viernes, 12 de agosto de 2016

Hablando del violento desalojo a familias del Campamento “La Pampa” de Alto Hospicio ordenado por Gobernación de Iquique

 











 10 de Agosto 2016.- Durante la jornada del lunes 8 de agosto, el campamento “La Pampa” en Alto Hospicio (Provincia de Iquique) fue desalojado por FF.EE. de Carabineros en un violento operativo policial. En conversación con Resumen, el abogado de la Federacion Nacional de Pobladores, Sergio Chamorro, señaló que fueron más de 600 familias las que fueron abandonadas a la intemperie en el desierto y que durante las últimas horas han continuado sufriendo allanamientos sucesivos por parte de Carabineros. En este contexto, Alfonso Flores Barrera de 47 años, un poblador de la zona, falleció en el lugar, probablemente a causa del intenso frío nocturno y un delicado estado de salud. El dirigente de la federación denuncia el accionar de carabineros que actuó sin enviar notificaciones a los pobladores y además, repudió las actitudes xenofóbicas y nacionalistas que se realizan cotidianamente contra familias inmigrantes que llegan a establecerse en las periferias urbanas de las ciudades del norte de Chile. ALBUM JOSÉ QUIROGA FB

El pasado lunes 8 de agosto, se concretó la orden de desalojo de la Gobernación Provincial de Iquique para desalojar la toma “La Pampa” que albergaba aproximadamente a 2000 vecinos. El abogado de la Federación Nacional de Pobladores (FENAPO) Sergio Chamorro, señaló que “esta toma tiene hartos paños, el que desalojaron el día lunes fue de 600 a 700 familias, estas familias quedaron a la intemperie porque la presión fue la siguiente: llegaron los pacos y dijeron que los que tenían que desalojar eran los propios vecinos, les dijeron que sacaran sus cosas, que desarmaran todo, que las subieran a un camión y se fueran a un lugar que ellos les dirían, pero les expusieron condiciones, las condiciones eran, que sean chilenos, que sean familias vulnerables, es decir aplicando la actual ficha de proyección de hogares, que es la ficha de la desigualdad etc. En ese contexto se produce el desalojo de las 600 familias, obligando a que ellas mismas desmontaran, y como no lo hizo un buen grupo de ellos, fue donde ingresó carabineros y así fue como mojó, golpeó, pegó y pasó lo que todos vimos” indicó.

Consultado acerca de la situación en que se encuentran las personas que fueron desalojadas, el dirigente señaló que “Quedaron todos a la intemperie, nunca se supo donde iba a ser el terreno donde iban a ser trasladados, porque llegó Carabineros en la noche y les dijo: disculpen, no sabemos cual es el terreno, Bienes Nacionales no nos ha dicho donde van a ser trasladados por lo tanto les dejamos 72 horas acá a ustedes y en 72 horas vamos a venir a desalojar de nuevo, esa sería la contradicción y hoy en la mañana [ayer] se produce otro desalojo, o en realidad un allanamiento, y ahí fue donde falleció este vecino”, señaló el dirigente.

Muere un poblador de 47 años por hipotermia y delicado estado de salud.

Según primeras informaciones, el vecino Alfonso Flores Barrera, poblador de 47 años, murió por hipotermia luego del desalojo en un sector que estaba con vigilancia policial para evitar la retomas de terreno. Además, medios locales han señalado que Alfonso Flores se había atendido en un centro asistencial durante este fin de semana, por lo que se presume que el poblador presentaba un estado de salud delicada al momento de los desalojos que lo dejaron a la intemperie, a merced del frío nocturno del desierto.

En la toma “La Pampa” se encuentra una significativa proporción de familias y pobladores inmigrantes de otros países de la región, principalmente Bolivia, Perú y Colombia. “Lamentablemente, el odio patriota golpea muy fuerte por estas zonas” señaló Sergio Chamorro, quien indicó también que en la toma se encuentra gente de comités articulados dentro de la FENAPO, como también un sector que es liderado por el diputado Hugo Gutiérrez del Partido Comunista. El abogado de la Federación de Pobladores denunció que: “Hugo Gutiérrez sabía de este desalojo antes que Carabineros enviara notificación, porque nunca llegó ninguna notificación a la toma” agregando que el gobierno y medios de comunicación han bajado el perfil de la violencia y los atropellos sufridos por los pobladores en las últimas jornadas, así como de la muerte de Alfonso Flores.

