lunes, 25 de julio de 2016

Informe sobre ejecutados y desaparecidos entre 1973 y 1990, pertenecientes a la Nación Mapuche


pertenecientes a la Nación Mapuche

A continuación, el Informe trabajo de investigación de ejecutados y desaparecidos, 1973-1990, pertenecientes a la Nación Mapuche, que ha sido dado a conocer en enero de este 2016, cuyo autor investigador es Hernan Curiñir Lincoqueo Historiador Mapuche AIDMapuche, con la asistencia de Pablo Silva Carrasco, Sociólogo de AIDMapuche; y Conrado Zumelzu Zumelzu, Trabajador Social CINPRODH, iniciativa que contó con el apoyo de INDH-UE, que además da cuenta de un contexto general, cultural e histórico.

A continuación introducción del trabajo y luego acceso a documento completo formato PDF

A fines del año 2014 la Asociación de Investigación y Desarrollo Mapuche; el INDH Instituto Nacional de Derechos Humanos, Y la Unión Europea, acordaron la realización de un proyecto que propenda al rescate de la memoria por delitos de lesa humanidad, sucedidos durante la dictadura militar en Chile, cometidos por agentes del estado. Esta información pública ha sido consignada en distintas comisiones creadas por el estado para tales fines como: Comisión Rettig; Comisión Nuevo Trato, Museo de la Memoria, nuestra propuesta es investigar los casos de ejecutados políticos y detenidos desaparecidos mapuche.

Sorprendentemente hemos encontrado 171 casos, 36 casos más a saber, vinculadas a las victimas mapuche reconocidas por el Estado de Chile; que fueron oportunamente investigadas por las distintas comisiones establecidas para el efecto, nos hemos apoyado de la investigación sobre apellidos mapuche publicada por el Peñi Necul Painemal. Por las peculiaridades que esto conlleva, muchos casos no disponen de fotos que nos ayuden a humanizar la propuesta, (en agosto de 2015, solicitamos al Registro Civil fotos de las víctimas para agregar a este documento, oficio que aún no tiene respuesta).

Existe el caso de una lactante menor de 1 año y una señora de 73 años asesinadas por agentes del estado; o la victima mapuche que vivía en el sector Montaña Recortada comuna de Lautaro, junto a su mujer y siete hijos, fue secuestrado por una patrulla de Carabineros, antes de retirarse encerraron en el domicilio a sus familiares, tras lo cual prendieron fuego a la casa. Los familiares de la víctima apenas alcanzaron a salvar sus vidas gracias al auxilio prestado por vecinos presentes en el lugar que los ayudaron a salir de la vivienda. También agregamos que los últimos 24 casos que están indicados como “victimas sin indicación de lugar”, lo hemos pospuesto para una investigación complementaria más acuciosa.

Nos hemos dado la tarea de clasificar a las víctimas de acuerdo al lugar en donde vivían, (lof, y este vinculado a su comuna), pues sostenemos la hipótesis que el asesinato de muchos de ellos está vinculado a la tenencia de la tierra, (muchos de ellos pertenecían a algún asentamiento originado por la Ley de reforma Agraria), como queda establecido por ejemplo en las comunas de Lautaro; Galvarino, Panguipulli, entre otras. También consignamos que la mayoría de las víctimas, figuran como detenidos desaparecidos.

En la exposición que precede, le hemos dado mucha importancia a la tenencia de la tierra, para lograr encuadrar el contexto que se vivió en los 17 años de estudio y que esto no es ajeno a los 205 años de relaciones que se han dado entre el estado de Chile y los mapuche, enmarcado en la permanente superposición de la sociedad mayor sobre la sociedad originaria, orientada a su asimilación. Siempre ha sido rechazada la asimilación, y el costo en vidas humanas impresiona, sólo entre los años 1861 y 1881, entre 50 y 70.000 mapuche, fueron muertos por enfrentamiento directo, por el ejército de Chile, sin considerar “las bajas colaterales” y enfermedades originadas por la guerra sin fin.

Nuestro desafío también consiste en determinar quién o quiénes son hoy los poseedores de esa tierra. Por qué vía se les hizo el traspaso, entendiendo que el origen del conflicto actual, es la punta del iceberg ante la imposición de un modelo económico, social y político impropio, que tiene 134 años (desde la fundación del fuerte de Temuco). Esta investigación concluye con la publicación del documento, más la construcción de un memorial que recuerde el nombre de cada uno de las víctimas, vinculados a su ethos, rescatando en su humanidad quienes fueron; se conformará un lugar de reunión que evoque el pasado, el presente de lucha, y sobre todo disponer de una fuente de análisis que nos permita proyectar la sociedad Mapuche para situarla en el lugar que le corresponde.


Parte de los contenidos de este trabajo son según índice: Preámbulo, Introducción, Antecedentes Generales del Proyecto, Origen del estado de Chile, Identidad, Parlamento chileno – mapuche, Construcción del Estado, Economía naciente, Guerra Civil, Las cien águilas del ejército de Chile, Geopolítica Mapuche, Fundación de Temuco, Concluye la invasión militar, El reparto del botín de guerra, Los informes de los Protectores de Indígenas, Abusos cometidos por particulares, Tierras mapuche, Demandas Mapuche, Aplicación ley de Reforma Agraria, Acuerdos Políticos, Represión posterior al 11 de septiembre 1973, Región de La Araucanía, La Represión al pueblo mapuche en la Araucanía, Desenvolvimiento de las organizaciones mapuche, Los Centros Culturales Mapuche, Nacimiento de organizaciones mapuche, La participación mapuche en el plebiscito de 1988, Nombres mapuche al contacto con la cultura española, Onomástica mapuche en la actualidad, Listado de personas mapuche DD (detenidas desaparecidas), Argentina, Cunco / Melipeuco, Curarrehue, Galvarino, Entre Lagos, Lago Ranco, Lautaro, Liquiñe / Panguipulli, Osorno, Pitrufquen / Freire, Puerto Montt, Puerto Saavedra / Carahue, Santiago, Santa Bárbara, Temuco, Valdivia, Epílogo.--------------

Informe Final trabajo de investigación, de ejecutados y desaparecidos, 
1973-1990, pertenecientes a la Nación Mapuche

Temuco Enero de 2016

Autores
Investigador Hernan Curiñir Lincoqueo Historiador Mapuche AIDMapuche Asistente Pablo Silva Carrasco Sociólogo AIDMapuche Asistente Conrado Zumelzu Zumelzu Trabajador Social CINPRODH
INDICE

