domingo, 11 de septiembre de 2016

Campamento Nueva La Habana 4:

CAPITULO III
Consolidación conflictiva de la experiencia (noviembre de 1970 a octubre de 1972)
“La señora subió a la micro Bernardo O´Higgins 1, que al llegar a Avda. Macul con camino Departamental dobló a la izquierda y comenzó a saltar por un camino de tierra.
El interior de la micro se oscureció; los pasajeros se aferraban a los asientos y tosían con el polvo.
Afuera, ladridos de perros, voces y gritos de gente.

En cada hoyo del camino se remecían los pasajeros que colgaban en las pisaderas.
Parecían mascaras con cara, pelo y ropas blancucientas. Al rato la micro se detuvo

- Señora: ese es el Campamento Nueva Habana”.188

188 DEPUR, Op. Cit., p. 47.
La instalación de los pobladores de los campamentos Ranquil, Elmo Catalán y Magaly Honorato, en los terrenos del ex fundo Los Castaños marcó la fundación del campamento Nueva La Habana y el inicio del momento de “consolidación conflictiva” de la experiencia de organización y politización revolucionaria de dichos pobladores.

Campamento Nueva La Habana, Santiago, 1 de noviembre de 1970189.

189 Agradezco a René Urbina, por conservar, y a Manuel Paiva, por socializar un grupo fotografías del campamento Nueva La Habana. La mayoría de las fotografías incorporadas en este estudio corresponden a dicho grupo.

El 1 de noviembre de 1970: Nació el Campamento Nueva La Habana.

“El día 29 de octubre, ante la urgente necesidad de instalar provisoriamente a las 1.200 familias, de los campamentos Ranquil, Elmo Catalán y Magaly Honorato, en parte de los terrenos “Chacra Los Castaños”. (La CORVI) solicitó a la firma Gormaz y Cia. Ltda.… ejecutar en el plazo más breve posible los trabajos que a continuación se señalan: hacer habilitación para campamento de 1.200 familias, emparejamiento de tierra (Buldózer y Motoniveladora), desvío de canales (Retroexcavadora), postación y red, alumbrado público, incluso ampolletas a gas, mercurio y pantallas, suministro de agua en camión cisterna, red de pilones en matriz de plastilit, 10 letrinas, trazado general de manzanas, estacado interior de sitios, provisión de estacas, lienza y yeso; y a demás asesoría para cooperar con los pobladores y estudiantes de la Universidad de Chile.
El plazo estipulado para la ejecución de estos trabajos fue entre el 30 de octubre y el 1 de noviembre de 1970, el que fue cumplido… Posteriormente se solicitó a la firma, ampliar los trabajos anteriores para 500 familias más, hacer zanjas para basural, construir 6 duchas para los pobladores y un local de aproximadamente 40 m2., para policlínico y primeros auxilios (según plano elaborado por Ivuplan)”.190
Así, resueltas las necesidades básicas para la instalación, el 1 de noviembre de 1970, “los pobladores se mudaron al terreno vació y comenzaron a escribir una nueva historia, empezaron construyendo sus mediaguas y formando nuevas instituciones basadas en su propio concepto de autogobierno, justicia, educación y cultura.”191 Hecho que una pobladora recordó de la siguiente forma:

190 ARNAD, CORVI, Antecedente de acuerdo 6813, 19 de noviembre de 1970.
191 Marykmoll, película “Campamento”, 1971.
“Llegamos a los terrenos del campamento Nueva La Habana… nosotros con mi familia llegamos a vivir a la manzana D, salimos como a las 11 de la mañana del Ranquil. Cada familia se consiguió camiones para el traslado, nosotros arrendamos un camión en La Bandera. Ese día, se trasladaron todas las familias del campamento Ranquil, Magaly Honorato y Elmo Catalán y fuimos quedando todos revueltos en las diferentes manzanas, con el fin de que aquí fuera un solo campamento.”192


Pobladores de los ex campamentos Ranquil, Magaly Honorato y Elmo Catalán llegando a terrenos del ex Fundo Los Castaños, Santiago, 1 de noviembre de 1970.

Los dirigentes de la JPR, que buscaron proyectar las experiencias de organización y politización acumuladas en las tres tomas de terrenos, mezclaron a los pobladores con el objetivo de evitar divisiones en el nuevo campamento:


192 Taller de Acción Cultural, La organización fue como nacer de nuevo, (Edición TAC, 1986), p. 53
“generalmente los pobladores entre sí tenían una diferencia que se hacia recalcar. O sea, el hecho de que el „Ranquil‟ por ejemplo, fuera el más grande de todos los campamentos, siempre iba a la cabeza de las concentraciones, de los desfiles, de las movilizaciones. Eso entonces al resto de los pobladores como que no les gustaba.
Entonces nosotros pensábamos cómo solucionar este problema. Después de una discusión con los compañeros de la Jefatura del campamento y además con los compañeros de la Universidad de Chile (IVUPLAN), llegamos a la conclusión de que todos los pobladores deberían de ubicarse en forma organizada.”193

“Miguel, un poblador del campamento, confirmó que dicha situación fue “así, ya que se formaron grupos de solares para cuatro familias. Tomamos 4 sitios para el „Magaly Honorato‟; 4 sitios para el „Elmo Catalán‟ y enseguida 4 sitios para el „Ranquil‟, y así sucesivamente hasta completar la manzana”194, también, se quiso “ir creando conciencia de la necesidad de tener bienes comunes, y no continuar con el concepto de la propiedad privada en el sentido que primaba hasta ese momento,”195 lo que sólo en parte fue aceptado por los pobladores, que recién iniciaban la consolidación de su experiencia.
Fue así como desde aquel día estos pobladores comenzaron a escribir la historia del campamento Nueva La Habana que como toda experiencia social y política tuvo aciertos y errores, sin embargo, desde un comienzo ésta fue realizada con mucho esfuerzo y felicidad:

“Sentía una alegría tan grande porque ya teníamos un pedazo de sitio donde vivir y era tan alegre todo. En el campamento habían unos parlantes, por donde se escuchaba música todo el día, o se

193 DEPUR, Op. Cit., pp. 53 y 54.
194 Ibidem, p. 54.
195 Waldo Leiva, del Frente de Trabajadores, en: Ibidem, p. 54.
comunicaba si pasaba algo o, llamaban a alguien. A pesar de todo lo que habíamos sufrido, habíamos logrado algo”196

El poblador Alejandro Villalobos, en una entrevista, recordó que, en aquellos días, “los mismos pobladores levantaron sus casas; cada poblador levantaba su casa. Se organizaron milicias para ayudarles a las compañeras o compañeros que no tenían como levantarla. Se organizaron milicias especiales de trabajo, es así entonces, como nace „El campamento Nueva Habana‟...”197, según, quien fue, su máximo dirigente.
Instalación de los pobladores del Campamento Nueva La Habana, Santiago, noviembre
de 1970.


Posterior a este proceso fundacional otros pobladores organizados e individuales se incorporaron al campamento, previo acuerdo con los dirigentes, entre otras razones, porque existía aún espacio en los terrenos para recibir a


196 Taller de Acción Cultural, Op. Cit., p. 53
197 DEPUR, Op. Cit., p. 53
más pobladores. Éstos, en general, fueron absorbidos por la naciente vida comunitaria del nuevo campamento.

Los pobladores y sus viviendas a comienzos de 1971

Las principales características de los pobladores del campamento Nueva La Habana y sus viviendas según una encuesta realizada por Centro Latinoamericano de Demografía (CELADE), dependiente de la Organización internacional de las Naciones Unidas (ONU), en marzo de 1971, pueden resumirse de la siguiente forma: El campamento tenía “una población joven. La mayoría de los adultos” tenía “entre 20 y 30 año (de edad). Los jefes de familia, (en un) 28%” tenían “su ocupación principal relacionada con la construcción, (es decir eran) carpinteros, albañiles, enfierradores y gasfiter. El 26% (trabajaba) como obrero en otros ramos, (como) textiles y metalurgia.” Es decir el 54% de los trabajadores del campamento, eran considerados “obreros”, a comienzos de 1971.198 Si a estos datos agregamos que 300 de los 500 trabajadores que laboraron en la construcción de las viviendas definitivas para los pobladores, desde junio de 1971, provenían del mismo campamento, la cantidad de pobladores que pueden ser considerados “obreros” aumenta.
198 Op. Cit., p. 47.
Familia del campamento Nueva La Habana, Santiago, 1971.