Finalmente, consultado por las acciones que seguirá la organización de pobladores, Sergio indicó que “La FENAPO toma la decisión de la movilización nacional de los pobladores y pobladoras de Chile, ya que hoy un poblador ha sido asesinado por el gobierno, por no tener vivienda digna, por lo tanto nos movilizaremos a nivel nacional” señaló.
La guerra en Siria, como todos los otros conflictos actuales en Oriente Medio y el Magreb, y de forma generalizada cualquier conflicto bélico, aporta a unos pocos negocios millonarios. Mientras la región se desangra en un conflicto sin horizontes de solución en el que participan una diversidad de actores incapaces de conciliar, hay beneficiarios directos de la situación. El tráfico de armas, de drogas y ahora de migrantes crece de manera constante mientras los enfrentamientos no cesan.

Particularmente en Siria, el conflicto armado se inició en 2011 cuando en el contexto de la denominada Primavera Árabe una serie de grupos heterogéneos con diversos objetivos y planes de acción – como el Ejército Libre Sirio, el frente Al Nusra (vinculado a Al Qaeda), el Estado Islámico o los separatistas del Kurdistán – comenzaron una pugna por el poder ostentado por el presidente Bashar Al Assad. Desde 2011 a la fecha los grupos rebeldes, moderados o extremistas, obtienen financiamiento de diferentes sujetos internacionales, cuando no se financian a través de actividades ilegales vinculadas a la producción de narcóticos y al tráfico de armas. Las mafias turca, búlgara, italiana, y otros sectores locales del hampa, sencillamente ingresan en el conflicto aprovechando sus frutos espurios, haciendo uso de las fronteras permeables que ha generado la movilización de refugiados para exportar e importar productos (y personas) desde y hacia las zonas calientes.

Acusaciones encontradas aporta Occidente en la materia, haciendo cada vez más compleja la identificación de autores concretos, responsabilizando incluso a la CIA y a la OTAN por el crecimiento de los delitos de tráfico en la región en la que registran una permanencia notable.

Guerra y opio. Desde Afganistán procede la mayor cantidad de producción de heroína que circula por Oriente Medio. El país invadido por Estados Unidos como consecuencia de los hechos del 9/11 es el principal proveedor de esa sustancia consumida en Europa, tanto así que es capaz de abastecer el mercado final de manera completa. Algunos se atreven a considerar que la potencia norteamericana ha tenido una fuerte incidencia en el crecimiento de la producción, aunque más no sea en la crisis reinante que produjo en el país árabe luego del desembarco de sus tropas en 2001. Lo cierto es que esa producción de heroína se escurre hacia Europa a través de varias rutas; una de ellas es la del conflicto Sirio. Los yihadistas del autodenominado Estado Islámico se han hecho con el control de algunas de estas rutas que atraviesan el norte de Siria e Irak e ingresan por las endebles fronteras del Kurdistán hacia Turquía, donde esperan las mafias de los babas.

El negocio para el Estado Islámico es inestimable en términos económicos, ya que como otras actividades de los yihadistas (extorsiones, pagos de tributos, exportaciones ilegales de petróleo) son fluctuantes de acuerdo a la ocupación efectiva de territorios y a las vicisitudes del conflicto armado, pero son fundamentales para la continuación de su lucha armada. Fundamental resulta también la provisión de anfetaminas para las tropas rebeldes (principalmente del llamado “captagón”); ya que a la inversa de la heroína que viaja desde oriente hacia Europa, Siria ha sido por mucho tiempo territorio de paso de drogas sintéticas que pasan desde Europa (del Este principalmente) hacia los países ricos del Golfo.

Reportaba la Oficina de Naciones Unidas para la Droga y el Delito en su informe anual de 2010 que las interceptaciones de anfetaminas en Medio Oriente habían crecido sustancialmente, apareciendo luego de iniciada la guerra civil en Siria como un país de consumo. Siria toma una parte de los envíos de sustancia y exporta el resto utilizando el excedente de la operación para adquirir armamento.

Bulgaria aparece como un actor de esta última operación comercial. Los inicios de la mafia de Sofía en la comercialización de estimulantes se remontan a 30 años atrás, cuando se exportaba fenetilina a Alemania bajo el nombre de “captagón”, muy cotizado entre jugadores de fútbol de la Bundesliga. El negocio búlgaro mutó luego hacia Oriente y África, modificando la composición química del captagón inicial hacia una anfetamina mezclada con cafeína para producir efectos anestesiantes entre las tropas extremistas. Sucede que este tipo de estimulantes inhiben sensaciones como el hambre y el sueño o el dolor, siendo muy útiles para los combatientes.