Página Preámbulos …………… …… 
4 Introducción…………………… 
6 Antecedentes Generales del Proyecto…………………………… 
8 Origen del estado de Chile ………………………………………. 
9 Identidad…………………………………………………………. 
12 Parlamento chileno – mapuche …………………………………. 
14 Construcción del Estado………………………………………… 
 22 Economía naciente……………………………………………… 
25 ..........................  Guerra Civil……………………………………………………… 
29 Las cien águilas del ejército de Chile…………………………… 
30 Geopolítica Mapuche…………………………………………… 
32 Fundación de Temuco…………………………………………… 
35 Concluye la invasión militar…………………………………….. 
38 El reparto del botín de guerra……………………………………. 
39 Los informes de los Protectores de Indígenas………………….. 
44 Abusos cometidos por particulares…………………………….. 
45 Tierras mapuche……………………………………………….. 
47 Demandas Mapuche……………………………………………. 
53 Aplicación ley de Reforma Agraria……………………………. 
54 Acuerdos Políticos……………………………………………… 
56 Represión posterior al 11 de septiembre 1973………………… 
59 Región de La Araucanía……………………………………….. 
61 La Represión al pueblo mapuche en la Araucanía……………. 
65 Desenvolvimiento de las organizaciones mapuche……………
 69 Los Centros Culturales Mapuche……………………………… 
70 Nacimiento de organizaciones mapuche… 
80 La participación mapuche en el plebiscito de 1988 
81 Nombres mapuche al contacto con la cultura española… 
82 Onomástica mapuche en la actualidad 
83  Listado de personas mapuche DD (detenidas desaparecidas…… 
84 Argentina 
90 Cunco / Melipeuco 
92 Curarrehue 
93 Galvarino 
103 Entre Lagos 
110 Lago Ranco 115
Lautaro 121
Liquiñe / Panguipulli 150
Osorno 185
Pitrufquen / Freire… 198
Puerto Montt 206
Puerto Saavedra / Carahue… 214
Santiago 221
Santa Bárbara 257
Temuco 262
Valdivia 271
Lugares varios 275
Epílogo 298

Extracto Memoria de Guerra 1835 Chile

“Se lamentan carnicerías, que con razón hieren la sensibilidad de hombres civilizados y cristianos: se grita contra la extracción que se hace a veces de indígenas de ambos sexos y de todas edades. Respeto de la buena fe de los que solo miran en estos actos la irritación que produce en los bárbaros el despojó de sus hijos y mujeres; repruebo también las carnicerías que no sean necesarias en la guerra pero debe tenerse presente que no son aplicables a los bárbaros los principios que rigen entre las naciones civilizadas; que los jóvenes qué se extraen y que se reparten entre nuestras familias, no se hacen esclavos; que solo los toman para hacerles prestar un moderado servicio, por lo regular doméstico, a trueque de educarlos en las máximas del cristianismo, y que el civilizarlos es, no solo un bien inmenso para ellos, sino también para el Estado que disminuye con esta presa una raza carnicera enemiga y destructora de la parte civilizada y útil de nuestra población. Las mujeres, a más de conseguir los mencionados bienes, logran también no concebir en sus vientres fieras silvestres tanto más peligrosas que el tigre.

Nadie ignora que es lícito reducir a toda clase de enemigos, y mui particularmente a los bárbaros a un estado de absoluta nulidad, de modo que no puedan ofender. Si este pueblo se hallase rodeado de otros civilizados, si se encontrase en medio de la Europa cristiana, culta y filosófica, y con las mismas dificultades que nosotros para civilizarlos:
¿Deberían respetar, o respetarían aquellos pueblos esos derechos de humanidad y filantropía?
¿No es evidente que lo aniquilarían para preservar sus fronteras de sus frecuentes y horrorosas incursiones?
¿Y por qué entonces se incrimina tanto a nuestros soldados, porque extraen familias como presas de la guerra, porque incendian algún campo cuando lo exige la necesidad de la campaña, porque aprehenden los ganados que el enemigo abandona en una retirada o derrota, y no compadecen nuestras familias constantemente asaltadas y degolladas, nuestras fortunas robadas y nuestros campos incendiados?

Tan extraño modo de discurrir solo puede explicarse por la simpatía de nuestro corazón hacia un pueblo valiente, cuyas proezas y gloriosas hazañas han sido cantadas aun por sus enemigos; cantos que con razón inflaman nuestras almas contra los conquistadores españoles, y que en algunas personas llega a tal grado, que les hace olvidar que hoy son nuestros enemigos fieros y encarnizados, como lo fueron de los españoles y lo serán de todo el mundo”.

Extracto de la Memoria de Guerra del año 1835, que el Señor Ministro de Guerra, presentó al Congreso Nacional proponiendo la invasión y ocupación militar de la Araucanía”

“Cuando en la alborada de un 11 de septiembre comenzó a escribirse una historia de fuerzas armadas y Carabineros de Chile; rectificaciones en un Chile sometido, renació en los espíritus de los descendientes de caciques y españoles, la esperanza aquella que embarcó a los chilenos”

Preámbulo Bando de la junta Militar septiembre 1973

I.- Introducción

A fines del año 2014 la Asociación de Investigación y Desarrollo Mapuche; el INDH Instituto Nacional de Derechos Humanos, Y la Unión Europea, acordaron la realización de un proyecto que propenda al rescate de la memoria por delitos de lesa humanidad, sucedidos durante la dictadura militar en Chile, cometidos por agentes del estado. Esta información pública ha sido consignada en distintas comisiones creadas por el estado para tales fines como: Comisión Rettig; Comisión Nuevo Trato, Museo de la Memoria, nuestra propuesta es investigar los casos de ejecutados políticos y detenidos desaparecidos mapuche.
Sorprendentemente hemos encontrado 171 casos, 36 casos más a saber, vinculadas a las victimas mapuche reconocidas por el Estado de Chile; que fueron oportunamente investigadas por las distintas comisiones establecidas para el efecto, nos hemos apoyado de la investigación sobre apellidos mapuche publicada por el Peñi Necul Painemal. Por las peculiaridades que esto conlleva, muchos casos no disponen de fotos que nos ayuden a humanizar la propuesta, (en agosto de 2015, solicitamos al Registro Civil fotos de las víctimas para agregar a este documento, oficio que aún no tiene respuesta).
Existe el caso de una lactante menor de 1 año y una señora de 73 años asesinadas por agentes del estado; o la victima mapuche que vivía en el sector Montaña Recortada comuna de Lautaro, junto a su mujer y siete hijos, fue secuestrado por una patrulla de Carabineros, antes de retirarse encerraron en el domicilio a sus familiares, tras lo cual prendieron fuego a la casa. Los familiares de la víctima apenas alcanzaron a salvar sus vidas gracias al auxilio prestado por vecinos presentes en el lugar que los
ayudaron a salir de la vivienda. También agregamos que los últimos 24 casos que están indicados como “victimas sin indicación de lugar”, lo hemos pospuesto para una investigación complementaria más acuciosa.