Respecto de las viviendas el citado estudio concluyó que el 72% de ellas estaban construidas de tablas, el 13% eran mejoras (mediaguas), el 14% carpas (aún a 4 meses de la instalación199) y solo el 1% de tabiques”200, vale decir, prácticamente, el 100% de las casas eran de material ligero, cuestión que se mantuvo en el tiempo producto del carácter transitorio del campamento.

199 Lo que fue posible, entre otras razones, porque estos meses (noviembre a marzo) fueron de verano.
200 Op. Cit., p. 49.

Viviendas del Campamento Nueva La Habana, Santiago, 1971.

Las Organizaciones del Campamento Nueva La Habana

La experiencia tomó un camino previsto pero no deseado por los dirigentes durante los dos primeros meses, es decir noviembre y diciembre de 1970, en donde las tareas de instalación y acondicionamiento, ocupación de los sitios, construcción de casas y mediaguas, concentró los esfuerzos de los pobladores, lo que debilitó la participación de éstos en las organizaciones comunitarias.
Por otra parte, y como se verá con mayor detención más adelante, importantes espacios de organización como las milicias populares, sumidas en el descrédito desde octubre de 1970, terminaron por desaparecer en enero de 1971.
Así dicha experiencia que tuvo sus antecedentes desde enero, y su formación desde julio de 1970, encontró su primer momento de reflujo a fines del mismo año, el que sin embargo comenzó a ser superado desde los primeros días de 1971.
El primer dirigente del campamento fue el “Oso Pedro” (Pedro Torres)201 designado por el MIR, quien tuvo este cargo sólo hasta que los pobladores se organizaron.
Entre enero y marzo de 1971 se generó una discusión entre los pobladores y los dirigentes respecto del tipo de organización permanente que se establecería en el campamento, este debate constituyente, tuvo como marcos de referencia las orientaciones políticas del MIR y las experiencias sociales y políticas, acumuladas durante 1970, de los pobladores, ambas entrelazadas. En ese momento se decidió que la dirigencia debía ser elegida por los pobladores. A partir de estas deliberaciones y de las experiencias concretas que fueron surgiendo se desarrollaron dos tipos de organizaciones en el campamento, que los estudios del CIDU denominaron “territoriales” y “funcionales” y, que aquí se llamaran “de auto-gobierno” y “sectoriales”.
En lo fundamental, las organizaciones “de auto-gobierno” estuvieron compuestas por las “las Manzanas”202, el “Directorio”, la “Jefatura” y la “Asamblea General”. Y las organizaciones “por sector” estuvieron constituidas por los “Frentes” de trabajo, como por ejemplo, los de “Vigilancia”, “Trabajadores”, “Cultura”, “Salud” y “Abastecimiento”.

Organizaciones de auto-gobierno

Cada “manzana”, de un total de 23 en marzo de 1971, estuvo compuesta por alrededor de 64 familias, cada una en un sitio, unos 400 pobladores aproximadamente, los que se reunían, en su propia sede, una vez por semana para discutir sobre los problemas internos de la “manzana” y las principales dificultades del campamento. Éstas elegían a un “delegados”, a través de una votación, el cual debía tener más de 18 años de edad y durar en su cargo 6 meses, su tarea consistía, básicamente, en dirigir las reuniones de la

201 Según recordó “Jovita” una pobladora ex miliciana del Frente de Salud.
202 Una “manzana” esquívale a una “cuadra” y estaban compuestas de 64 sitios en su mayoría.
“manzana” y representarla en un espacio de decisión superior como fue el “Directorio”.203

Dicho “Directorio” estuvo constituido por los delegados de las “manzanas” (23), Frentes (6) y por la Jefatura (7), es decir por, al menos, 36 pobladores.204 Sesionaba, comúnmente, 2 veces por semana y analizaba la información entregada por los delegados y la Jefatura, es decir los problemas más importantes de los pobladores, la reunión era dirigida por dicha Jefatura y en tiempos de “normalidad” este era el espacio máximo de resolución, en donde se atendían las cuestiones fundamentales del campamento.

La “Jefatura” se formó con 7 dirigentes, elegidos por los pobladores, estos duraban en sus cargos un año, hasta la siguiente elección. Si bien para ser candidato solo se exigía ser poblador mayor de 18 años, para que el candidato tuviera alguna opción real al cargo debía estar apoyado por algún grupo de pobladores, comúnmente por su “manzana”. La jefatura se reunía una vez a la semana para analizar y proponer soluciones concretas a los principales problemas de los pobladores, tendió a tener un carácter más ejecutivo que el Directorio y también funcionó con la información que los delegados de cada “manzana” entregaban.
La Asamblea General fue la última y más importante instancia de decisión, reservada sólo para los problemas más relevantes del campamento. Alejandro Villalobos confirmó esto al declarar, en una entrevista de la época, que dicha asamblea “viene a ser para (ellos) el organismo máximo en el cual (se reúnen) todos los pobladores del campamento para discutir y decidir sobre los problemas más importantes”. Convocada sólo para asuntos muy relevantes.

203 Lo que el MIR buscó con este tipo de organización fue socializar y democratizar la toma de decisiones, a diferencia de otras experiencias, “...ya no era el jefe del campamento el que daba las ordenes, el que tenía que ver con todo, sino que ya se entraron a dar responsabilidades a los pobladores”, según explicó Alejandro Villalobos.
204 El número de manzanas creció en el tiempo, el de los frente también vario según el momento, la jefatura mantuvo su composición alrededor de los 7 dirigentes, por lo que las cifras son meras referencias que permiten hacerse una
idea inicial de las dimensión de la organización del campamento. Sobre su evolución nos detendremos más adelante.

CUADRO DE LA ORGANIZACIÓN DEL CAMPAMENTO NUEVA LA HABANA
FRENTES DE TRABAJO

Fuente: DEPUR, Op. Cit., p. 59
Organización “por sectores”
La organización por sectores estuvo constituida por los “Frentes” de trabajo, en estos participaban pobladores de todas las “manzanas”, no existía un criterio de composición, algunos eran elegidos y otros voluntarios, se reunían 2 veces por semana de promedio, también elegían un “delegado” quien no tenía un limite de tiempo en su función. Existieron “Frentes” con mayor desarrollo que debieron crear “Sub-Frentes”. Estos espacios de organización se vincularon con las instituciones del Estado buscando hacer más eficiente su labor, por ejemplo, el Frente de Salud se relacionó con el Servicio Nacional de Salud y el Frente de Cultura con el Ministerio de Educación, del gobierno de la Unidad Popular.

