jueves, 4 de agosto de 2016

Prólogo al libro “Fidel Castro y los Estados Unidos. 90 discursos, intervenciones y reflexiones

 
Prólogo al libro “Fidel Castro y los Estados Unidos. 90 discursos
intervenciones y reflexiones”, compilado 
por Abel Enrique González Santamaría.

FIDEL
Es cierto que los poetas
atrapan instantes de la vida
y los fijan en la historia
Generalmente el pasado
vago y nostálgico
O el presente inmediato con sus fuegos sutiles
y sus reverberaciones
Pero qué difícil atrapar el futuro
y colocarlo para siempre
en la vida de todos los poetas,
de todos los hombres  M.B.

El idioma es un instrumento esencial de conocimiento. Sus diversos registros arrojan luz sobre la formación de las culturas. Fijan un modo peculiar, un estilo y la entonación que define la lengua de los pueblos. En Cuba hemos tenido grandes comunicadores a lo largo de nuestra historia. Maestros de la oratoria y dueños de la palabra. José Martí convencía con el fuego de su verbo cargado de imágenes poéticas y verdades absolutas. En su época nadie seguramente lo superó.  DISCURSO 1  DISCURSOS 2

¿Por qué hechizaba a todos?. Porque en sus discursos había, junto al torrente metafórico, un pensamiento claro y la certeza de que la historia no la hacen solo los héroes, sino los pueblos.  Y completó la idea de Patria con su visión integral como símbolo de la Nación y de su designio histórico. Su palabra llegó a convertirse en acción. No por capricho Fidel Castro afirmó en La Historia me absolverá que Martí fue el autor intelectual del Moncada. Preconizó el destino de Cuba y vio como nadie la semilla del imperialismo regarse en las tierras de Nuestra América.

Si alguien pudo alcanzar con su palabra esa dimensión histórica, política y literaria ha sido, sin dudas, Fidel Castro. Una palabra entera, sin ambages ni firuletes, directa, llana y convincente.

El discurso de Fidel Castro inaugura en nuestro país un modo original, novedoso en la forma, y desenfadado. Ajeno a toda entonación hueca o prosa alambicada. Su palabra, comprometida indisolublemente con la acción carece del más mínimo artificio y se halla en las antípodas de la retórica banal. Es pura y ardorosa porque está transida de verdad no solo porque en ella hay inteligencia y vocación revolucionaria sino por estar marcada de profunda eticidad.

Fidel nos enseñó a creer en ideales que se habían marchitado en décadas de decadencia y politiquería. Rescató para los cubanos la dignidad lacerada y el optimismo perdido en beneficio de actitudes perezosas y cómodas posturas.

Fundó con su palabra la conciencia que vence al instinto. Esa gran legión de cubanos de hoy que hemos sido capaces de superar agresiones extranjeras, períodos especiales, y lesiones al sentimiento nacional, la debemos a su magisterio político.

Él ha sido un maestro para la toma de conciencia del continente, para despertar al gigante dormido en las pausas del tiempo, y para el futuro inmediato.

Defendió a los sectores más humildes, a los desposeídos, a los marginados, ha sido la voz de la rebeldía, de la resistencia, de la esperanza. Se convirtió en líder de los movimientos tercermundistas y progresistas del mundo.

Nadie ha interpretado el peligro de vivir junto a Estados Unidos como lo ha hecho él. Y siempre nos ha advertido de estar alertas ante las fauces del vecino que ahora se define como amigo. Lo hizo en Playa Girón, cuando se adelantó a la invasión, en la Crisis de Octubre cuando se opuso a que la Unión Soviética colocase en secreto los misiles nucleares en nuestro territorio. Ve venir siempre los comportamientos del poderoso vecino y de los avatares políticos internacionales.

En sus intervenciones siempre respetó al pueblo norteamericano. Nunca predicó ningún género de odios. Basó su conducta en principios y en ideas, y educó al pueblo cubano a tratar con gran respeto a cada ciudadano norteamericano:

[…] Nosotros no podemos ser enemigos del pueblo norteamericano, porque hemos visto norteamericanos como Carleton Beals, o como Waldo Frank, a ilustres y distinguidos intelectuales como ellos, salírseles las lágrimas pensando en los errores que se cometen, en la falta de hospitalidad que particularmente se cometió con nosotros. En muchos norteamericanos, los más humanos de los escritores, los más progresistas de sus escritores, los más valiosos de sus escritores, veo la nobleza de los primeros dirigentes de este país: de los de Washington, de los Jefferson, y de los Lincoln[1].