Nos hemos dado la tarea de clasificar a las víctimas de acuerdo al lugar en donde vivían, (lof, y este vinculado a su comuna), pues sostenemos la hipótesis que el asesinato de muchos de ellos está vinculado a la tenencia de la tierra, (muchos de ellos pertenecían a algún asentamiento originado por la Ley de reforma Agraria), como queda establecido por ejemplo en las comunas de Lautaro; Galvarino, Panguipulli, entre otras. También consignamos que la mayoría de las víctimas, figuran como detenidos desaparecidos.
En la exposición que precede, le hemos dado mucha importancia a la tenencia de la tierra, para lograr encuadrar el contexto que se vivió en los 17 años de estudio y que esto no es ajeno a los 205 años de relaciones que se han dado entre el estado de Chile y los mapuche, enmarcado en la permanente superposición de la sociedad mayor sobre la sociedad originaria, orientada a su asimilación. Siempre ha sido rechazada la asimilación, y el costo en vidas humanas impresiona, sólo entre los años 1861 y 1881, entre 50 y 70.000 mapuche, fueron muertos por enfrentamiento directo, por el ejército de Chile, sin considerar “las bajas colaterales” y enfermedades originadas por la guerra sin fin.

Nuestro desafío también consiste en determinar quién o quiénes son hoy los poseedores de esa tierra. Por qué vía se les hizo el traspaso, entendiendo que el origen del conflicto actual, es la punta del iceberg ante la imposición de un modelo económico, social y político impropio, que tiene 134 años (desde la fundación del fuerte de Temuco). Esta investigación concluye con la publicación del documento, más la
construcción de un memorial que recuerde el nombre de cada uno de las víctimas, vinculados a su ethos, rescatando en su humanidad quienes fueron; se conformará un lugar de reunión que evoque el pasado, el presente de lucha, y sobre todo disponer de una fuente de análisis que nos permita proyectar la sociedad Mapuche para situarla en el lugar que le corresponde.

Antecedentes Generales del Proyecto.
El proyecto se desarrollará en dos vertientes básicas.
A) Investigación material archivístico y su contextualización, entrevistas con familiares de ejecutados y desaparecidos periodos 1973 1990.
B) Construcción de memorial considerando la pertinencia cultural y creencias mapuche.

II.- Contexto general.
El contexto comprende el tiempo vinculante desde el origen del estado de Chile y su vínculo con la sociedad mapuche, privilegiando el período de 17 años comprendido entre: septiembre de 1973 y marzo de 1990, que afectó dramáticamente a los mapuche, a nuestro entender, la ocurrencia de estos hechos, no corresponde a una situación aislada y tiene una enorme connotación para la sociedad originaria, pues a nuestro entender están concatenados a otros que se han repetido en la historia mapuche desde que hemos tenido contacto con otras sociedades, la primera fue con los incas anterior al siglo XV. Después con la invasión española por 288 años y finalmente en los últimos 205 años con la sociedad chilena.
Quizás la frase escrita por el vate y Premio Nobel Pablo Neruda, refleja en parte el drama vivido por nuestros antepasados, que solo
buscaban la sobrevivencia y el desarrollo, como especie humana en su territorio ancestral, que hoy comparte con una sociedad que se considera superior, y que nunca ha logrado entender, que la fuerza jamás supera a la razón, como la historia nos recuerda y repite una y otra vez.

“la continuación de una guerra a sangre y fuego, para desposeer a nuestros compatriotas de sus tierras. Contra los indio…..todas las armas se usaron con generosidad: el disparo de carabina, el incendio de sus chozas, y luego, en forma más paternal, se empleó la ley y el alcohol".

Origen del estado de Chile 1810 y su vínculo con la sociedad Mapuche
La caída de la monarquía española genera nuevas visiones políticas en la organización de las colonias Latinoamericanas, en la cual, la Capitanía General de Chile no estuvo ajena. Prevalece el eje revolucionario liberal, cuya inspiración se fundamenta en preceptos: la revolución francesa y la sociedad mapuche, cultivadores de la tierra y amantes de la libertad. Se valoriza con fuerza lo originario, que cimenta el sentido de pertenencia nacional, se desperfila el componente español. Hay cambios geopolíticos en Europa que afectan esta parte del mundo.

Prevalece la influencia de la visión inglesa o “Época Victoriana” resumido en “el comercio que sigue a la bandera”, en donde prevalecen los intereses por sobre los valores, así se conquista: África, el Oeste Americano, la Patagonia etc. Es la época en Europa, del desarrollo de las primeras máquinas a vapor, y el inicio de la revolución industrial; en este contexto se movía el mundo en aquel entonces.
La naciente sociedad estaba insegura, buscaba alianzas e ideas distintas a las monárquicas, que reflejara el nuevo ideario, y ese paradigma está presente en la sociedad originaria, hecho notorio en las opiniones vertidas en aquel entonces, se bautizaron con nombres mapuche: barcos, diarios, la imagen está presente en el escudo nacional, Se alabó el valor, el patriotismo y, sobre todo, los anhelos libertarios. En 1812, Camilo Henríquez escribe en La Aurora de Chile:

“¿Quién no admira el ardor y la magnanimidad heroica con que combatieron por su libertad los indios chilenos?, cuando todo el continente Americano había doblado la cerviz al yugo español”.
El contexto social y político plantea enormes desafíos, la dirigencia política en manos del sector más ilustrado; la iglesia católica aliada al estado, un ejército garante de la soberanía, una economía agraria potente, con libertad en la comercialización y producción. En referencia al ordenamiento jurídico, la primera referencia al mapuche corresponde al Reglamento Constitucional de 1813 emitido por la Junta de Gobierno compuesta por: José Miguel Infante, Miguel Eyzaguirre e Ignacio Cienfuegos, el reglamento de ley, referido a los mapuche de la zona central hasta el rio Bío bío por el sur, en dos de sus artículos dice:

Art. 1. - Todos los indios verdaderamente tales y que hoy residen en lo que se nombran Pueblos de Indios, pasaran a residir en villas formales, que se erigirán en dos, tres, o más de los mismos pueblos designados por una comisión, gozando de los mismos derechos sociales de ciudadanía que corresponde al resto de los chilenos.
Art. 8. - El gobierno desea destruir por todos modos la diferencia de castas en un pueblo de hermanos; por consiguiente, la comisión protegerá y
procurara que en dichas villas residan también españoles y cualquier otra clase del Estado, pudiendo mezclarse libremente las familias en matrimonio y demás actos de la vida natural y civil"

Este Reglamento de ley a través de su articulado, tiene un enorme significado en la sociedad mapuche, que habita el territorio al norte del rio Bío bío, cuyas consecuencias se observan en: la pérdida de su territorio y la desaparición de las comunidades o su asimilación forzada, en los primeros cincuenta años de vigencia de esta ley.