La mafia italiana del sur, como la Camorra, también ha aparecido vinculada a los asuntos ilegales de ISIS, con la detención en Sorrento, en el mes de marzo de Aziz Ehsan, un presunto contacto de la mafia napolitana con la yihad en tráfico de drogas y lavado de activos provenientes del narcotráfico. Como se ve, los involucrados son dispares y siempre ligados a los negocios ilegales locales, explotando los recursos en crisis para beneficiarse de la ausencia del Estado o la corruptela del mismo.

Guerra y armamento. La relación más estrecha con los delitos de intercambio ilegal se da en este ámbito y evidencia el camino opuesto en la cadena comercial internacional: mientras que los narcóticos viajan generalmente del tercer mundo hacia los países desarrollados; las armas son producidas por los desarrollados para el tercer mundo y los contratos en muchas ocasiones son oficiales, además de millonarios. Del comercio oficial de armas, el 70% procede de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU: Estados Unidos, Rusia, China, Francia y Reino Unido y entre los 10 primeros fabricantes se encuentran también Alemania, España e Italia.

La triangulación estadounidense la llevaría a cabo Arabia Saudita. Entre 2010 y 2014 la monarquía árabe recibió armas por un valor de 90.000 millones de dólares. Gran parte de esas armas son llevadas a los grupos que combaten contra Al Assad, aliado del chiísmo que enfrentan a las monarquías árabes. Por su parte, Rusia se interesa en sostener al régimen Sirio mediante el envío de armas a sus ejércitos regulares porque así sostendrá su base militar mediterránea de Tartus.

De esta manera, ya sea de manera oficial o ilícita, las armas que ingresan al conflicto armado en Siria proviene de Europa y hace el recorrido inverso que realizan los migrantes y los estupefacientes. Las rutas para lo ilegal nuevamente son las zonas permeables, los lugares de difícil acceso estatal o de corrupción desmedida de las autoridades. Como en el tráfico de sustancias aquí también existen acusaciones cruzadas por parte de las potencias occidentales. Mientras Rusia sostiene que Estados Unidos está detrás del comercio de armas en la región, gran parte del armamento que circula tiene sello de producción ruso, o soviético, en tanto los ex Estados de la Unión han continuado comerciando las armas desarrolladas en sus complejos militares previo a la desintegración de la URSS –especialmente en cuanto a armamento químico-.

Desde el otro lado del mapa, se estima por ejemplo que Ceuta y Melilla son corredores de armas que provienen de Bélgica o Francia y que viajan a Oriente Medio a través de Marruecos hacia el Líbano, frontera esta última de gran extensión con Siria, de copiosa circulación y muy compleja de controlar para las autoridades libanesas. Las armas traficadas no sólo son fusiles u otras armas largas sino que, como la artillería antiaérea, los lanzamisiles o los antitanques son materiales que requieren un resguardo mucho mayor para la circulación, siendo mucho más sencillos de advertir en cualquier control. De esto último puede advertirse que la complicidad de las autoridades es mucho mayor que en el caso de los estupefacientes.

Guerra y personas. Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) más de 1.000 personas han muerto en las últimas semanas en el Mar Mediterráneo y otras 13.000 han sido rescatadas al tratar de vadear hacia territorio europeo. Pero, el cruce desesperado de refugiados ha sido monopolizado por traficantes que ganan miles con cada pequeño bote que sale de las costas. Dependiendo de la procedencia del migrante y del punto de partida el viaje cuesta en promedio unos 500 euros por persona, y otro tanto la adquisición de documentos para la salida del país de origen y el ingreso en territorio europeo. Los más cotizados son, claro, los pasaportes sirios, en tanto implican la presunción de que el migrante lo es por la guerra y no por motivos económicos.

Aquí nuevamente se aprecia la presencia de los babas turcos, que controlan la partida de los botes semirígidos de tan sólo una docena de puntos en la costa mediterránea, por lo que es presumible la connivencia de las autoridades turcas, vinculadas, para algunos, con la desestabilización de la situación migratoria en Europa.


No hay sectores locales totalmente probos; pareciera que el delito transcurre y el grupo que a su paso encuentra es conminado a participar de él, sean yihadistas, rebeldes moderados, o autoridades gubernamentales. El ejército libre de Siria se ha hecho de armas por las mismas rutas por las que se ha cuestionado la actitud permisiva de Bashar Al Assad y de su padre respecto de las armas que se decía Irán enviaba al Líbano.
Así, detrás de la guerra existe un negocio lucrativo para varios sectores de los territorios en conflicto y de los poderes. Negocio antiguo y acaudalado que termina en manos de unos pocos “hombres detrás” que conducen más que una mafia local. Siria hoy, es uno de los más lucrativos espacios para estas impunidades.