Tiene en su poder la brújula que marca los acontecimientos y que señala el camino.

No existe una sola idea, un pensamiento o acción política que no lleve siempre la impronta de nuestro Apóstol. Supo como Martí que muchas cosas había que hacerlas en silencio para que se lograran. Así esperó el momento preciso para proclamar el carácter socialista de la Revolución Cubana. ¡Quién olvida aquellos discursos en momentos decisivos en que se jugaba el destino de la Patria!

¡Quién puede olvidar aquella dramática sentencia que nos estremeció a todos el 16 de octubre de 1976 en una ocasión luctuosa, también inolvidable, al despedir a las víctimas del acto terrorista contra el avión cubano en Barbados! “Cuando un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla”.

Como nadie se dedicó a desmentir las campañas contra Cuba y a esclarecer sus causas. Desenmascaró las turbias políticas de Estados Unidos hacia nuestro pueblo. Y calificó al bloqueo como un acto injusto y criminal.

Sin el rico arsenal de sus discursos, intervenciones y reflexiones la memoria del pueblo cubano de estos años estaría tronchada, incompleta. Fidel nos enseñó a pensar como latinoamericanos, sin chovinismos ni esquemas anquilosados. Sacudió el árbol de las palabras ignotas y vacías y nos quedó en su tronco la savia generadora y fértil. Desmontó la mentira y nos ha aportado la transparencia de un pensamiento imbatible.

Recuerdo con nitidez aquellos tres días en la Biblioteca Nacional, en 1961 cuando le habló a los intelectuales. Era un joven de poco más de treinta años, que recién había bajado de la Sierra Maestra. Pero ya su lucidez reflejaba la de un hombre maduro. Habló con respeto a aquella masa heterogénea donde prevalecían tendencias que no necesariamente eran de filiación marxista y algunos ni siquiera de tendencia izquierdista o revolucionaria. Pero convenció con argumentos y propuestas que luego se concretaron en la vida del país. Yo apenas había cumplido los veintiun años pero como la gran mayoría quedé profundamente impactado con aquellas palabras. Eran un baño de luz y el augurio de una época que prometía conjurar el tedio y la agonía de las décadas anteriores. Como Rubén Martínez Villena todos nos preguntábamos: “Y que hago aquí donde no hay nada grande que hacer?… ¿Qué es lo que aguardo? Dios, ¿Qué es lo que aguardo?¨ La respuesta concentrada y expectante estaba ahí, en “Palabras a los intelectuales”.

Otro gran poeta José Lezama Lima escribió del gesto épico de aquel hombre que encabezó las huestes del 26 de julio: “El hombre es siempre un prodigio, de ahí que la imagen lo penetra y lo impulsa”. Ese impulso contagió a todos los cubanos. Y ha sido su palabra y su actuar lo que nos ha hecho ascender hacia el porvenir. Su batalla frente al imperio es permanente y tiene un solo objetivo, luchar contra las fuerzas del mal. En sus días difíciles de la Sierra lo dejó claro en la carta que en un trozo de papel le escribe a Celia Sánchez, su abnegada compañera de lucha:

Sierra Maestra. Junio 5 – 1958

Celia: Al ver los cohetes que tiraron en casa de Mario, me he jurado que los americanos van a pagar bien caro lo que están haciendo. Cuando esta guerra se acabe, empezará para mí una guerra mucho más larga y grande: La guerra que voy a echar contra ellos. Me doy cuenta que ese va a ser mi destino verdadero.

Fidel. Hombre de cultura, maestro por vocación, pedagogo por antonomasia, su formación universitaria lo llevó a comprender cabalmente que sin la cultura no hay posibilidad alguna de lograr un sistema social próspero y sostenible.

Entendió como José Martí que la cultura y la educación eran la base de la sociedad, el sostén más seguro para el conocimiento humano y la vida espiritual. Ha sido, además, un heraldo en la campaña por la lectura. Ha estimulado el hábito de leer para crecer y sus intervenciones en este sentido han estado dirigidas a encontrar el verdadero sentido de las cosas consciente de que leer conjuga conocimiento y disfrute intelectual.

En el momento más álgido y dramático del período especial nos conminó al aprendizaje y a la lectura y expuso: Lo primero que hay que salvar es la cultura, pues ella es el patrimonio más valioso de la humanidad. El libro que ahora tenemos en nuestras manos es un decantado compendio de sus discursos, intervenciones y reflexiones en que los temas nacionales e internacionales están expuestos en profundidad y con esa óptica de visión meridiana a la que nos tiene acostumbrados. Temas que se inscriben en el debate contemporáneo frente al colonialismo y la estampida neoliberal en el continente latinoamericano.