Las primeras décadas después de la Independencia de Chile va a constituir un período marcado por distintas percepciones desde la sociedad nacional hacia la sociedad mapuche. Se observa, en primer lugar, una valoración de parte de los criollos hacia los mapuche. Esta valoración positiva va a demostrarse en muchas manifestaciones e incluso en intentos jurídicos.
Al momento de iniciarse la independencia, las nuevas autoridades que estaban asumiendo el control del país miraron hacia la frontera tratando de asociar su lucha a la resistencia que había opuesto el pueblo mapuche al conquistador español. En ciertos ámbitos como el de la Logia Lautaro, el título de algunos periódicos como las Cartas Pehuenches y, en general, la admiración que despertaba la lucha de los araucanos contra el español, hicieron presumir a O’Higgins, Carrera, Freire, Camilo Henríquez y varios hombres de la época, que invocar el pasado mapuche, hacía bien a la causa de la Independencia. Surgió así, un sentimiento de respeto y admiración hacia los mapuche, quienes son incluidos en el discurso patriótico como los altivos luchadores por la libertad y es elocuente que para la fiesta del primer aniversario del 18 de septiembre, las
damas asistieran al baile de gala celebrado en el palacio de gobierno vestidas como “indias”.

Dentro de este contexto aparece el interés de los primeros gobernantes de Chile por la Araucanía; Bernardo O’Higgins, tenía en mente la idea de incorporar definitivamente la Araucanía a Chile, incluyendo a toda la población indígena de este y el otro lado de la Cordillera. En 1812, O’Higgins se refería a los Araucanos, como:

“... el lustre de la América combatiendo por su libertad...”


Agregando que estos formaban una preciosa porción de nuestro país que, seguramente, no abandonaría su suelo para irse en pos de un español que sólo quería esclavizarles y hacerse feliz a costa de la servidumbre de sus moradores....

Identidad
La aristocracia criolla, durante esos primeros años de constitución de Chile como una nación independiente, se ve en la necesidad de reflexionar sobre la construcción de la identidad nacional y la idea de nación. El discurso giró en torno a las instituciones consideradas tradicionalmente sustentadoras de la identidad nacional: el ejército, la iglesia, la aristocracia, sin embargo, necesariamente debieron aludir a la presencia de las población mapuche presente en el territorio. Por tanto, lo que ocurre es un determinado tipo de etnificación de lo propio desde el discurso proveniente del poder y de las elites, funcional a la construcción identitaria nacional.
Después del triunfo de los liberales republicanos en Maipú, abril de 1818, se acentúan los signos de fragmentación en la sociedad mapuche:

• un amplio sector continúa decididamente en mantener el statu quo con la monarquía española a través de pactos políticos-económicos y militares suscritos.
• otro sector incipiente y minoritario, liberal republicano, tempranamente busca una alianza estratégica con los mapuche, entendiendo que solo es posible la expulsión definitiva de los europeos, eliminando o estableciendo alianzas con el “enemigo interno”.

Es así como se convoca a participar, siguiendo la antigua forma tradicional del Koyang o Senado mapuche como le denomina Alonso de Ercilla, o también parlamento como le denominaban los españoles. El primer parlamento entre mapuche y chilenos, se celebra en Concepción 1811; para continuar en Arauco 1812; Los Ángeles 1813; esta vorágine de hechos, fue cambiando el centro político estratégico mapuche, generando un cuadro de permanentes luchas por liderar la interlocución y representación, rompiendo de esta manera la relativa armonía que se vivía en una coexistencia de paz relativa, entre dos pueblos.


Como en toda sociedad y sus relaciones, existen distintas visiones y/o actitudes en el devenir de la contingencia: Algunos mapuche ven privilegios, o el reconocimiento de propiedad de las tierras que habitan, o portadores de un título honorífico, que entrega respeto social, y en muchos casos, un estipendio del estado en carácter de “aliado estratégico”, sin entender el sentido que el estado de Chile ha definido tempranamente,
cual es anexar y asimilar a los mapuche, como se comprueba en la publicación del “Plan de Defensa del Reyno de Chile” elaborado en noviembre de 1810 por el soldado a sueldo de origen irlandés Juan Mackenna, a instancias de la Primera Junta de Gobierno.
Otros mapuche perciben una amenaza encubierta, la pérdida del territorio, originada por el permanente asentamiento y ocupación de población no mapuche, en los territorios en los cuales ya cohabitan. Este es el nuevo escenario,…… han emergido nuevos intereses, conjuntamente con la creación del nuevo estado. Es conveniente recordar que el Tratado mapuche-español de Negrete de 1803, su esencia está fundamentada en el reconocimiento y soberanía de sociedades independientes; es la razón que arguyen los mapuche, al apoyar a los realistas en los años posteriores a 1810.

Parlamento chileno – mapuche


El año 1825, El coronel Barnachea en representación del estado de Chile, convoca en Txapiwe (comuna de Yumbel) a un parlamento con mapuche, que son representados por el longko Francisco Mariluan, se establece un protocolo de acuerdo de 33 artículos, en los cuales se reconoce explícitamente el Wall-mapu o territorio mapuche independiente, se establecen pactos económicos y compromisos de alianzas militares, cuyo objetivo final es impedir la reconquista española o la invasión de alguna potencia europea.
Desde la primera junta de gobierno, hasta 1883 hemos registrado 25 parlamentos, con una característica muy peculiar, la dirección estratégica de estos protocolos fue modificándose para ser, cada vez más asimétricos, en la medida que el ejército avanzaba y ocupaba más territorio mapuche, hasta concluir con los últimos de ellos como “Paz Forzada”.

Edmond Reuel Smith científico norteamericano en su visita en 1846 al Wall-mapu relata, al observar a un anciano cura franciscano, que sistemáticamente le habían negado la posibilidad de instalar una misión en Malven (lugar cercano a Renaico), al preguntar la razón de ello a un mapuche, este respondió:

“cuando quiera Ud. visitarnos será bienvenido y recibirá alimento y abrigo; pero si vienen sus hermanos necesitarán tierras para construir una casa, habrá que darles de comer y tendremos que proporcionarles ganado; necesitarán entonces mis tierra para mantener sus animales; otros cristianos vendrán a vivir con sus hermanos; ellos también desearán casas, ganado y tierras. De este modo Uds. llegarán a enriquecerse y nosotros a empobrecernos y por último seremos expulsados”.

Estas dos visiones de concebir el momento histórico, nos han acompañado en todo el tiempo de la república, a algunos, la sociedad mayor le entrega el reconocimiento: la “calidad de longko” y los convierte en interlocutor válido y representante de la sociedad originaria. A los que emergen socialmente de manera natural por capacidades o tradiciones, rara vez son considerados en los espacios de tomas de decisiones a nivel superior; como lo analizaremos más adelante, en esta dinámica de cambios permanentes, emergen nuevos mapuche con ideas proactivas, sin dudas es un largo camino ya iniciado.