Hasta cúando podrá seguir el desastre humanitario en Siria y cuánto podrá soportar la comunidad internacional son preguntas sin perspectiva de respuesta. El drama de los refugiados sacude a Europa y la guerra civil interna ya está completamente internacionalizada. La muerte del niño sirio Aylán, que se convirtió en ícono del drama de los refugiados, llevó a la cárcel a tan sólo dos traficantes sirios. Más de trece mil personas se lanzaron esta semana al mediterráneo comandadas por traficantes.

Al final, ¿qué pesará más?: ¿las ganancias de sacar partido del conflicto o el escándalo humanitario internacional?
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“…De este modo, el ejército quedará finalmente asentado en el país que acababa de liberar. Aquellas tierras, sus ríos, las marismas, la producción, los habitantes, todo debía contribuir a la defensa del territorio. Tal era el plan de Napoleón…”  Philippe –Paul de Ségur, edecán de Napoleón en La derrota de Napoleón en Rusia (2010:40)

ARTE BARROCO. FLAMENCO. SEBASTIAN FRANKS VRANCH (1573-1647). SAQUEO DE UNA ALDEA. Detalle. Representa un saqueo llevado a cabo por las tropas españolas durante las Guerras de Flandes. Escuela flamenca, primera mitad del s. XVII. Colección particular.

La guerra es un negocio, nadie tiene dudas sobre esta cuestión. Aquellos que se enriquecen con esta forma de violencia lo pueden hacer de forma legal o por medios no tan santos. Incluso es habitual atribuir el imperialismo norteamericano a las presiones del complejo industrial-militar. Pero los Estados muchas veces también tienen intereses económicos en ciertos conflictos y esto excede los beneficios que puedan obtener los particulares. Incluso la guerra puede ser la causa de la destrucción de la economía de un país o la vía de salida de una economía en recesión. Pensemos en algunas de las razones que llevaron a la Primera Guerra Mundial o lo importante que resultó para Estados Unidos la Segunda Guerra Mundial para dejar atrás de forma definitiva la depresión que generó el crack de la bolsa de 1929.
Sin embargo, esta forma de acercarnos a la temática lejos está de agotar los análisis sobre la guerra y la economía. Por fuera de los negocios que puede generar la guerra, aparece la pregunta más general de cómo se financia la guerra y la que más nos interesa plantear en este texto, de cómo se sostienen las fuerzas de guerra. Estas preguntas han recibido múltiples respuestas a lo largo del tiempo. El tipo de enfoque elegido y la disciplina desde la que se intentan responder estos interrogantes son importantes a la hora de considerar las respuestas. El tiempo histórico también es un factor a tener en cuenta. Fíjense que incluso hablé de fuerzas de guerra y no de ejércitos para no circunscribirnos a ningún tiempo histórico preciso.

El interesante artículo de Macarena Escudero, Guerra y Negocio, despertó nuestro interés por realizar algunas breves reflexiones sobre esta temática, que no buscan polemizar con la autora, ni tampoco agotar el tema. Solo pensar en voz alta sobre la relación entre guerra, financiamiento de las fuerzas de militares y negocios, para ver en qué punto se tocan estas tres cuestiones y complementar miradas.

De Carl von Clausewits para acá, y con los inicios de la guerra moderna, estamos acostumbrados a pensar que son los Estados los que sostienen a los ejércitos desde el punto de vista financiero y material, y que son también los que aportan la logística necesaria para que puedan entrar en funciones. Sin embargo ¿qué ocurre cuando las fuerzas bélicas que disputan un territorio no forman o no dependen de ningún Estado? ¿Qué ocurre cuando los Estados no pueden sostener a sus fuerzas armadas pero la guerra continúa?