Frente de Salud del Campamento Nueva La Habana, Santiago, 1971.
Según la explicación de Waldo Leiva, conocido en el campamento como “Mario”, “del proceso que” vivieron los pobladores “en los antiguos
campamentos…, (aprendieron) que era necesario plantearse un nuevo tipo de organización, al mismo tiempo que era necesaria la integración de los diferentes campamentos y, fundamentalmente poner énfasis en algunas organizaciones de base, como la de los Frentes de Trabajos dentro del campamento. Con estos nuevos tipos de organizaciones se pretendía crear una mayor participación de los pobladores en las decisiones. En la organización de los Frentes se establecía… de que habían personas responsables da cada una de estas actividades, terminando (de esta forma) con el caudillismo… Los primeros Frentes que se crearon fueron el Frente de Vigilancia, el Frente de Salud y el Frente de Cultural.”205
De este modo luego de un primer momento de reflujo y discusión la experiencia comenzó a consolidarse de forma problemática, pero sostenida. Los pobladores, por ejemplo, se mantuvieron movilizados:

“La diferencia en Nueva La Habana, es que teníamos un pedazo de sitio un poquito más amplio para vivir. Pero la organización se mantuvo igual. Teníamos que hacer guardias y salir a la calle para poder conseguir el terreno y los materiales para la construcción de las casas definitivas. Así que seguimos saliendo a marchas y mitines”.206

También fortalecieron su identidad colectiva:
“La misma organización del campamento hacía que todos los pobladores fuéramos como una sola familia. Cuando uno salía, en las mismas asambleas, todos estábamos por una misma cosa. Las… casas se cuidaban, como si lo que había dentro no sólo fuera la casa mía, sino que (como que)




205 DEPUR, Op. Cit., p. 57
206 Taller de Acción Cultural, Op. Cit., p. 53
todas las casas eran mías. Todos defendíamos la población, como si fuera todo de uno.”207

Y en medio de la recreación, la formación política y la participación los cambios comenzaron a consolidarse en las vidas de los pobladores, así:

“se organizaban partidos de fútbol y baby. Cada manzana tenía un equipo. Decían que había que recrearse, íbamos todos y a mi me gustaba eso. Nosotros teníamos al Real Olímpico, otros el Luciano Cruz, (el Defensor B, Unión Deportiva…)
(Por otra parte) yo fui muy poco a la escuela, pero nunca pensé quedarme así y me dedique a leer mucho. Primero revistas como la Rosita, sin que signifique mucho. Pero cuando llegamos al campamento Nueva La Habana fue distinto: leíamos El Rebelde (que era el periódico del MIR)… Porque yo antes leía en los diarios, de todas estas cosas (de la revolución) que pasaban en otras partes del mundo, pero ahora pasaban aquí donde yo vivía. Y así tan pronto (fue como) yo tenía participación no hacia más de un año.”208

“Con cada paso que dieron (los pobladores) creció su conciencia política”209 y se proyectó su organización comunitaria, por senderos impensados que los partidos no lograron dirigir del todo, incluso desde el aparato del Estado.
Este devenir histórico fue muy complejo, sin embargo, es común que sobre la experiencia de los pobladores del campamento Nueva La Habana se generen relatos que no incorporen dicha complejidad y el elemento temporal que la contiene, creando con ello, la imagen de un campamento con altos niveles de organización y politización en cuyo desarrollo no
207 Ibidem., p. 54
208 Ibidem.
209 Maryknoll, película “Campamento”, 1971
habrían existido momentos de altos y bajos, avances y reflujos, consolidaciones y crisis. Nada más alejado de la realidad.
Christine Castelain, que participó en las organizaciones del campamento entre noviembre de 1971 y septiembre de 1973, realizó un estudio sociológico, en Francia, sobre los pobladores del Nueva La Habana incluyendo en él la temporalidad, a través de una periodificación que en síntesis plantea que; desde 1970 a 1971 los pobladores experimentaron altos niveles de organización y radicalización; desde 1971 a 1972 se habría constatado un proceso de desmovilización y desorganización en el campamento; desde 1972 a 1973 las luchas se habrían reactivado a partir del problema del abastecimiento directo.210 Insertando, de esta forma, dichas organizaciones a una dinámica temporal que reconoce básicamente tres momentos, el primero de alza, el segundo de baja y el tercero de reactivación.
Desde la perspectiva de este estudio los distintos momentos de la experiencia son los que siguen: sus antecedentes fueron desde enero hasta julio de 1970. Entre julio y noviembre del mismo año se constata su Formación. Entre noviembre de 1970 y octubre de 1972 su Consolidación Conflictiva y desde octubre de 1972 a septiembre de 1973 su Profundización. Posterior al quiebre histórico de septiembre de 1973 su desarticulación.
Vale decir, en términos generales, existe coincidencia entre ambas periodificaciones sobre los hechos experimentados por los pobladores durante 1970 y posteriores a la crisis de octubre de 1972, sin embargo existen diferencias sobre lo ocurrido durante el año 1971 y la primera mitad de 1972.
Para esclarecer este momento que hemos denominado de Consolidación Conflictiva se describirán y analizaran las experiencias específicas de

210 Christine Catelain, “Rapport entre tranformation des practiques sociales, des representation ideologiques et intervention politique dans un mouvement revendicatif urbain (enquete sociologique sur le bidonville Nueva Habana, Chili 1970-1973)”, These de 3eme Cicle, (Ecole practique das hautes estudes, mai 1976), p. 63.
organización de cada Frente de trabajo. Exceptuando el de Abastecimiento que corresponde al momento siguiente.

El Frente de Vigilancia y la justicia popular en el Campamento Nueva La Habana
La experiencia del Frente de Vigilancia fue el punto de llegada de una compleja y conflictiva experiencia de justicia popular en el campamento, la que se desarrolló a partir de las orientaciones y acciones del MIR y los pobladores organizados del Nueva La Habana.
Antes de introducirnos directamente en dicha experiencia, producto de que se ha considerado necesario, nos detendremos brevemente en el concepto de justicia popular.

¿Qué y cómo es una justicia popular?
En 1972 se realizó un debate entre el destacado intelectual francés Michel Foucault y “Víctor”, un maoísta211, respecto de las verdaderas características de una “justicia popular”.212 De dicha discusión se tomaran algunos elementos que servirán para adentrarse en la problemática de la justicia ejercida por el pueblo.

Para Foucault la justicia popular es aquella que el pueblo ejerce de forma directa, comúnmente, en un contexto de revolución violenta, contra sus enemigos sin la mediación de una tercera instancia como podría ser un tribunal o un partido. De este modo dicho intelectual afirmó que:


211 De Mao tse tun, líder de la revolución China. Por lo tanto “Víctor” participa de las tesis de la izquierda revolucionaria.
212 Michel Foucault, Microfísica del poder, (Ediciones La Piqueta, 1992), pp. 45 a 75.

“…la historia de la justicia como aparato de Estado permite comprender por qué, al menos en Francia, los actos de justicia realmente populares tienden a escapar al tribunal; y por qué, al contrario, cada vez que la burguesía ha querido imponer a la sedición del pueblo la opresión de un aparato de Estado, se ha instaurado un tribunal: una mesa, un presidente, asesores, en frente de dos adversarios.”

Así dicha acción -de justicia popular- no surgiría, según el autor, de “una idea abstracta, universal de justicia”, racionalizada y dirigida por una tercera instancia, como un Estado o partido, sino de la experiencia misma del pueblo, “de los daños que ha padecido, (de) la manera cómo ha sido lesionado y oprimido”. Por lo tanto la justicia popular “no es una decisión de autoridad, es decir no se (apoya) en un aparato de Estado que tiene la capacidad de hacer valer las decisiones, ellas -las masas populares- las ejecutan pura y simplemente”. Y de existir un partidos revolucionario su tarea no debería ser la de “decidir entre las masas y sus adversarios”, sino “asegurar la educación, la formación política, la ampliación del horizonte y de la experiencia política de las masas”, para que “las propias masas llegasen a decir (en determinado momento): „en efecto, no podemos matar a este hombre‟ o „en efecto, debemos matarlo‟.”213 Permitiendo que sean dichas masas populares las que ejerzan directamente la justicia, según Foucault, esa es una genuina justicia popular.
Víctor, su interlocutor, rebatió dicha definición, planteado, básicamente, que en la experiencia revolucionaria existen tres actores; las masas, el partido y el enemigo, y que éstas, al menos en China, “delegan… una parte de su poder… en el ejército rojo popular”, es decir en el partido, ya que para “pasar de la opresión actual al comunismo” es necesario “un periodo de transición” y en este momento necesario de transito histórico “hay que

213 Michel Foucault, Microfísica del poder, (Ediciones La Piqueta, 1992), pp. 45 a 75.
estar seguro de que tal ejecución, tal acto de venganza, no será un ajuste de cuentas, por tanto pura y simplemente la revancha (basada en el) egoísmo”, sino una verdadera justicia popular. De este modo, a diferencia de lo planteado por Foucault, Víctor considera que si es necesaria la existencia de tribunales populares, de una tercera instancia, que medie entre las masas y sus enemigos, para que dicha acción sea verdaderamente un acto de “justicia” popular y no una mera revancha.