Este discurso no es homogéneo, puesto que fluye desde diversos ámbitos de la institucionalidad de la época: sean políticos, eclesiásticos, militares, próceres de la independencia, gestores del republicanismo-, además no va a ser exclusivo de los primeros años del
siglo XIX, sino que, paradójicamente, va a extenderse hasta los momentos más críticos y dramáticos que caracterizarán la acción del Estado Chileno hacia el Pueblo Mapuche. Así vemos, por ejemplo, como en 1888, Horacio Lara en la dedicatoria su libro Crónica de la Araucanía, se refería al tema en los siguientes términos:

“...no ha obedecido a otro móvil que a la inspiración de un elevado sentimiento de patriotismo guiado de un sano propósito: el de reconstruir el pasado histórico de un pueblo heroico que, como el araucano, tan profundas huellas ha dejado marcadas en nuestra vida nacional en tres siglos de la más tenaz de las luchas que haya sostenido en América una reducida porción de hombres encerrados entre estrechos linderos en honra a su independencia, o ya en defensa de sus campiñas, sus selvas i sus bosques que sombrean la humilde choza que oculta en su oscuros seno la robusta i altiva prole que desde los primeros vajíos de la existencia empieza a atisbar en su corazón el sagrado fuego del patriotismo... Antes que ese pueblo cuna de tantos héroes i ara de inmolación i sacrificio de tantos mártires desaparezca del todo del escenario de nuestra sociabilidad, hemos querido recoger en su lecho de agonía el postrimer aliento i estamparlo por decirlo así en estas pájinas ..”.

Es así, entonces, que en un primer momento se produce una valoración del mapuche, la que se complementa con la idea de incluirlo en el proyecto de nación que se estaba gestando para construir con él y sus territorios el nuevo país que surgía desde las ruinas del mundo colonial. Consecuente a los factores anteriores aparece la oligarquía agraria, representada por el estado de Chile, en los territorios fronterizos a marcar soberanía, con el concepto de eufemismo contumaz de pertenencia e impone sus leyes y aumenta su argumento en la misma medida que
disminuye la influencia mapuche, como vasos comunicantes, en el avance por los nuevos territorios. El poder político sustentado por múltiples longko disminuye, aumenta el poder del nuevo ocupante, terminando de esta manera las “amenazas” a la que están sujetos los colonos en los nuevos territorios, se amplía la línea de fuertes y se asienta la “nueva sociedad”.

Aún resuena, para la verdad histórica y nuestra vergüenza lo escrito por Cornelio Saavedra en 1870:
“La guerra, llevada por el sistema de las invasiones de nuestro ejército al interior de la tierra indígena, será siempre destructora, costosa y sobre todo interminable, mereciendo todavía otro calificativo que la hace mil veces más odiosa y desmoralizadora de nuestro ejército. Como los salvajes araucanos, por la calidad de los campos que dominan, se hallan lejos del alcance de nuestros soldados, no queda otra acción que la peor y la más repugnante que se emplea en esta clase de guerra, es decir: quemar sus ranchos, tomar sus familias, arrebatarles sus ganados; destruir en una palabra todo lo que no se les pueda quitar.

¿Es posible acaso concluir con una guerra de esta manera, o reducir a los indios a una obediencia durable?

Se percibe un ambiente de profundas buenas intenciones en la construcción del nuevo Estado - Nación que se estaba formando, primando la idea de una gran hermandad. En esta dirección habría apuntado, por ejemplo, un proyecto de “Unir a Chile ocupando los vastos territorios de la Araucanía” presentado en el año 1823 por Mariano Egaña, que permitiese ocupar la región con colonos nacionales y extranjeros, soslayando para ello a los propios mapuche.
Sin embargo, se visualiza un cuadro bastante contradictorio en la medida que se produce la llamada "Guerra a Muerte". Pues, si bien en una primera instancia los mapuche aparecen gestando los antecedentes de la nacionalidad, gracias a la “sangre araucana” derramada en pos de la libertad, el primer contacto directo que tuvieron los patriotas libertarios con los mapuche adquirió un carácter más bien traumático, con esta denominada “Guerra a Muerte”. Los mapuche se vieron envueltos en una guerra ajena, entre “patriotas y realistas”, (sin dudas es una confrontación de intereses y control político del nuevo estado, ajeno a la sociedad originaria), pero fieles a los acuerdos y a la palabra empeñada, mantuvieron sus compromisos contraídos en los parlamentos con los españoles.
En ellos, los españoles reconocían el territorio y autonomía del Pueblo Mapuche, en cambio los patriotas pensaban en un territorio unificado bajo la bandera chilena desde el norte hasta el Cabo de Hornos. Los mapuche percibieron esta diferencia entre chilenos y españoles y temieron, con evidente previsión, la constitución de un gobierno central en Santiago que, poseedor de fuerzas armadas ofensivas, atacara y sometiera definitivamente el territorio.
De esta manera, los mapuche adhirieron mayoritariamente al bando realista y lucharon contra los chilenos, contra los fundadores de la patria. En este sentido, decae en el imaginario nacional la figura mapuche que cimentaba la lucha por la libertad y la defensa de los derechos como pueblo independiente. Por otro lado, la forma de lucha que se dio en la Frontera, tuvo un carácter en el que la caballerosidad no era el signo más característico. El accionar de los mapuche transforma radicalmente la imagen que se había construido de ellos, frente a la naciente sociedad nacional. Aparece el estereotipo del bárbaro, la imagen de seres salvajes, primitivos, que no coincidía, o no estaba a la altura del proyecto de nación liberal civilizada que se pretendía edificar.