Creo que nada más apropiado pudo ocurrírsele a su compilador, el joven intelectual Abel Enrique González Santamaría. El es un ejemplo vivo de una generación que, agradecida, será fiel a los postulados de un hombre único y excepcional: Fidel Castro Ruz.

Nota. [1] Fidel Castro Ruz: Discurso pronunciado en la sede de las Naciones Unidas, Estados Unidos, el 26 de septiembre de 1960, en:http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1960/esp/f260960e.html.         
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Fidel Castro y los Estados Unidos: ¿Cómo pudo vencer a un enemigo tan poderoso?
Por: Abel González Santamaría  3 agosto 2016
Introducción al libro “Fidel Castro y los Estados Unidos. 90 discursos, intervenciones y reflexiones”, compilado por Abel Enrique González Santamaría, con el sello de Ocean Sur. Fue presentado en la tarde de este miércoles en la sede de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

¿Cómo homenajear a la personalidad más trascendente del siglo XX en América Latina y el Caribe en su 90 cumpleaños? ¿Qué hacer para que las presentes y futuras generaciones profundicen en su pensamiento? ¿Cuál tema abordar de su extraordinaria trayectoria revolucionaria y su prolífera obra? ¿Cómo pudo vencer a un enemigo tan poderoso durante más de medio siglo? ¿Cómo pudo preservar la independencia de la Patria y liderar la construcción del Socialismo junto al pueblo cubano a solo 90 millas de Estados Unidos? ¿Por qué sus ideas han inspirado a millones de personas en el mundo? ¿Quién pudiera ser el autor de este libro?

Muchas interrogantes surgieron en la medida que meditaba, investigaba y soñaba. Transcurría el año 2015 y primeros meses del 2016. Cantos de sirena soplaban desde el Norte, invitación a olvidar la historia, ser buenos vecinos y hermanos. Sin embargo, la esencia del conflicto bilateral entre Estados Unidos y Cuba no ha cambiado. El bloqueo económico, comercial y financiero, la ilegal Base Naval en Guantánamo, los planes subversivos, las transmisiones ilegales de radio y televisión, se mantienen sin variación alguna.

Para entender el nuevo escenario y descifrar los nuevos códigos de encantamiento hacia la nación cubana, revisé 1 546 discursos, intervenciones y reflexiones de Fidel Castro Ruz, porque —como dijera el Che— «tiene como nadie en Cuba, la cualidad de tener todas las autoridades morales posibles para pedir cualquier sacrificio en nombre de la Revolución» y quien hizo realidad las ideas del Maestro «de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América».

Disfruté cada lectura, recibí la mejor clase de historia, el mejor curso de ciencia política y anhelé estar junto a él en cada uno de esos momentos. De ahí que seleccioné cronológicamente fragmentos de 90 discursos, intervenciones y reflexiones del líder histórico de la Revolución Cubana sobre los Estados Unidos, desde su discurso del 1ro. de enero de 1959 en Santiago de Cuba, hasta su intervención el 19 de abril de 2016 en la clausura del VII Congreso del Partido Comunista de Cuba en La Habana.

Para contribuir a la lectura del libro se estructuró por décadas y seleccioné por cada año uno o dos discursos, en los cuales Fidel, en diferentes escenarios y sobre diversos temas, abordó la historia de la nación norteamericana, sus orígenes, la raíz étnica y cultural, el sistema político y económico, el comportamiento de sus diferentes gobiernos en la arena internacional, y el conflicto entre Estados Unidos y Cuba.

De 1959 al 2016 ocuparon la Casa Blanca 11 presidentes norteamericanos: Eisenhower, Kennedy, Johnson, Nixon, Ford, Carter, Reagan, H. Bush, Clinton, W. Bush y Obama. Todos sus gobiernos, sin excepción, intentaron destruir la Revolución Cubana y emplearon los más diversos métodos para conseguir sus propósitos, incuso aquellos de carácter violento. Quizás no exista ninguna otra nación en la historia que haya resistido durante casi 60 años a las agresiones de una potencia tan poderosa como Estados Unidos en su obsesión de reconquistarla.