En el caso de la experiencia concreta de justicia popular del campamento de Nueva La Habana, en Chile, ésta no se desarrolló en medio de una revolución violenta, como la francesa o la china, sino en un intento frustrado de transito pacifico al socialismo, el gobierno de la Unidad Popular, tampoco dirigió su actuar en contra de sus enemigos de clase sino sobre si misma, es decir fue una experiencia de auto-disciplina y auto-administración de justicia. En ella el MIR, como partidos revolucionario, jugó un importante rol y quiso, sin existo, implementar tribunales populares. Los pobladores, por su parte, desarrollaron esta experiencia, rechazando sus énfasis represivos y haciéndola avanzar, junto a las orientaciones del MIR, hacia la socialización de las decisiones y el reemplazo del castigo físico por la educación política.

La experiencia
La experiencia de auto-administración de justicia en el campamento Nueva La Habana, fue la más prolongada y avanzada que existió durante el periodo,214 según concluyó Jorge Fiori, quien la estudió en aquellos años.215
El origen de la justicia popular en el campamento no estuvo en un cuestionamiento conciente y explicito al sistema judicial chilenos, a pesar de los discursos ruptiristas “con el orden judicial burgués” del MIR y el desprestigió de ésta entre los pobladores, sino en la necesidad de establecer un orden mínimo en los campamentos que precedieron al Nueva La Habana, es decir el Ranquil, Magaly Honorato y Elmo Catalán.
De esta manera las milicias populares fueron las primeras formas organizativas de esta experiencia, las que iniciaron ésta en los hechos desarrollando una nueva definición de “delito” al interior de estos campamentos, considerando como actos negativos y fueras de la “ley” tanto a los delitos traiciónales -contemplados ya en la legalidad vigente- como a los actos que eran contrarios a la lógica de la experiencia, es decir aquellas acciones que cuestionaban la organización y politización de los pobladores.
De este modo dichas milicias sancionaron tanto el hurto como la irresponsabilidad ante la organización, fueron considerados delitos tanto los robos de menor cuantía, las peleas entre vecinos, los clandestinos,216 los conflictos familiares, el alcoholismo, como las infracciones al reglamento de higiene, la poca cooperación con la comunidad, la irresponsabilidad por parte de un dirigente y la no participación en las instancias que le correspondían a cada poblador.
Pero no existieron reglamentos que definieran claramente cuales eran los nuevos delitos y la proporción de los castigos, tampoco se definieron con claridad las atribuciones de dichos milicianos. Estas débiles definiciones

214 Existen antecedentes, aún no estudiados sistemáticamente, de la formación de un tribunal popular por parte de una organización de trabajadores en 1935 con el objetivo de investigar sobre las causas de la muerte, ante la desconfianza de la justicia institucional, de uno de sus miembros.
215 Jorge Fiori, “Campamento Nueva Habana: estudio de una experiencia de autoadministración de justicia”,
EURE, (abril de 1973, CIDU), Volumen III, Nº 7, pp. 83 a 101. si bien esta sección ha sido elaborada en gran parte gracias al estudio de Fiori las coincidencias con el autor no son totales.
216 Locales ilegales donde se vendía alcohol.
dejaron el espacio abierto para que surgieran actitudes de arrogancia entre los milicianos expresadas en “desviaciones” represivas ejercidas contra los otros pobladores. Esta situación se mantuvo posteriormente en el campamento Nueva La Habana, en donde fue rechazada.
Durante los primeros meses la organización de los pobladores del Nueva La Habana instalados en el nuevo campamento fue débil y se expresó básicamente en la Jefatura designada por el MIR y las milicias populares, compuestas en su mayoría por pobladores cesantes de débil formación política, que continuaron con los castigos físicos hacia los pobladores, quienes rechazaron duramente estas “desviaciones”.
Una ex dirigente de la Jefatura del campamento recordó, de forma autocrítica, sobre la acción de la dirigencia y las milicias populares, que:

“Cometimos el error al comienzo, (por) hacerles más formación de defensa personal que de formación política… entonces hubo un momento en que los propios pobladores tuvieron que hacer desaparecer a los milicianos, por varias razones, se comenzaron a tomar atribuciones que no les correspondían, empezaron a haber castigo a pobladores, cosa que nunca fue autorizada, e incluso tomaron decisiones tan delicadas como desgraciadas, como (fue, por ejemplo) cuando a un miliciano, que tenia una joven que le ayudaba, que era Mapuche, se le perdieron unos anillos y éste la llevó -a la joven- a donde estaban los milicianos. Fue muy desgraciado porque ellos, los milicianos, estaban con un cigarro poniéndoselo en el cuerpo para que ella hablara. Y ahí sí inmediatamente nos dimos cuenta y paramos inmediatamente, tomamos medidas y se disolvieron las milicias.”217




217 Entrevista a Silvia Leiva, 26 de octubre de 2005.
Por otra parte el triunfo electoral de Allende, su ratificación por el congreso pleno y el fracaso de las tentativas golpistas de algunos sectores de extrema derecha a fines de 1970, ratificaron “en los hechos” las lógicas legalistas de la Unidad Popular y desperfilaron las rupturistas del MIR y la izquierda revolucionaria. De esta forma la inminencia de un enfrentamiento abierto desapareció y la lógica de lucha armada pasó de un segundo a un tercer plano. La iniciativa política, a nivel nacional, quedó en manos de la izquierda institucional, transformada en gobierno “del pueblo”.
La “revolución por arriba” desde el Estado potenció el desarrollo de la “revolución por abajo”218, como se ha planteado, así la experiencia del campamento Nueva La Habana pudo consolidarse gracias, entre otras razones, al triunfo electoral de la izquierda institucional, no en la lógica del “enfrentamiento armado” que el MIR propició, tampoco como mera base de apoyo del nuevo gobierno, sino como una experiencia que transitó por su propio carril en la historia vinculada sin embargo estrechamente con dichas izquierdas.
El nuevo escenario político nacional que desperfiló la lógica del enfrentamiento219 y el propio desprestigió de las milicias populares hicieron que estas entraran en crisis y desaparecieran en enero de 1971.
A partir de las discusiones constituyentes, sobre la organización permanente de los pobladores en el nuevo campamento, desarrolladas entre enero y marzo de 1971, de las que ya se ha hecho referencia, la comunidad consideró que aún era necesario el autocontrol y se organizó la “Comisión de Disciplina”, con el objetivo de dar continuidad a las tareas de las milicias populares pero sin los excesos que estas habían cometido. Fue así que los pobladores ante esta decisión enfatizaron que dicha “Comisión”

218 Peter Winn, Tejedores de la revolución, (ediciones LOM, 2004)
219 Marcado para las experiencias de base, por el anuncio de que el nuevo gobierno no reprimiría al pueblo y
que dicho anunció se materializaría con la disolución del Grupo Móvil de Carabineros, creado para dichos efectos. Además, Nueva La Habana no era una toma de terrenos por lo que el desalojo no estuvo en el horizonte de los pobladores.
debía corregir a los infractores con educación política más que represión física, lo que ocurrió solo durante un breve lapso de tiempo. Los pobladores consideraron necesario mantener la autodisciplina, entre otras razones, porque permitía establecer un mínimo orden al interior del campamento que de no haber existido seguramente se habrían generado situaciones incontrolables. Muchas pobladoras se beneficiaron con esta decisión puesto que los “milicianos” y la Jefatura del campamento sancionaba a los pobladores que golpeaban a sus mujeres.

Mientras tanto, a nivel nacional, en enero de 1971, el gobierno de Allende elaboró y anunció la presentación de un proyecto de ley para crear “Tribunales Vecinales” los que solo tratarían los casos de menor importancia, sin embargo esto abrió un debate político sobre la justicia y dichos tribunales.
La derecha rupturista y la izquierda revolucionaria buscaron llamar la atención sobre dichos tribunales, al igual que con las milicias populares, alertaron, entre enero y marzo de 1971, sobre sus peligros y potencialidades revolucionarias, respectivamente, nombrándolos, además, indistintamente como tribunales vecinales o tribunales populares para enfatizar su carácter rupturista con el sistema judicial vigente.220
De este modo, mientras el debate político sobre la justicia chilena y los tribunales vecinales o populares giró entorno a este proyecto de ley que no logró materializarse por el rechazo de la derecha y la DC, en el campamento Nueva La Habana comenzaba a consolidarse, silenciosamente, una experiencia de justicia popular.