Cinco diferentes imágenes estereotipadas de los mapuche, predominan en la sociedad chilena como lo describe Milan Stuchlik en su obra: Las políticas Indígenas en Chile y La Imagen Mapuche, que argumenta su teoría en base a los rasgos o características básicas enfatizadas en cada uno de los estereotipos, en los períodos de la siguiente forma:
1.- El período de los guerreros valientes y bravos, desde el comienzo de la conquista hasta aproximadamente la década del 1840.
2.- El período de los bandidos sanguinarios desde 1840 hasta la pacificación del territorio mapuche 1893
3.- El período de los indios flojos borrachos desde 1893 hasta aproximadamente la década de 1920.
4.- El período de la “carga y responsabilidad del hombre blanco” desde la década de 1920 hasta la década de 1960.
5.- El período de salvajes gentiles a los que falta sólo la educación desde la década de 1960 en adelante

Será esta actitud contradictoria de Chile frente a los mapuche su historia y su presente la característica principal del problema de la sociedad chilena v/s la sociedad mapuche contemporánea. “Marcará a su vez las relaciones de la sociedad mapuche con la chilena y las diversas estrategias de integración que sus dirigentes desarrollarán”.
Esta actitud contradictoria por parte del Estado, queda reflejada en la promulgación de leyes, las cuales, puede decirse, presentan un cuadro bastante peculiar, pero determinante en este intento de integración de parte del Estado chileno hacia los mapuche. Por una parte el año 1822, en la constitución de O’Higgins, se expresa claramente quienes serán chilenos, estableciendo que dicha condición será para todos los nacidos en el
territorio de Chile, y que dichas personas serán iguales ante la ley, sin distinciones de rango ni de privilegios. Pero, por otro lado, en esa misma constitución, se expresa claramente que no todos los chilenos podrán tener la calidad de ciudadanos, sólo podrán serlo, quienes cumplan con una serie de requisitos:

“...son ciudadanos todos los que tienen las calidades contenidas en el artículo 4 con tal que sean mayores de veinticinco años o casados y que sepan leer y escribir, pero esta última calidad no tendrá lugar hasta el año de 1833...”.

Evidentemente, los mapuche de la época, en su inmensa mayoría, no saben leer ni escribir el castellano, no es ocioso recordar que poseían una cultura distinta, donde no existía la escritura, dado, como fue mencionado, que se trataba de una cultura basada en la oralidad, poseedora de una lengua propia: el mapudungun. Por otra parte, la constitución no hace ninguna mención a los mapuche, simplemente son todos chilenos, pero los menores de 25 años no podrán ser ciudadanos; los mapuche comienzan a ser vistos con los ojos del evolucionismo, el que por aquellos años había tomado forma en ámbitos científicos, y donde se concebían a los grupos indígenas como niños, como grupos que se encontraban en una etapa primaria, primitiva, donde, su padre occidente, debía guiarlos en el camino hacía el desarrollo, progreso y civilización.
Se aprecia entonces, cómo el Estado, por un lado, no reconoce a los mapuche como un pueblo independiente sino que busca su asimilación, a integrarlo como uno más, quienes al no poseer educación occidental se transforman en personas de segunda clase, de hecho les niega la calidad de ciudadano; y, en último caso, si llegasen a cumplir con los requisitos para acceder a dicha calidad, se les exige que dejen de ser lo que son, que
olviden lo que han sido y adopten los patrones de la nueva sociedad que se está formando; en definitiva, existe un claro no reconocimiento de los mapuche, en primer lugar como actores políticos distintos, independientes y, en segundo lugar, como actores culturales también distintos. El Estado está diciendo por medio de ello:

“... ustedes son chilenos, ya no son más mapuche...”.

La constitución de 1823, presenta restricciones aún mayores para acceder a la ciudadanía chilena:

“... Es ciudadano chileno con ejercicio de sufragio en las asambleas electorales, todo chileno natural o legal que habiendo cumplido veintiún años, o contraído matrimonio tenga alguno de estos requisitos: Una propiedad inmueble de doscientos pesos, un giro o comercio propio de quinientos pesos; el dominio o profesión instruida en fábricas permanentes; el que ha enseñado o traído al país alguna invención, industria, ciencia o arte, cuya utilidad apruebe el gobierno; el que hubiere cumplido su mérito cívico, y por último, todos deben ser católicos romanos... ”.
Nuevamente se evidencia la negación del “ser mapuche”; dado que de acuerdo a estos requisitos, prácticamente se estaba diciendo a los mapuche: “usted no podrá ser ciudadano”. En el trasfondo, se buscaba borrar todas las diferencias existentes entre los habitantes del territorio chileno, y homogeneizar aun desde el discurso público, a los “chilenos”; pues como se verá, las fronteras entre unos y otros siguieron presentes en las cotidianeidades de la vida nacional.
Aunque el camino hacia la homogeneización -que se percibía como vital para la construcción del Estado-Nación, ya había comenzado
desde antes, con la presencia en la Araucanía de los misioneros católicos. Quienes penetraron en territorio mapuche con la misión de evangelizarlos, convertirlos al cristianismo, enseñarles la lengua castellana y, en definitiva, transformarlos; la labor homogeneizadora desde el Estado se tornará sistemática durante el siglo XIX, mediante una serie de aparatos institucionales, funcionales a dichos propósitos. En esta actitud homogeneizadora desde el Estado hacia el Pueblo Mapuche, están presentes una serie de mecanismos de dominación; de ahí que se señale la importancia de conocer cuáles fueron estos mecanismos de “ciudadanización del mapuche”, recalcando que se trata de un proceso que sigue presente hasta el día de hoy.

Construcción del Estado
Entre dichos mecanismos, destacan, en primer lugar, los medios jurídicos, que se constituían en piezas claves para la formación de la nación. A través del andamiaje legal, las autoridades podían extender a toda la población los mecanismos de control que debían imponer para construir el país que demandaban. Se trataba, por lo tanto, “... de establecer instrumentos jurídicos capaces de otorgar un sentido de pertenencia y que abarcara a todos los ‘chilenos’...”.
En este sentido, en el escenario posterior a la colonia, va a ser el estado Chileno quien a través de distintos medios jurídicos va a generar los conflictos que se mantienen hasta el día de hoy con el Pueblo Mapuche. La creación de la provincia de Arauco en 1852, se constituye en un hito importante, ya que como instancia jurídica, permite al Estado intervenir, sin previa consulta, directamente sobre el territorio mapuche:
“... es como si hoy día el Estado chileno decidiera crear una provincia en territorio argentino y se le pone un nombre...”.

