martes, 20 de diciembre de 2016

A PROPÓSITO DEL ASESINATO DEL EMBAJADOR DE RUSIA EN TURQUÍA "De Sarajevo a Ankara" Atilio A. Boron


A PROPÓSITO DEL ASESINATO DEL EMBAJADOR DE RUSIA EN TURQUÍA
"De Sarajevo a Ankara"

(Por Atilio A. Boron) El creciente protagonismo de Rusia es motivo de enorme preocupación para las mal llamadas “democracias” occidentales, en realidad un conjunto de sórdidas e inmorales plutocracias dispuestas a sacrificar a sus pueblos en el altar del mercado. Preocupación porque luego de la desintegración de la Unión Soviética Rusia fue dada por muerta por muchos sesudos analistas y expertos de Estados Unidos y Europa. 

Sumidos en su ignorancia y cegados por el prejuicio olvidaron que Rusia había sido, desde comienzos del siglo dieciocho bajo el cetro de Pedro el Grande y, sobre todo, durante el reinado de Catalina la Grande al promediar ese mismo siglo, una de las principales potencias europeas cuya intervención solía inclinar la balanza en los permanentes conflictos entre sus vecinos occidentales, especialmente el Reino Unido, Francia y el Imperio Austro-Húngaro. Olvidarse de la historia invariablemente termina produciendo groseros errores de análisis como los que hoy atribulan a los estrategos occidentales.

La Revolución Rusa y el derrumbe del zarismo provocaron un transitorio eclipse del protagonismo ruso que muchos pensaron sería definitivo. Sin embargo, la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial y el papel crucial en ella desempeñado por la Unión Soviética, amén de su formidable recuperación económica de posguerra, hicieron que Moscú volviera a ocupar su tradicional rol arbitral en el concierto internacional. Durante casi medio siglo el sistema internacional tuvo la marca del bipolarismo, con Occidente y el (otra vez) mal llamado “mundo libre” de un lado y la Unión Soviética y sus aliados en el otro. Con la fulminante implosión de la URSS hizo que muchos creyeran que, ahora sí, Rusia desaparecería para siempre y que lo que se venía era “un nuevo siglo americano” signado por el incontestable unipolarismo de Estados Unidos, liberado de su tradicional adversario soviético y con China aún lejos de ser lo que llegaría a ser pocos años más tarde. 

La réplica de la historia fue demoledora. Tal como lo asegura Eduardo Febbro en su nota del pasado domingo en Página/12, “ no hay terreno donde el Rey Putin no haya vencido a sus adversarios: aplastó la revuelta en Chechenia, ganó en Siria, anexó Crimea, impidió militarmente que los independentistas ucranianos pasaran bajo la influencia europea, impuso su orden en Georgia y en Osetia, y, encima, logró desestabilizar desde el interior a las mismas democracias europeas con una acertada política de financiación de partidos y movimientos de diverso orden ideológico. Diecisiete años después de haber llegado a la cima del poder este tímido ex teniente coronel de los servicios secretos, el KGB, es la figura mayor del Siglo XXI.” 

La alianza de Rusia con China y la posterior incorporación de Irán y la India, más el astuto acercamiento con Turquía representa el “peor escenario posible” para la declinante hegemonía global de Estados Unidos, según Zbigniew Brzezinski, el principal estratego de Washington

El asesinato de Andrei Karlov en Ankara tiene dos propósitos inocultables: 

1, dificultar que Turquía -sede de la impresionante base aérea norteamericana de Incirlik, con una dotación permanente de unos cinco mil hombres de la Fuerza Aérea de Estados Unidos- sea atraída hacia Moscú privando a la OTAN de una locación clave para cerrar, desde el Mediterráneo Oriental, el cerco contra Rusia que comienza en el Norte con los países bálticos. 

2. hacerle saber a Rusia que Occidente no se quedará de brazos cruzados mientras Putin se fortalece y prestigia poniendo fin al caos que Estados Unidos y sus aliados produjeron en Siria y que no pudieron o no quisieron solucionar. Lo de Karlov bien puede ser una provocación que, como el asesinato del Archiduque Francisco de Austria en Sarajevo, en 1914, podría precipitar una guerra si es que la parte afectada –Rusia- reaccionara impulsivamente. Pero si algo ha demostrado un personaje tan controvertido como Putin es que puede ser acusado de cualquier cosa, menos de ser un atolondrado. Más bien se trata de un actor muy cerebral y reflexivo, un hombre que juega con asombrosa frialdad en el caliente tablero de la política mundial. El crimen perpetrado en Ankara fue un claro mensaje mafioso dirigido a Moscú. Por eso el jihadista que perpetró el asesinato fue ultimado, sellando su boca para siempre. Los servicios occidentales son expertos en eso de reclutar supuestos radicales para perpetrar crímenes que sostienen la continuidad del imperio.
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BBC: Quién era Andrei Karlov, el embajador ruso muerto a tiros que ayudó a reparar las relaciones con Turquía.  Autor: BBC Mundo
El diplomático muerto a tiros este lunes en Ankara tuvo en el último año la difícil tarea de reparar las relaciones entre Rusia y Turquía, tras el derribo de un cazabombardero ruso por un F-16 turco.

