Paz Puga y Alejandra Egaña: Las madres de “Tikitiklip” Jueves, 7 junio 2007
Sin buscarlo, estas dos amigas dieron en el clavo al crear una de las series de videoclips infantiles más encantadoras y exitosas de los últimos tiempos. Con sus artesanías animadas, han causado impacto entre los más pequeños. En momentos en que el reencuentro con la identidad y las propias raíces es un tema que empieza a tocar culturalmente cada día más a los chilenos, la original docena de videoclips de “Tikitiklip”, que se transmite los fines de semana dentro de la programación de “Tronia”, es un aporte de creatividad que sobrepasa el interés de los más pequeños.
La ternura y artesanal belleza de cada uno de los personajes –como “El Tonto Perico”, “El Soldado Trifaldón”, “La Señorita Aseñorada” o “Don Crispín”, por mencionar algunos– son meritorios del éxito obtenido desde que estas breves historias musicalizadas fueron puestas al aire como parte de la parrilla programática infantil de TVN. No por nada acaban de recibir dos importantes reconocimientos mundiales: ser uno de los 80 programas de calidad seleccionados por Input entre dos mil y la nominación al festival alemán Prijeunesse. Hasta en los más mínimos detalles de esta producción se nota que sus creadoras, la fotógrafa Paz Puga y la diseñadora Alejandra Egaña –ambas casadas y con tres hijos–, cuentan con una sensibilidad especial y provienen del mundo del cine y de la dirección de arte.
“Una de las gracias de este proyecto es que es absolutamente propio: somos dueñas de la idea, productoras, directoras y diseñadoras”, señala Alejandra. Paz, quien entre otras cosas antes trabajó con su marido, Andrés Wood, en la película “La Fiebre del Loco”, explica que “la diferencia es que ahora estamos diseñando para los requerimientos nuestros, no para otros, lo que de verdad es muy gratificante”. Justamente por la etapa que están viviendo como madres junto a sus hijos, ambas aseguran sentirse muy representadas –y en “armonía”– en este original proyecto.
Sin embargo, enfocarse hacia los niños no fue un objetivo que se plantearon inicialmente. “Lo más importante era que teníamos ganas de crear algo independiente, pero siempre relacionado con la artesanía”, cuenta Paz. Y su socia añade: “Además, nos gustaba mucho el disco infantil ‘Tolín Tolán’, con las letras de la poeta María de la Luz Uribe. De alguna manera, se unieron todos los intereses convirtiéndose en un proyecto audiovisual, animado por artesanía chilena”. “Justamente, lo que nos interesaba era rescatarla y darle más aire a la creación artesanal chilena, ya que por ahí ha pasado medio inadvertida”, agrega Paz. “Sentimos que era una manera de sacar la artesanía de la feria típica y llevarla a un medio masivo como la televisión, para transmitirla a los niños”.
No obstante, ambas socias coinciden en que en el proceso tuvieron especial cuidado en rescatar y respetar al máximo la confección y el diseño de cada una de las artesanías. “De esta forma, a través de un medio súper digerible para los niños como es la televisión, se crea un vínculo efectivo con la artesanía. Al estar estos personajes vinculados a historias, los niños se relacionan a ellos afectivamente, lo que también puede ayudar a fortalecerla”.
Los nuevos pasos
Aun así, poner manos a la obra para levantar el proyecto no fue tan sencillo. Más de dos años tardaron desde que empezaron a crear el piloto, para luego recaudar los fondos, los que consiguieron finalmente con Minera Escondida, gracias a un concurso del Consejo Nacional de Televisión; el auspicio de TVN, un aporte del Fondo de Fomento para la Música y el patrocinio de Unicef.
Para su realización crearon la productora Ojitos Producciones y debieron recurrir a toda su imaginación para adaptar cada artesanía a los textos escogidos. “Eso hizo más complejo el tema”, recuerda Alejandra. “Porque tratamos de trabajar con las artesanías más tradicionales y también las más adecuadas para las letras de las canciones. Así nos centramos en algunas, como las mapuches de Pilén, las alfarerías de Quinchamalí, el crin de Rari y Panimávida o las de piedra volcánica de Toconao”.
“Investigamos bastante y tuvimos mucho contacto con el centro de artesanía de la Universidad Católica, el que nos vinculó con los artesanos y también nos ayudó, a través de bibliografía, para hacernos una idea de cuál era el panorama nacional”, añade Paz. “Al elegir cada uno de los objetos, tratamos de ser especialmente cuidadosas en aplicarlos. Buscamos rescatar su esencia, pero siempre resguardando su historia. Nos preocupamos de la autenticidad de cada objeto, como en el caso de los textiles aymaras”.
Para sus creadoras, quizás una de las mayores gracias del proyecto justamente estuvo en sus pocas ambiciones iniciales. Alejandra asegura que “nunca lo abordamos como tratando de ser ‘educativas’, sosteniendo una teoría a enfrentar en relación a los niños. Pero ambas tenemos hijos, los que ocupan un espacio fundamental en nuestras vidas y tenemos una idea bastante clara y concreta en cuanto a lo que debería ser el mundo infantil”.
“Creo que lo más ambicioso fue dar a conocer la artesanía al mundo”, advierte Paz. Y acto seguido, adelanta el siguiente paso que piensan dar: “Nos gustaría trabajar este proyecto en distintos países de Latinoamérica, con textos y artesanías de cada país. Sobre todo en lugares como México, donde la artesanía está más a la mano, porque la población indígena es mayor y está más incorporada”.
Su socia asegura que “ya ha existido interés por parte de algunos canales de televisión mexicana, que quieren tener la serie o que hagamos una propia para allá”. A lo que Paz agrega: “Hay que considerar que en países como ése existe un fomento de la artesanía a nivel gubernamental, con departamentos especializados, tema que en Chile partió hace poco tiempo”. Junto con estos nuevos proyectos, ambas esperan que la acogida del lanzamiento del DVD de los 12 videoclips –cada uno de poco más de dos minutos de duración– sea tan exitoso como lo ha sido la venta del disco musical con los mismos temas, editado por el sello La Oreja.
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