Durante las llamadas “guerras de independencia” en el espacio rioplatense, los ejércitos de las Provincias Unidas del Río de la Plata dependían económicamente del gobierno central, sin embargo, en más de un momento esas fuerzas se encontraron libradas a su propia suerte. Situación que generalmente la asociamos a las milicias de gauchos de Martín Güemes y a los esfuerzos de la provincia de Salta por impedir el avance de las fuerzas del Virrey del Perú a partir de 1815. Sin embargo, con una economía resentida, era habitual que los pagos de sueldos no se produjeran, que los soldados anduviesen casi desnudos y que tampoco se consiguieran animales con los que alimentar a la tropa o caballos y mulas para trasladar al ejército y sus pertrechos. En esos momentos, y ante el temor de las deserciones o para evitar motines, insubordinaciones, es que los oficiales “legalizaban” cierto tipo de prácticas que podían incluir el robo y saqueo de las poblaciones que apoyaban al “enemigo” pero también a aquellos que sostenían la misma causa de los ejércitos independentistas. Las necesidades no distinguen entre amigos u enemigos. De esta forma, los ejércitos de la revolución se podían aprovisionar de animales, armas, alimentos, ropa, calzado e incluso dinero. Lo necesario para sobrellevar el día a día, pero también para continuar peleando. A esto hacemos referencia con la idea de “Vivir del Terreno” con la que titulamos este artículo. Pero esto no fue una excepcionalidad de las guerras en América o en lo que hoy es Argentina. Fue una modalidad que aplicaron distinto tipos de fuerzas de guerra lo largo del tiempo y en casi todos lo espacios. El saqueo de las posesiones del enemigo, del territorio que se invadía u ocupaba en tiempo donde las fuerzas militares se movían con una logística rudimentaria o inexistente, era fundamental. Pero esto es posible en un mundo donde la guerra tiene un componente tecnológico aun relativamente bajo y en un espacio como el rioplatense donde la guerra nunca alcanzó la escala de las guerras napoleónicas. Pensemos que el Ejército de los Andes no superaba los 5000 hombres y Napoleón movilizó a Rusia más de 300 mil.[1]

Los inicios de la guerra moderna impidieron que los ejércitos pudieran seguir sosteniéndose exclusivamente de esa manera, pero no borró del todo la idea de “Vivir del Terreno”. Sobre todo para aquellas fuerzas de guerra que no forman parte de un Estado o que pertenecen a un Estado colapsado. Acá es donde el sostenimiento de estas fuerzas se toca con el negocio de la guerra. Si ya no es posible asegurar el día a día o conseguir armas en base al saqueo del territorio por la escala, por el valor del armamento, y no se cuenta con apoyo económico externo, aun es posible explotar otro tipo de actividades, de recursos que aporten el financiamiento necesario para adquirir el material bélico, para pagar sueldos de los combatientes, o conseguir alimentos. Acá es cuando aparecen actividades que identificamos como ilegales como el tráfico de droga, la venta ilegal de petróleo, de minerales e incluso el tráfico de personas. Y esto excede en nombre de qué o de quien se pelea o la justicia o injusticia de esa causa. La explotación de actividades ilegales para financiar la guerra es una actividad histórica y si no piensen en la importancia de hombres como Hipólito Bouchard o Thomas Chocrane durante las guerras de independencia y su accionar como corsarios. Si para 1800 la actividad corsaria estaba reglada y era una práctica habitual, esto no quiere decir que haya sido así todo el tiempo. Incluso el tráfico de esclavos africanos en algún momento fue reglamentado.
Luego de la segunda guerra mundial y sobre todo después de 1960, los conflictos armados han evolucionado hacia lo que se conoce como guerra no convencional o guerra irregular, donde rara vez se enfrentan los ejércitos de dos Estados. Si esto ha tenido repercusiones en la táctica y estrategia de la guerra, también ha puesto de nuevo en discusión el tema del financiamiento de la actividad guerrera y sus consecuencias sociales, políticas y morales. Sobre todo por la reaparición de actividades como el tráfico de personas. Es difícil anticipar cuales son los límites que están dispuestos a traspasar y cuales a respetar las distintas fuerzas de guerra en pos de lograr sus objetivos. Para eso deberíamos hacer análisis puntuales pero este no es lugar. De lo que no hay dudas es que mientras unos recurren a todo tipo de prácticas para alcanzar sus metas políticas y militares, otros aprovechan estas situaciones para obtener pingües beneficios. Entretanto, los organismos supranacionales y los jefes de estado de los países más poderosos del mundo miran para el costado, y no importa si el costo de la guerra recae sobre los hombros de los ciudadanos que la financian con sus impuestos o sobre la sangre de las poblaciones donde las fuerzas de guerra deben vivir del terreno, porque todo lo sabemos, la guerra es un negocio del que participan todos.

[1] Igualmente vale la pena destacar que se ha señalado como uno de los mayores errores de Napoleón Bonaparte como general en jefe, el descuido de la logística necesaria para abastecer a sus hombres. Esta cuestión quedó de relevancia sobre todo en la campaña de Rusia. 9 julio, 2016 Alejandro Morea

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