Esta experiencia, como se ha mostrado, ya había tomado su segunda forma organizativa, la Comisión de Disciplina, que tuvo entre sus

220 Sobre la visión de la derecha respecto de los Tribunales Vecinales ver: El Mercurio, 12 de enero de 1971,
p. 3, 16 de enero de 1971, p. 3, 23 de enero de 1971, pp. 1 y 16, 27 de enero de 1971, p. 3, 4 de marzo de 1971, p. 3 y 5 de marzo de 1971, p. 19.
principales ocupaciones controlar los delitos dentro del campamento. Guillermo Castillo, dirigente del campamento, y militante de la UP, recordó que “la Comisión de Disciplina tuvo una dura tarea que cumplir, echar para fuera al lumpen que se logró escabullir. En un principio hubieron cogoteos, robos, infinidades de problemas”221, entre los cuales destacó la venta oculta de alcohol en los llamados “clandestinos”.
Luciano, poblador que participó en dichos espacios de control, relató los pasos que se seguían ante la denuncia de la existencia de un clandestino en el campamento:

“cuando se decía (que) en tal parte (había) un clandestino, los pobladores (de la Comisión y la Jefatura) allanaban la casa y el trago que encontraban se botaba con el apoyo de todos los pobladores. Entonces ante el miedo de perder su plata los clandestinos desaparecieron… (Posteriormente tuvimos) el problema con los clandestinos de alrededor del campamento”.222

Otras tareas para la Comisión de Disciplina surgieron desde Junio de 1971 cuando se iniciaron las obras de la “Población Nueva La Habana” en éstas la “Comisión” tuvo que realizar guardias para evitar el robo de materiales.223
Con el objetivo de no repetir las “desviaciones” en que cayeron las milicias populares, las atribuciones de esta Comisión de Disciplina fueron claramente definidas, por la organización del campamento, “esto dio origen a un esquema relativamente complejo de tratamiento del delito, en el cual (dicha) comisión… pasaba a ser una especie de “aparato controlador” encargado de reunir los antecedentes de los casos, informar a las instancias que corresponda y asegurar que las sanciones se cumplan. Su

221 Departamento de Estudios y Planificación Urbano Regional (DEPUR),. Op. Cit., p. 77
222 Ibidem, p. 77
223 Entrevista a Lisis Nuñez, 23 de febrero de 2005.
capacidad de decisión quedaba restringida a casos urgentes de poca gravedad.”224
Los casos fueron tratados según su gravedad por distintos espacios de organización, los problemas menores como rencillas familiares y la ebriedad de algún poblador fueron tratados por la organización de la “manzana” y los problemas mayores como robos o conflictos entre “manzanas” fueron tratados y resueltos por el Directorio, sólo en casos de extrema gravedad se convocaba a las todas la instancias, o sea a las “manzanas”, los Frentes, la Jefatura e incluso a la Asamblea General.
La nueva concepción de “delito” se mantuvo mientras existió la Comisión de Disciplina, los cambios se expresaron en las sanciones a estos, que, en un comienzo, pasaron de ser represivas a ser rehabilitadoras, así los castigos comenzaron a ser “trabajos comunitarios” y “cuestionamientos públicos”, por ejemplo, si una madre llevaba en reiteradas ocasiones a sus hijos por diarrea al “policlínico” del campamento, el cual tenía un sistema de estadísticas, la organización podía advertir que muy probablemente existía un problema de higiene en la vivienda de la pobladora por lo que se controlaba con mayor atención dicha cuestión, sin embargo si la situación continuaba se le hacia un cuestionamiento público en la reunión de “manzana”, lo que producía una gran vergüenza en la pobladora, con el objetivo de cambiar esos malos hábitos de higiene.
A pesar de aquello las indefiniciones en la practica se mantuvieron, por ejemplo, no existió un “reglamento escrito” que estableciera claramente una relación entre el delito y su sanción, por lo que cada caso fue tratado según su particularidad. Y si bien existieron nociones de proporcionalidad, como por ejemplo, si el delito era considerado de extrema gravedad la sanción máxima era la expulsión del campamento, las sanciones siempre estuvieron bajo el criterio de los espacios de decisión del campamento.



224 Jorge Fiori, Op. Cit., p. 91
Desde mediados de 1971 la Comisión de Disciplina, compuesta en su mayoría por ex milicianos, volvió a caer en prácticas represivas, lo que generó una inmediata división entre dicha comisión y la dirección del campamento, el rechazo de los pobladores en general y el surgimiento de una nueva crisis en la experiencia.
Estas nuevas dificultades derivaron en un nuevo momento de debates, esta vez dirigidos por el MIR, en los que se decidió eliminar la “Comisión de Disciplina” en julio de 1971. Confirmando este hecho Luciano, un poblador del campamento, recordó que “después (tuvieron) que hacer una ampliación (del espacio) y cambiar el nombre de Comisión de Disciplina por el de Frente de Vigilancia, pues ésta (comisión) estaba tomando un mal camino.”225
Fue así que se creó el Frente de Vigilancia, del que Enrique Martínez fue unos de sus principales responsables, con el objetivo de ampliar y mejorar el espacio encargado del control interno, para ello se solicitó que cada “manzana” eligiera un delegado para el Frente, buscando con ello generar una mayor representatividad de las bases y hacer del espacio un ente con mayor responsabilidad, pero al comienzo, sólo 14 “manzanas” eligieron a su delegado. Así el Frente quedó compuesto por estos 14 pobladores elegidos más algunos voluntarios a mediados de 1971.
Durante la segunda mitad 1971 surgieron los problemas de abastecimiento en el país. En el campamento se inició, desde octubre del mismo año, la especulación con los precios perjudicando con ello las precarias economías de los pobladores, el Frente de Vigilancia reaccionó con medidas “represivas” ante esta nueva situación, pero esta vez los excesos fueron rápidamente rechazados por los pobladores organizados y la Jefatura, quienes no permitiendo que dichas acciones se mantuvieran en el tiempo.



225 DEPUR, Op. Cit., p. 77
En noviembre de 1971 se inició una amplia discusión entre los pobladores organizados, motivada por el mismo Frente de Vigilancia, que trató el problema del abastecimiento, especulación, higiene, hurtos y sus correspondientes sanciones en el campamento. Esta vez las medidas represivas desaparecieron y la comunidad decidió ampliar los espacios de organización para resolver estos problemas, así se crearon 3 nuevos “Sub- Frentes”: el Sub-Frente de Precios, Salud y Delincuencia.
Pero los problemas del abastecimiento y la especulación no fueron fáciles de resolver en el campamento en estos momentos, puesto que expresaban un profundo problema de la economía y el sistemático sabotaje de los comerciantes al gobierno, de esta forma fue imposible que los pobladores pudieran solucionarlo a fines de 1971. Así al cabo de un mes el Sub- Frente de Precios se debilitó gravemente hasta desaparecer.
Entre noviembre y diciembre de 1971 se generó un conflicto entre el Frente de Vigilancia y el Directorio puesto que los pobladores de dicho Frente consideraron que el espacio de dirección no estaba atendiendo sus requerimientos. Por su parte el Directorio argumentó que sólo se había concentrado en otras tareas consideradas más importantes para el campamento, así, nuevamente, se abrió un debate en el cual se concluyó que el problema había sido la falta de formación política de los pobladores del Frente de Vigilancia, puesto que no comprendieron la prioridades de la comunidad en su conjunto, por lo que se acentuó el trabajo político dentro del Frente y luego desde el Frente hacia los otros pobladores.
Una vez superados estos problemas, desde enero de 1972, la experiencia de justicia popular inició un proceso de ascenso sostenido, que como se ha mostrado se venia consolidando de forma conflictiva desde noviembre de 1970, expresada en la mayor participación de los pobladores en dicho espacio. La intención de que cada “manzana” tuviera un representante en el Frente de Vigilancia se hizo realidad y estos sumados a los voluntarios se mantuvieron activos hasta el final del proceso, fueron entre 30 y 40 pobladores que tuvieron que dividirse en 7 grupos para realizar sus tareas.
A cada grupo le correspondió un día de la semana y el Frente en su conjunto se reunió dos veces por semana.
De este modo “la experiencia de justicia iba ganando cada vez mayor dimensión e importancia. En su desarrollo se iban planteando nuevos problemas, actividades y responsabilidades. (El) enfrentarlos y asumirlos correctamente (fue) lo que (aseguró) el desarrollo de la experiencia, pero a la vez lo que la hacía difícil y compleja”226, es decir en este caso los momentos de crisis no terminaron con la experiencia sino que permitieron su maduración.
Un poblador que participó del Frente de Vigilancia, explicó, a mediados de 1972, su composición y funcionamiento:

“El Frente de Vigilancia esta compuesto por 26 compañeros pero el grupo que funciona diariamente, en la ronda, es de más o menos de 18 compañeros y el resto descansan. O sea, nos vamos turnando.
La primera ronda se hace de 9 a 2 de la madrugada; la segunda de 2 a 4 (a.m.) y la tercera desde las 4 hasta las 6 de la mañana. Al Frente de Vigilancia le toca ver y cuidar todos los día desde el campamento para adentro (justamente donde se esta construyendo), ese es el compromiso, para evitar robos de materiales. Acá adentro (en el campamento), el responsable de lo que pase es la guardia.
Cada manzana tiene un subfrente de vigilancia interno. Así cada 25 días le toca hacer guardia a un poblador, o sea, cada 25 días le toca a una manzana distinta. Y la mayoría de la población hombres y mujeres cumple esta obligación.
¿Qué sanción aplicamos? Por ejemplo, acá tenemos un caso de un compañero -es un mocoso- que era especialista en

226 Jorge Fiori, Op. Cit., p. 92
robar. Lo hemos pescado y como sanción le hemos exigido un mes de trabajos voluntario para toda la población.”227

Entre enero y octubre 1972, el Frente de Vigilancia se convirtió en una instancia de decisión superior entre las “manzanas”, aumentaron sus atribuciones, responsabilidades y su legitimidad gracias a la mayor participación de los pobladores y a su labor de control, además se debilitó su rol “represivo”, es decir se consolidó como espacio de administración de justicia al interior del campamento.
Pero, como se ha argumentado, dicho proceso de consolidación no fue lineal, carente de conflictos, sino por el contrario muy problemático, lo cual alcanzó su máxima expresión en abril de 1972 cuando un “serio incidente” en el campamento puso a prueba los avances. El MIR, la Jefatura, el presidente Alejandro Villalobos, las distintas organizaciones y la Asamblea General, es decir la comunidad en su conjunto fue puesta en tensión cuando debieron resolver un caso de violación al interior del campamento.

El caso de la violación: la administración de justicia ejercida por la comunidad.

Este grave incidente “se dio a principios de abril de 1972 en un camino de poco movimiento que accede al campamento. Era ya de noche y la joven profesora de la escuela se dirigía a una reunión en la cual se iba a discutir la organización de una escuela laboral para los obreros que trabajan en la construcción de las nuevas casas del campamento. (En ese lugar) fue abordada por un individuo que la golpeó en la cabeza con una piedra, para luego violarla.228”


227 DEPUR, Op. Cit., pp. 77 y 78.

228 Jorge Fiori, Op. Cit., El caso ha sido reconstruido a partir del citado estudio y entrevistas.
La profesora informó el hecho sólo a algunos pobladores, “dos (que eran) miembros de la Jefatura y dos trabajadores de la obra” que eran de su confianza y no a las instancias correspondientes de la organización del campamento, es decir al Frente de Vigilancia, al Directorio o al presidente Alejandro Villalobos. Así según aclaró un ex dirigente, este grupo “salió esa noche dispuestos a todo a buscar al culpable, pero sin éxito.” 229
Luego de un par de semanas la profesora volvió al campamento donde reconoció al individuo, “se trataba de un poblador que vivía en el campamento desde su formación y que trabajaba como rondín de la obra.” La profesora junto a sus amigos, por su propia cuenta, ubicaron al acusado, el 18 de abril de 1972, y luego de una tensa conversación consiguieron que confesara el hecho, lo que produjo una violenta situación que terminó con un ataque epiléptico del acusado. El dirigente máximo del campamento, Alejandro Villalobos, al llegar al lugar “logró calmar los ánimos y llegar a un acuerdo” el que consistió en que “el caso sería llevado primeramente al directorio y después a las asambleas por “manzanas” y Frentes, de donde saldría alguna solución al problema,” buscando con ello canalizar a través de los causes previamente definidos por los pobladores esta complicada situación.
Pero el Directorio no consideró lo suficientemente importante el caso y lo postergó, una falta de criterio político que ya se había asomado en los conflictos con el Frente de Vigilancia, por lo que la afectada, junto a sus amigos, insistió en una solución “propia” la que era, nada más y nada menos, que la ejecución del acusado.
Además de la intención “ajusticiadora”, algunos de los amigos de la profesora, que militaban en la izquierda revolucionaria pero no en el MIR, quisieron aprovechar la oportunidad para deslegitimar a los dirigentes del MIR y posicionarse dentro de la conducción del campamento.



229 Se agradece esta aclaración a Waldo Leiva.
El 24 de abril en una asamblea de trabajadores de la obra Población Nueva La Habana los cuatro pobladores amigos de la profesora plantearon el caso, criticaron a Alejandro Villalobos, presidente del campamento y militante del MIR, propusieron la idea de matar al inculpado y argumentaron que esta era una buena oportunidad para instaurar un “tribunal popular”. El resto de los trabajadores presentes en la reunión matizaron los planteamientos del grupo y finalmente se decidió convocar a una reunión de Directorio y Asamblea General para el día siguiente.
La reunión de Directorio se realizó, desde las 18 horas del martes 25 de abril, sin la presencia de todos sus miembros, asistieron 62 representantes, sin embargo la presencia de un miembro de la Jefatura, que era parte de dicho grupo, legitimó la decisión tomada en la reunión, la cual consistió en que: 59 pobladores votaron por matar al inculpado, 2 se abstuvieron y sólo 1 votó en contra.
Solo cuando ya había terminado la reunión, y la decisión estaba tomada, empezaron a llegar al campamento desde sus trabajos, el resto de los dirigentes, entre ellos Villalobos, los que se encontraron con la población conmocionada por la situación y a la espera de la Asamblea General. El dirigente máximo desconoció la decisión tomada y volvió a proponer que el Directorio analizara el caso, pero el ambiente de expectación y la acción del grupo amigos de la profesora evitaron que aquello ocurriera.
Al caer la noche de ese martes se inició la Asamblea General, con la asistencia de unos 2.000 pobladores y en medio de un tenso ambiente. Dicha reunión partió con el relato del grupo y la profesora, los que explicaron con detalles los hechos de la violación y la “débil” respuesta que supuestamente había tenido la dirigencia del MIR. Ante esto la población reaccionó violentamente contra el inculpado y los dirigentes de dicho partido, que en su mayoría componían la Jefatura del campamento. Fue así como la decisión de matar al acusado se generalizó. Villalobos “en medio de pifias y gritos, trató de hacer claridad con respecto a la situación que se había creado… (y propuso) que el violador fuera entregado a la
policía en una gran movilización de los pobladores en contra del Poder Judicial”, pero los pobladores no aceptaron la propuesta230, ante lo cual, y como ultima opción, “el dirigente (transfirió) la responsabilidad (de la muerte) a la Asamblea General, planteando dos alternativas ante las cuales los pobladores debían votar en forma inmediata y definitiva: paredón (es decir, matarlo) o alguna otra decisión a ser discutida con más tranquilidad y tiempo”.
Por fin la idea del ajusticiamiento retrocedió y los pobladores, salvo una veintena de ellos, optaron por una solución más “tranquila”, así la Asamblea General pidió el testimonió del inculpado, el que apareció en la escena con sus brazos vendados, ya que durante la tarde de ese martes se los había cortado con el objetivo de ser llevado a un hospital y evitar el ajusticiamiento, generando impacto en la audiencia que sin mayor información supuso que había sido torturado y se fue en contra del Frente de Vigilancia, de los dirigentes del campamento y del MIR. Luego de estos difíciles momentos y al cabo de tres horas de una dura discusión los ánimos se calmaron y se alcanzó el siguiente acuerdo:

“todas las unidades de base (“manzanas” y Frentes), deberían reunirse inmediatamente (madrugada del miércoles) para elegir una persona que las representara en la discusión especifica de este caso. (Estos pobladores), más los miembros de la Jefatura, formarían una Comisión, la que también en el acto debería estudiar con la máxima detención y objetividad posible todos los antecedentes del caso, incluidos los del violador. Estos antecedentes deberían volver a las unidades de base a través de sus representantes, debiendo ser discutidos en el transcurso del día siguiente. Al fin de este día cada unidad debería sacar
230 René Urbina en una de las entrevistas recuerda haber visto a Alejandro Villalobos sentado, solo, en una de las casas que se estaban construyendo afligido por esta situación, la que según Silvia Leiva, miembro de la Jefatura, del Frente de Salud y militante del MIR, fue lejos la más difícil que tuvieron que solucionar como dirigentes.
una decisión unitaria, la que sería comunicada en una reunión de la Comisión al día subsiguiente (o sea del Jueves). Posteriormente, en la noche de ese mismo día, se comunicaría la decisión final en una Asamblea General.”231

A las 3 de la mañana del miércoles se inició la primera reunión, donde, en medio de la calma, se analizaron todos los antecedentes del caso, así surgieron nuevos datos como los problemas de salud mental del inculpado.
Desde este momento “todas las conversaciones, discusiones y reuniones” en el campamento giraron en torno al caso, así la comunidad en su conjunto deliberó sobre qué hacer con el violador. Fue en este proceso de socialización de las decisiones que las propuestas de ajusticiamiento desaparecieron, se debatió profundamente, además, en todos los espacios de organización, sobre el verdadero carácter que debía tener la justicia popular. Finalmente se acordó: “entregar al violador a una clínica siquiátrica y en el caso de que sea considerado normal o que no lo mantengan hospitalizado, entregarlo a la justicia ordinaria”.
Aquí se habría producido lo que Foucault definió como una genuina justicia popular en tanto las masas populares guiadas por el partido revolucionario (MIR) fueron capaces de decidir directamente, sin la mediación de un tribunal, sobre la vida o la muerte de una persona.
Además se comenzó a aclarar la situación en su conjunto, salvo el rol que los dirigentes del MIR habían jugado en el caso, cuestión que fue más difícil de determinar puesto que algunos de los amigos de la profesora siempre habían sido vistos como miristas, ya que uno de ellos habría tenido una doble militancia (PS-MIR) y efectivamente siempre fue muy cercano al MIR, también se esclareció la nula participación que habían tenido los pobladores del Frente de Vigilancia en las lesiones del acusado.
“El jueves 27 de abril de 1972, a las 20 horas, se (reunió) nuevamente en el “teatro” (del campamento) la Comisión, para recibir los informes y decisiones de cada unidad” pero la exigencia, de tres “manzanas”, de que los informes fueran leídos directamente en la Asamblea General - planteando con ello la desconfianza en la dirección- y solicitando duras sanciones para el grupo de amigos de la profesora -que habían generado toda la situación-, hicieron que la reunión de Directorio no se realizara y la Asamblea General comenzara de inmediato.
Los representantes de cada “manzana” comenzaron a exponer sus conclusiones ante la Asamblea General, luego fue el turno de los delegados de los Frentes y finalmente tomó la palabra el inculpado quien “impactó a todos con su lucidez. Denunciando la intención anti-MIR de los provocadores, (y fue así que) paradójicamente, sólo con la palabra del violador los pobladores se convencieron en definitiva de cuál había sido la posición del MIR, produciéndose entonces una reacción de euforia en la que los pobladores aplaudían a sus dirigentes y gritaban consignas del MIR.”232 Desde este momento el caso se cerró y la experiencia se fortaleció así como también la legitimidad de los dirigentes del MIR.
El caso de la violación, al igual que las otras crisis, se resolvió con un saltó cualitativo en la experiencia de justicia popular de los pobladores lo que favoreció la “consolidación conflictiva” del cambio en los modos de vida de dichos pobladores, en tanto, problemas tan complejos como la administración de justicia se resolvieron de forma colectiva y organizada buscando darle un sentido “verdaderamente popular”, a través de la democratización de las decisiones.

Pero las cosas no quedaron ahí, los hechos se hicieron públicos a nivel nacional y la derecha a través de El Mercurio inició una dura campaña de desprestigio en contra del campamento Nueva La Habana denunciando la
existencia de “tribunales populares”, de una policía propia de los pobladores y el hecho de que el MIR no habría permitido ingresar a carabineros al campamento.233
Ante esto “los pobladores (se movilizaron), llegando de improviso, (a la sede de El Mercurio), después de las 19 horas, en numero de casi un centenar e irrumpiendo en el hall central y subiendo las escaleras para llegar hasta las oficinas de los periodistas, situadas en el segundo piso. Al retirarse, los pobladores se reunieron en el hall y uno de ellos pronuncio una arenga que (fue) la notificación formal a los diarios de la empresa “El Mercurio” de (que) una segunda visita de (los) pobladores será un acto de ocupación de la sede del diario”.234
La derecha desprestigió al campamento Nueva La Habana y buscó responsabilizar de los hechos al gobierno de Allende235, su principal adversario político, afirmando que:

“si llegara a ocurrir un nuevo y más grave atentado contra “El Mercurio” por el hecho de que se cumplan las amenazas (de los pobladores del campamento Nueva La Habana), el gobierno de la Unidad Popular tendrá la responsabilidad correspondiente ante la opinión publica nacional y extranjera, a menos que se ordenen las más completas medidas de precaución en las inmediaciones del edificio de “El Mercurio”.”236





233 El Mercurio, 3 de mayo de 1972, pp. 1 y 8.
234 El Mercurio, 22 de junio de 1972, p. 3
235 Según Fiori, “La campaña perseguía tres objetivos bien claro: en primer lugar la denuncia a la supuesta existencia de un Tribunal Popular se encuadraba en la campaña más amplia por crear la imagen de un país inmerso en una ilegalidad no controlada e incluso permitida por el gobierno; en segundo lugar, el hecho de que este Tribunal existiera en un campamento dirigido por el MIR, servía para aumentar las brechas entre este movimiento y la Unidad Popular, y en tercer lugar, la acción de este supuesto Tribunal frente a un caso de
violación servía para confirmar aquellos argumentos utilizados un año antes en contra del proyecto de Tribunales Vecinales presentado –y posteriormente retirado- por el gobierno.”
236 El Mercurio, 22 de junio de 1972, p. 3
Frente a esto el MIR respondió que “desde que el movimiento revolucionario comenzó a dirigir las luchas de amplios sectores de pobladores “El Mercurio” se lanzó contra ellos. Cada acción reivindicativa del Nueva La Habana era un acto sedicioso, cada intento del campamento por cubrir sus necesidades era “un reclamo de extremistas”. Cada paso de organización para regular la vida en esa comunidad, era “la escalada de los ultra para subvertir el orden”237, restando, de esta forma, credibilidad a la declaraciones de El Mercurio.
Por su parte el gobierno encargó a un Ministro en Visita, de la 6° sala de la corte de apelaciones, la investigación de la existencia de “tribunales populares” en el campamento Nueva La Habana.