La provincia, es el ropaje jurídico que le permite al Estado iniciar el camino de apropiación de un territorio que era de otro Pueblo.
Un segundo elemento o mecanismo destinado a consolidar el proyecto del Estado-Nación y, por extensión, la negación del Pueblo Mapuche, se encuentra en el ámbito de la educación. El interés de las autoridades por impulsar tempranamente su desarrollo, se percibió así porque se creía que la educación “... sacaría al pueblo de las tinieblas... ” y lo haría respetuoso de las normas jurídicas y valores que regirían los destinos de Chile.
La escuela, además de haberse constituido como un mecanismo de dominación, subordinación y negación del mapuche, es el lugar por donde fluye, a veces implícitamente, la expresión del racismo y la discriminación.
Lo cierto es que la educación también se constituye en un elemento y mecanismo de homogeneización cultural y por tanto en un aparato negador de las especificidades culturales que no cuadran con el proyecto del naciente Estado nacional. Va a ser esta política homogeneizadora y negadora de las diferencias culturales, instaurada por la educación formal chilena la que hoy permite comprender por qué existen tan pocos mapuches que, por ejemplo, dominen su propia lengua, que hablen el mapudungun. Los testimonios de mapuches al recordar sus experiencias escolares suelen ser dramáticos, ya que se les prohibía hablar su lengua y se les castigaba en caso de ocuparla y no hablar el castellano.
Hacia la década del cuarenta del siglo XIX, el Estado chileno realiza un intento para relacionarse de manera más estrecha con los mapuche de la frontera sur; la estrategia utilizada recayó en el ámbito de la
educación formal; de esta manera se recurrió a las escuelas misionales de Franciscanos Italianos, contratados por el gobierno de Joaquín Prieto. Bajo el supuesto de que estas misiones podrían ayudar a transmitir los valores del ciudadano a los mapuches, y a reemplazar los principios de las sociedades tradicionales por la lógica de la racionalidad.
Un tercer elemento que contribuyó a los intentos de homogeneización cultural del país, queda constituido por la inmigración europea. La presencia de inmigrantes europeos, fue percibida también como una posibilidad de ir generando actitudes que los grupos dirigentes querían desarrollar entre los miembros de la nación. Por lo mismo, la inmigración no sólo representó un medio para aumentar la población, sino también una propuesta encaminada a formar a los chilenos:
“... contribuyendo a desarrollar en ellos una conducta imitativa que muchas veces nos ha llevado a menospreciar nuestra cultura y a transformar nuestra identidad en una identidad híbrida... ”.

Así se desprende de las palabras de Vicente Pérez Rosales, agente de colonización, quien reprochaba a los habitantes de la zona y a algunas autoridades los obstáculos que habrían puesto al establecimiento de los colonos:

“Entristece el recorrer la anterior lista [de inmigrados], viendo cuán despacio, cuán de mala gana y con cuántas interrupciones llega a fecundizar nuestros desiertos ese riego de población y de riqueza que tantos prodigios obra en todas; que, como no debemos cansarnos nunca de repetirlo, es el único medio que en nuestras actual estado puede elevarnos pronto a una envidiable altura entre las naciones civilizadas”
En el Chile de la época se había instalado ya el eje conceptual civilización/ barbarie, el que se desprendía de las corrientes evolucionistas que lideraban el pensamiento científico; corrientes que, en breves palabras, consideraban que las sociedades.

Economía naciente
La primera crisis del modelo exportador se da entre los años 1857 y 1861, y ocurre fundamentalmente a partir de la brusca desaparición de los mercados californianos y australianos. El mercado californiano había alentado fuertes especulaciones al interior de la economía chilena, con lo que surgieron enormes endeudamientos, pues nadie dudaba en solicitar créditos con lo cual se fue creando una riqueza imaginaria que alentó gastos que una economía como la chilena no pudo resistir. Después de desaparecer el mercado californiano, este se transforma en competencia para la producción triguera chilena arrebatándole con ello los mercados del Pacífico, tradicionalmente chilenos.
En la prensa comienzan a circular una serie de artículos que trataban la crisis, asociándola con la incapacidad de cancelar con mercaderías chilenas los productos de importación, forzando así una exportación de monedas que anunciaba la recesión; también se manifestaba una preocupación por la pérdida del mercado californiano y los altos precios que estaban alcanzando los productos agrícolas. La solución que con más claridad se presentó en la prensa del momento tuvo que ver con la obtención de capital, es decir:
“... mercaderías vendibles en el exterior que permitieran equilibrar la balanza de pago y ordenar una economía que antes de la caída no había mostrado flaquezas...”.
Desde este momento en Chile se empiezan a desarrollar acciones tendientes a sacar al país de la crisis; se comenzó a pensar en modernizar las haciendas, los cultivos y todo lo demás. A partir de este momento Chile comienza a mirar hacia la Araucanía. Es a partir de la década del 50 que esta zona adquiere verdadera relevancia para los intereses chilenos. En 1856 el periódico El Ferrocarril se refería a ella como una zona de recursos inagotables:

“... manantial de riquezas que requería de brazos y capitales para gozar de una próspera agricultura... ”.
Tres años más tarde se señalaba que la Araucanía era la zona más rica de “nuestro territorio”. En palabras del profesor Jorge Pinto, era vista por la sociedad chilena del centro, como una gran hacienda inculta.
Los artículos de prensa se siguieron multiplicando, y la mayoría coincidía en señalar que con la ocupación de la Araucanía se ganaría en tres aspectos:

“tierras, mano de obra y la posibilidad de abrir un mercado alternativo al californiano, vía Argentina”.

La campaña pro-ocupación de la Araucanía fue prácticamente dirigida por El Mercurio de Valparaíso, el órgano más representativo de los intereses de los inversionistas chilenos. La sociedad chilena del centro del país comienza a mirar hacia la región del sur, y se piensa que el destino “natural” debe ser su ocupación.
Es entonces, a partir de la ineptitud mostrada por los inversionistas chilenos antes, durante y después de la crisis económica de mediados del siglo XIX, unida al eje conceptual de la barbarie y la civilización, que se fue generalizando la idea de que los mapuches, así como su abundante territorio, se encontraban en un estado donde reinaba la
barbarie, el primitivismo, etc. Y que, por tanto, era “deber” de la población chilena “civilizada” intervenir allí y llevar el progreso y la civilización a todos los rincones del territorio nacional.
Un párrafo del diario El Mercurio, que reflejaría una suerte de “ideología de la ocupación” lo expresa en forma clara:

“No se trata sólo de la adquisición de algún retazo insignificante de terreno, pues no le faltan terrenos a Chile; no se trata de la soberanía nominal sobre una horda de bárbaros, pues está siempre se ha pretendido tener: se trata de formar de las dos partes separadas de nuestra República un complejo ligado; se trata de abrir un manantial inagotable de nuevos recursos en agricultura y minería; nuevos caminos para el comercio en ríos navegables y pasos fácilmente accesibles sobre las cordilleras de los Andes... en fin, se trata del triunfo de la civilización sobre la barbarie, de la humanidad sobre la bestialidad”.

La sociedad chilena, agraria, santiaguina, que miraba hacia Europa y que surgió en las primeras décadas del siglo XIX, no tuvo la capacidad de comprender al Pueblo Mapuche. Así, desde la capital, los araucanos eran mirados con conmiseración:

“... Eran seres primitivos, salvajes; a lo más, bárbaros. En esas tierras del sur de Chile no había llegado aún la civilización... ”.

