los klóketen. Durante esta escena, los presuntos muertos que quedaron en la choza ceremonial, salen subrepticiamente y pasan la noche en el bosque.
Olum, un pequeño ser es el restaurador de la vida. Pocas veces visto por el público, este chamán es tan poderoso que las cicatrices desaparecen a medida que cura las heridas y devuelve la vida a las víctimas de Xalpen; tarea que también desempeña con la matanza de Halaháches, el espíritu masculino del cielo. Al día siguiente de la matanza, los hombres vuelven a hurtadillas al Hain, Olum realiza su "trabajo" y el glorioso acontecimiento es indicado con el sonido de un rápido y suave palmoteo acompañado por chasquidos vocalizados contra el fondo del golpeteo rítmico que los hombres realizan sobre la tierra con los puños. Las mujeres felices vuelven a entonar cantos para apaciguar a Xalpen.
De pronto ¡Xalpen da a luz!. Al recién nacido se la el nombre de Keternen (K’terrnen), puede ser hombre o mujer, siempre representado por un klóketen delgado. Este acontecimiento que sigue a la restauración de la vida por parte de Olum es anticipado de modo especial por las mujeres. Empiezan a entonar cantos de bienvenida para que lo saquen del Hain y así poder ser admirado.
Como recién nacido debe ser sostenido, ya que apenas puede caminar. Esa tarea la debe llevar a cabo el chamán o el consejero del Hain, o ambos que para el evento llevan una vincha de plumas y una capa vuelta hacia adentro. La ceremonia propiamente dicha tiene un final sencillo: los participantes masculinos deciden por algún motivo que debe terminar. Shoort efectúa su última visita diaria y el supervisor anuncia al público que la ceremonia ha concluido. --------------------------
Tanu, es enviada por su hermana Xalpen, para que sean representadas escenas, entre ellas la gran procesión llamada Kewánix. Los hombres se preparan para la escena pintándose de rojo. El que va a encabezar la danza se pinta además una franja blanca longitudinal desde el cuello hasta los genitales y todos se punzan la nariz hasta que la sangre les chorrea sobre el pecho.
Tanu surge con lentitud del Hain, luego aparece una hilera de jóvenes rojos y desnudos; en tanto el líder, manchado de sangre, se toma las caderas con las manos, los demás ponen las suyas sobre los hombros del que va delante. El paso es muy corto, lento y cansador. Se pinchan la nariz con un palito puntiagudo que llevan, mientras avanzan bailando hacia la enorme fogata. La rodean cantando y golpeando el suelo con los pies.
Las mujeres ocupan sus lugares habituales con la particularidad de que ahora las solteras también pintadas, forman una rueda en el terreno dedicado a la danza. La hilera de los hombres rodea y cierra por fuera la ronda femenina, a medida que giran alrededor de ellas, las mujeres tratan de limpiar la sangre de la nariz o el pecho del hombre favorito con un trozo de piel de guanaco. ----------------------------------
Para conjurar tormentas de lluvia o nieve, se celebra un rito que se llama Chowh-toxen ("agua-seco"). Cuando el mal tiempo amenaza continuar, el consejero ordena que se ejecute este ritual. Un grupo de jóvenes varones se desnuda y se ciñe a la cabeza una corona de pasto seco. Salen del Hain en fila, cantando y bailan hacia el centro del escenario, donde el fuego está casi extinguido. Giran a su alrededor y luego se dirigen a alguna fuente de agua de las cercanías. La circundan con los brazos enlazados, mirándola cantan, mientras giran cada vez más rápido, primero en un sentido, luego en el otro.
Las mujeres de más edad comienzan a cantar, mientras las muchachas, valiéndose de baldes de cuero, arrojan agua sobre las espaldas de los jóvenes mientras éstos giran. Si se agota la provisión de agua, les arrojan bolas de nieve. Cuando las chicas se cansan, los jóvenes se toman de la mano y regresan al Hain danzando a paso rítmico. Este ritual puede repetirse varias veces en el mismo día o en los siguientes, hasta que el tiempo mejore.
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