Le tocaron tiempos y destinos difíciles. Andrei Karlov, el embajador ruso que este lunes fue muerto a disparos por un policía en Ankara, era un experimentado diplomático que estuvo a cargo de legaciones importantes desde la época de la extinta Unión Soviética. Cuando en julio de 2013 llegó a hacerse cargo de la embajada de Rusia en Turquía, ambos países intentaban impulsar las relaciones comerciales pero estaban profundamente enfrentados por sus diferencias sobre el conflicto en Siria, en el que apoyaban a bandos contrarios. Karlov impulsó la creación de diversos espacios como el Foro de la Comunidad Ruso-Turca o el Foro de Cultura Rusa, que sirvieron para la organización de paneles y conferencias sobre cómo mejorar las relaciones entre ambos países, especialmente en los campos de la economía, la energía y la cultura.
 
“Puñalada”. Pero su prueba de fuego llegó en noviembre de 2015, cuando un jet F-16 turco derribó un cazabombardero ruso SU-24 que sobrevolaba sobre la frontera entre Turquía y Siria. Moscú describió lo ocurrido como una “puñalada por la espalda” y no tardó en castigar a Ankara prohibiendo la importación de alimentos turcos, el vuelo de aviones chárter con turistas rusos a Turquía, así como los proyectos de construcción en Rusia en los que participaran compañías turcas.

El impacto económico de estas medidas sobre la economía turca fue estimado en unos US$10.000 millones. “El embajador Karlov hizo muchas contribuciones personales para el desarrollo de los vínculos con Turquía. Hizo mucho para superar la crisis en las relaciones bilaterales“, dijo este lunes la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia, Maria Zakharova.

“Él era un hombre que ponía su corazón y su alma en su trabajo. Es una pérdida terrible para nosotros y también para el mundo”, agregó. La restitución de los lazos entre ambos países no fue fácil y requirió unos siete meses de labor diplomática. Los frutos comenzaron a verse en agosto cuando, después de que el mandatario turco se disculpara por el derribo del avión ruso, Erdogan y Putin se reunieron en San Petersburgo y anunciaron que buscarían aumentar la cooperación económica.

De Pyongyang a Seúl. Nacido en Moscú en 1954, Karlov era un diplomático de carrera.Se formó en el Departamento de Relaciones Internacionales de la Universidad Estatal de Moscú, de donde egresó en 1976. Ese mismo año, fue enviado a trabajar en la embajada de la Unión Soviética en Corea del Norte, donde permaneció hasta 1990.

En 1992 completó su formación en la Academia Diplomática del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia y, tras la caída del comunismo, volvió a ser destacado en la península coreana, pero esta vez como embajador ruso en Corea del Sur, donde permaneció hasta 1997. Entre los años 2001 y 2006 regresó a Pyongyang. Fue una época compleja, pues Corea del Norte reveló en ese entonces que dispone de armamento nuclear y es incluida por el presidente estadounidense George W. Bush en el llamado “eje del mal”.

Objetivos y métodos
Como representante de Rusia en Turquía, Karlov aseguró que ambos países compartían el deseo de hallar una solución pacífica a la guerra en Siria, pero que diferían en los métodos para conseguirlo. En una entrevista con el diario turco Sabah, en 2015, dijo que estaban preparados para dialogar con los grupos de oposición siria que combatieran contra el autodenominado Estado Islámico en ese país.

“Si la oposición encuentra un consenso sobre el futuro de Siria, creemos que será más fácil alcanzar un acuerdo con el régimen (del presidente sirio Bashar al Asad)”, dijo en la entrevista apuntando a la atomización de los grupos opositores en ese país. Según Zarharova, Karlov “enfocó muchos de sus esfuerzos en contribuir a hallar una solución en Siria y en apuntalar la estabilidad en la región”.

Las primeras reacciones tras su muerte parecen indicar que Moscú y Ankara tienen la intención de mantener la línea de diálogo y cooperación reactivada durante sus últimos meses de vida.

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