Lejos de destruir el sistema político cubano mediante la hostilidad y los instrumentos más agresivos, provocaron el rechazo mayoritario de la población que resistió y dio su apoyo incondicional a la dirección histórica de la Revolución en la defensa de la soberanía nacional y en la construcción del Socialismo. Ante el fracaso de sus pretensiones, el presidente Barack Obama decidió iniciar un proceso de reajuste en la política estadounidense hacia Cuba, que trascendió públicamente con los anuncios del 17 de diciembre de 2014, cuando declaró un «nuevo enfoque», que hasta el momento ha permitido el restablecimiento de las relaciones diplomáticas. También se debe reconocer que en los diferentes periodos de historia común entre ambos países, han existido simpatías hacia el pueblo cubano de diversos sectores de la sociedad norteamericana.

Está demostrado que el establishment ha aplicado combinaciones de métodos, desde los más agresivos hasta los más sutiles para tratar de dominar a Cuba: intentos de compra y anexión; intervención armada y ocupación militar; imposición de un apéndice de la Constitución; usurpación de su territorio e instalación de base militar permanente; establecimiento de regímenes dictatoriales; realización de acciones de sabotajes; terrorismo; organización de atentados contra sus principales dirigentes; bloqueo económico, comercial y financiero; campañas de difamación; aislamiento internacional y regional; planes de desestabilización; transmisiones radiales y televisivas ilegales; creación y financiamiento de bandas armadas y grupos contrarrevolucionarios; y ejecución de programas subversivos con el empleo de las tecnologías de la información y las comunicaciones.

Durante los cincuenta y ocho años transcurridos desde la Revolución triunfante es impresionante la profundidad de Fidel en sus análisis, sus ideas, sus convicciones, su patriotismo y su antiimperialismo. Fue quien inició la transformación cultural de la sociedad cubana y dio a la Revolución un contenido ideológico. A las generaciones de cubanos nacidos bajo los rigores que impone el bloqueo y la hostilidad imperial —que representa el 77% de la población actual— les ha trasmitido un conjunto de valores humanistas universales de contenido social, ético, cultural e ideológico, como el patriotismo, el internacionalismo, la solidaridad, el respeto a la igualdad de hombres y mujeres en deberes y derechos sociales, la igualdad racial y de género, entre otros.

De ahí que ha conquistado los corazones no solo de la gran mayoría de los cubanos, sino también de los pueblos del mundo. Fidel es la voz de los «sin voz» y es la esperanza de los humildes. Su figura trasciende fronteras, distancias, creencias. Es respetado por sus adversarios políticos y querido por millones de hombres y mujeres en todos los continentes. Siempre ha respetado al pueblo norteamericano, sin predicar ningún tipo de odios nacionales. Su conducta está basada en principios y en ideas, y ha educado al pueblo cubano a tratar con gran respeto a cada ciudadano estadounidense.

En una magistral síntesis, en conmemoración del 45 aniversario del desembarco de los expedicionarios del Granma, el General de Ejército Raúl Castro Ruz, definió al líder histórico de la Revolución Cubana: «Fidel es como el Martí de hoy, el Maceo de hoy, el Mella de hoy. No me refiero a las personalidades que siempre son únicas e irrepetibles, por lo que carecen de sentido las comparaciones; hablo del papel que le ha tocado desempeñar en los últimos 50 años. Ha sabido aprender de nuestra historia y actuar con similar talento político y capacidad organizativa que el artífice del Partido Revolucionario Cubano y la Guerra Necesaria; rescatar para estos tiempos, también difíciles, peligrosos y complejos, la intransigencia de Baraguá y el genio militar del Titán de Bronce; trasladar a las actuales circunstancias las ideas avanzadas y el dinamismo del fundador de la FEU y del primer partido marxista-leninista».

Solo deseo que el lector, al adentrarse en sus páginas, se estimule por buscar y estudiar el contenido de los discursos íntegros de los 90 que compilamos y continúe investigando sobre toda su obra; que este texto constituya una valiosa herramienta para las presentes y futuras generaciones para continuar defendiendo a la Revolución Cubana, los procesos progresistas en el Tercer Mundo y no dejar morir las ideas del Maestro. Espero que coincidan que el mejor autor que puede tener este libro es el eterno Guerrillero del Tiempo Fidel Castro Ruz.

COMPILADOR: ABEL ENRIQUE GONZÁLEZ SANTAMARÍA (La Habana, 1972). Doctor en Ciencias Políticas, Máster en Relaciones Internacionales y Licenciado en Derecho. Investigador de las relaciones interamericanas y de los procesos integracionistas. Ha publicado artículos en medios especializados sobre temas de política exterior y seguridad nacional. Ha participado en eventos organizados en Latinoamérica, el Caribe y Estados Unidos. Es miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) y autor de los libros La gran estrategia: Estados Unidos vs. América Latina, El destino común de Nuestra América y Los desafíos de la integración en América Latina y el Caribe.

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