Eso se decía en la época. Lo anterior, era reafirmado al observar la poligamia, práctica que no logró ser comprendida dentro del contexto mapuche, y el nomadismo, también considerado cercano a la barbarie, por la sociedad católica del centro del país.
El diario El Mercurio insistía en que los indios son enteramente incivilizables, y publicaba en 1859, con respecto a los indígenas:

“... Todo lo ha gastado la naturaleza en desarrollar su cuerpo, mientras que su inteligencia ha quedado a la par de los animales de rapiña, cuyas cualidades posee en alto grado, no habiendo tenido jamás una emoción moral..”
Esta mirada de los indígenas como animales de rapiña, como hordas de salvajes campaña permanente de El Mercurio vino a crear una justificación moral para la ocupación de los territorios de La Araucanía a cualquier precio. Otro artículo, de la época refiere al tema en los siguientes términos:

“Los hombres no nacieron para vivir inútilmente y como los animales selváticos, sin provecho del jénero humano y una asociación de bárbaros, tan bárbaros como los pampas o como los araucanos, no es más que una horda de fieras que es urgente encadenar o destruir en el interés de la humanidad y en bien de la civilización”.

Es en esta época, a mediados del siglo XIX, donde se produce:
“... una grieta insalvable entre la vida chilena santiaguina y la forma de vida que llevaban los indígenas del sur de Chile...”.

Se pensaba en los mapuche como una “raza” en decadencia, degradada por el alcohol; los mapuche, a los ojos evolucionistas de la sociedad criolla, estaban lejos de ser los héroes relatados por Alonso de Ercilla. Se multiplicaban los artículos en la prensa que se referían en términos similares acerca de los pobladores de la Araucanía. El país
comienza a formarse una idea falsa de los indígenas del sur, y a circular el arquetipo, de que los mapuche además de estar acabados, eran cada vez menos; comenzó a afirmarse que quedaban muy pocos indígenas en el sur y que las tierras estaban desocupadas. El país del centro se formó esta idea, falsa por cierto, pero conveniente, para ocupar la Araucanía y someter a los indígenas al régimen reduccional.

Guerra Civil
De esta manera, desde 1850, comienza a clarificarse la actitud del Estado, y de la sociedad chilena frente al Pueblo Mapuche del sur de Chile. Se desencadenan una serie de factores que llevarán a la ocupación del territorio, con lo cual se desintegra el viejo espacio fronterizo que habían logrado construir españoles y mapuche por más de dos siglos. Todo el peso del Estado en formación se dejó sentir entonces sobre la Araucanía, imponiendo a la región el proyecto de país y nación elaborado por los grupos dirigentes que gobernaban Chile desde Santiago.
Una vez terminado este episodio viene un largo período en que el Estado no va a tener capacidad de preocuparse de lo que ocurre en el lejano sur. Se mantienen las mismas relaciones fronterizas del período colonial, el mismo sistema de administración y también un ejército de fronteras de características similares al colonial. Muchos de los soldados y oficiales, además, son hijos y descendientes de esa milicia. Las guerras civiles "montistas" van a sacudir el sur indígena el año 1851 y 1859. Angol, recién fundado, será atacado y destruido por Mañil Huenu, longko de Collico. Muchos revolucionarios penquistas, de Concepción, se refugiarán en la Frontera, en las comunidades indígenas.
Claramente se observa la superposición de intereses. En las expresiones de Mañil, su argumento está en el ad-mapu o derecho consuetudinario, son múltiples los documentos expresados en distintas
partes del territorio que argumentan la posición mapuche, como la carta enviada por Mañil al presidente Montt el 20 de septiembre de 1860 poco antes de fallecer:

“Se acabó el invierno y no llegó Saavedra. Entonces les mandé orden a todos los que nos tenían usurpados nuestros terrenos que se fuesen y así principiaron a pasar para el otro lado del Biobío quedándose Bastias y animando a otros que no nos hiciesen caso. Mandé un correo donde Bastías que es el indio mestizo que le sirve de lenguaraz previniéndole que se fuese antes que tuviese que sentir, y lo que hizo fue traer soldados de infantería y caballería para hacerse dueño de los terrenos que se le tenían prestado…”

Como es posible deducir, la “igualdad jurídica” reconocida a los mapuche, nunca consiguió su objetivo de garantizar la igualdad ante la ley de todos sus integrantes. Ante ello la sociedad mapuche, toma la decisión política de expulsar a todos los no mapuche, que han asentado sus propiedades al sur del rio Biobío. Esta misión es encomendada el jefe político y militar mapuche José Mañil Wenu, (el Pastor del Cielo), quien asume el mando de 8.000 konas mapuche. Esto ocurre en Santa Juana; Nacimiento, Negrete, Santa Bárbara, en resumen en toda la zona fronteriza al sur del rio Biobío; se calcula la expulsión de
15.000 colonos.

Las cien águilas del ejército de Chile. En el cuadro de honor de la academia de historia militar de Chile, entre muchos otros nombres figuran: Cornelio Saavedra Rodríguez, Basilio Urrutia; José Manuel Pinto; Gregorio Urrutia Venegas; en calidad
de héroes, por su ejemplo, actitud y entrega, que engrandecieron la nación chilena. Tanto Cornelio Saavedra como Gregorio Urrutia participaron activamente en la Guerra del Pacífico y en la invasión al Perú.
Sin embargo en necesario considerar que, ajeno a su formación teórica, aprendida en sus academias militares, la práctica la desarrollaron en territorio mapuche, he ahí la “verdad histórica” oficial. La guerra que se dio contra la sociedad mapuche fue asimétrica en toda su esencia, se generó el despojo de su territorio, se arrebataron sus animales, y se convirtió a los mapuche en trabajadores sin sueldo de los “nuevos dueños de la tierra”.
Muy distinto al enfrentamiento que se dio entre dos ejércitos, chileno y peruano, con simetrías militares, cuyo resultado en el peor de los casos, es sólo cuestionada en su forma, pues el fondo fue definido en el campo de batalla. Pero volvamos a los que nos convoca:

¿Qué es lo que hizo el ejército de Chile, cuando ingresa, invade y ocupa el Wall-mapu o territorio mapuche al sur del rio Biobío…posterior a 1862?
¿Existe coherencia con la verdad histórica oficial?
¿Nos sentimos identificados con la historia oficial, quienes habitamos esta tierra?

Si ello no ocurre, entonces estamos hablando de una “versión obstinada de la historia” construida a partir de eufemismos, sin identidad, que no condice con la verdad ni el pensamiento de sujetos con derechos y deberes. Es una construcción bipolar, como se demuestra en el cuadro histórico del ejército de Chile, en el cual sólo es posible observar nombres mapuche en unidades militares como: Lautaro, Carampangue, Caupolicán,
y comprobar lo escrito por Juan Mackenna en 1810, en “El Plan de defensa del Reino de Chile”, que en un fragmento dice:

“Es empresa vana el pensar en reducirlos a pueblos, ni nos parece sería conveniente, porque en ellos podían adquirir luces y conocimientos militares que nos serían perjudiciales, siendo demasiado evidente la invencible antipatía que existe entre las naciones de distinto color”

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