De esta manera se volvió a plantear el problema de los tribunales populares en el país, ahora no como el peligro o potencial revolucionario de un proyecto de ley del gobierno sino a partir de la supuesta existencia de estos tribunales populares en el campamento Nueva La Habana.
Efectivamente el MIR promovió, a través de sus dirigentes, la creación de dichos tribunales, concretamente “en el congreso de pobladores (del campamento Nueva La Habana238) propusieron la creación de tribunales populares”239, sin embargo, “los dirigentes del campamento (aclararon) públicamente que no (habían) tales tribunales. No porque no debieran existir (según el MIR). Todo lo contrario: ellos denuncian el carácter clasista y opresivo de la justicia burguesa y (estimaban) que solo los tribunales populares (podrían) aplicar la verdadera justicia, la justicia del pueblo”240, no obstante, aclaró un dirigente: “los tribunales no existen todavía, (a pesar de que) los pobladores en conjunto deciden sobre ciertas cosas que interesan y afectan a todos ellos”241 dichos tribunales nunca

237 El Rebelde, Nº 36, 27 de junio de 1972, p. 5
238 El Congreso se efectuó entre los días 11, 12 y 13 de febrero de 1972.
239 El Rebelde, Nº 17, p. 8
240 El Rebelde, Nº 29, 9 de mayo de 1972, p. 2
241 El Rebelde, Nº 39, 18 de julio de 1972, p. 6
llegaron a materializarse, porque, como se ha mostrado aquí, “la propia dinámica de los hechos, sobre todo en las situaciones limites, la imposibilitaba y sobrepasaba”242. Es decir la experiencia de justicia popular en el campamento Nueva La Habana tuvo una expresión conflictiva que la permitió y dinamizó, haciendo que avanzará hacia la socialización de las decisiones y no permitiendo con ello que surgieran entidades burocráticas como los tribunales.
Esta experiencia de autoadministración de justicia en el campamento mantuvo su tendencia a la consolidación conflictiva hasta octubre de 1972 fecha en la que comenzó a predominar el problema del abastecimiento, sin embargo se ha comprobado que hasta agosto de 1973 el Frente de Vigilancia mantuvo su vitalidad.
Como se ha establecido la ausencia de tribunales vecinales o populares en el campamento, y en Chile, no significó que no existiera una compleja experiencia de justicia popular en Nueva La Habana, esto se explica también por cuestiones de contexto, por ejemplo, un estudio de la época concluyó que: “los pobladores (en general, tuvieron) una imagen negativa de la justicia, ya que (percibieron) un funcionamiento clasista a nivel de los… Tribunales de Justicia: (Concibieron) un campo de la administración de justicia más amplio que aquel convencionalmente enmarcado en esta área; (apuntaron) hacia nuevos tipos de legalidad y (estuvieron) a favor de la autoadministración de justicia.”243 Y donde se materializó dicha experiencia, como en el campamento Nueva La Habana, tuvo un desarrollo conflictivo que generó problemas a las conducciones políticas, sin embargo fue la forma que tuvieron los pobladores de resolver un problema en sus vidas ante la débil presencia del Estado y el Mercado en la administración de justicia.

242 Jorge Fiori, Op. Cit., p. 100
243 EURE, Vol. II, noviembre de 1972, p. 126. El estudio fue realizado según convenio con el Ministerio de Justicia, El trabajo tuvo una duración de 16 meses, terminándose el mes de mayo de 1972 y fue realizado por
el CIDU de la P. Universidad Católica.
Como se ha podido constatar, en las organizaciones especificas del Frente de Vigilancia y de auto-administración de justicia, la experiencia se consolidó de forma conflictiva pero sostenida, desde fines de 1970 a, al menos, octubre de 1972.

Frente de Trabajadores y obra: Población Nueva La Habana.
Para poder entender de mejor manera la experiencia de los pobladores del campamento que trabajaron en la obra “Población Nueva La Habana” es necesario situarla en su contexto especifico, para ello veremos, brevemente, la política habitacional de la Unidad Popular y la reacción de la Cámara Chilena de la Construcción.
La izquierda institucional, agrupada en la Unidad Popular, consideró que el déficit habitacional en el país era consecuencia del desarrollo mismo del capitalismo, el que, entre otras cosas, había definido a la “vivienda” como una mercancía, permitiendo con ello que dicho déficit alcanzara, según datos de la CORVI, a unas 592.324 unidades, en diciembre de 1970. 244 Una vez en el gobierno, la Unidad Popular, definió que “la vivienda (era) un derecho irrenunciable, (que era) obligación del Estado (proporcionarla) a su pueblo y (que) ella no (podía) ser objeto de lucro”.
A partir de esta definición y de la búsqueda por realizar profundas transformaciones en el país, a favor de los sectores populares, y de ampliar su base de apoyo electoral, la administración de Allende proyectó que las viviendas que construirá en su mandato “se relacionarán, en conjuntos residenciales homogéneos…, rompiendo el esquema de la estratificación clasista, que se expresa en una sectorización inorgánica, y privativa de la ciudad, con los vicios inherentes a una injusta y desproporcionada
244 Corporación de la Vivienda, empresa autónoma del estado encargada de la proyección, ejecución, formación, loteo, urbanización, construcción, equipamiento, reestructuración, remodelación y reconstrucción de barrios, poblaciones, edificios, viviendas en sectores y zonas urbanas y rurales, y de fomento de estas actividades dentro de los planes y programas elaborados por el Ministerios de Vivienda y Urbanismo.
repartición de los recursos urbanos de equipamiento; áreas verdes, movilización y fuentes de trabajo”.245
Así la política habitacional del gobierno de Allende se apoyó “fundamentalmente en la concepción unitaria del uso del suelo, la vivienda y su equipamiento domestico”, con el objetivo de “lograr la integración del poblador a una vida rica en contenidos humanos, políticos y sociales”, y si bien utilizó la misma institucionalidad creada por el gobierno de Frei sus objetivos fueron distintos, o más radicales. De este modo, por ejemplo, cambió el criterio “económico” que regía en el sistema de postulaciones y asignaciones de viviendas por uno “social”. También reemplazó el sistema de “autoconstrucción”, creado por la DC, ya que este generó viviendas de baja calidad y no ayudó a resolver el problema de la cesantía en el país, por programas que buscaron elevar la calidad habitacional para el mundo popular y contratar a los trabajadores cesantes en la construcción de sus propias viviendas.246 Ambos cambios fueron implementados en la obra “Población Nueva La Habana”, como se mostrará más adelante.
Así durante 1971 se comenzaron a construir entre 60.000 y 83.000 nuevas viviendas, 247 lo que significó multiplicar por tres el “inicio de obras” en comparación con el promedio del periodo, buscando generar con ello, una verdadera revolución habitacional desde el Estado en favor de los sectores populares, para ello estas políticas se orientaron, básicamente, hacia la “centralización, planificación y estatización” en dicho sector.248
En marzo de 1972 el Ministerio de la Vivienda evaluó positivamente la labor realizada por el gobierno durante 1971 afirmando que este había avanzado en “poner en tensión el aparato productivo y realizar los cambios necesarios en las formas y sistemas de producción”, o sea en los objetivos
245 MINVU, Chile. Un siglo de políticas en vivienda y barrio”, capitulo 5, (Edición Pehuén, 2004), p. 139.
246 Otra expresión de esto fue que en 1970 la Corporación de Servicios Habitacionales dentro de sus programas para los sectores de bajos ingresos decidió emprender la organización de empresas de trabajadores para producir la vivienda popular industrializada”. Un estudio sobre esta experiencia en: Eduardo San Martín, “Las fabricas de viviendas populares: una experiencia de participación”, EURE, octubre de 1971, Vol. 1, N° 3, Santiago, pp. 159 a 169
247 Sobre las discrepancias en dicha cantidad ver: MINVU, Op. Cip., p. 143.
248 MINVU, CORVI, “Fundamentos y estructura del Plan Habitacional”, enero de 1971.
previamente trazados, y si bien reconoció que no se lograron generar las condiciones para la proyección de estos buenos resultados, afirmó que se habían realizado “avances en relación a la organización de un aparato estatal de construcción; la organización de los Departamentos de Ejecución Directa… (y el fortalecimiento de) la Administración Delegada” sumado a un mayor control de “materiales” y “caja” permitiendo generar una mayor eficiencia en el aparato estatal de construcción de viviendas.

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