miércoles, 7 de septiembre de 2016

Vida y obra de José Carlos Mariátegui, un marxista imprescindible para las nuevas generaciones. Álvaro Casal.

Vida y obra de José Carlos Mariátegui, un marxista imprescindible 
para las nuevas generaciones. (Primera parte)  Álvaro Casal.

JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI: UNA INTRODUCCIÓN A SU VIDA Y OBRA.
José Carlos Mariátegui nació el 14 de junio de 1894 en Moquegua, Perú. Murió el 16 de abril de 1930 en Lima. Sus treinta y seis años de intensa vida se pueden dividir en tres claras etapas: la primera: va desde su nacimiento hasta octubre de 1919 donde parte con su amigo César Falcón hacia Europa; la segunda: es su etapa europea que transcurre desde octubre de 1919 a marzo de 1923 y la tercera, su segunda etapa peruana, que va de marzo de 1923 hasta su muerte en abril de 1930.
Si bien estas tres etapas de su vida son muy importantes, sus años en Europa y su segunda etapa peruana son las más importantes. La europea, por su estudio y asimilación en profundidad del marxismo, por su conocimiento de la obra de George Sorel, de la que va a tomar su “teoría de los mitos” y por experimentar la agitada e intensa vida europea de esos años, en donde la revolución comunista y la contrarrevolución fascista estaban en auge. En su segunda etapa peruana: realiza lo más importante de su obra escrita, funda la histórica revista “Amauta” y también funda el Partido marxista – leninista peruano. Son años de mucho trabajo, de mucha creación y también de mucho dolor físico, pues en 1928 le amputan una pierna. Es por esto que esta introducción a su vida y a su obra la dividiré en tres etapas.

1894 – 1919 primera etapa peruana.
Como vimos, Mariátegui nace en Moquegua el 14 de junio de 1894. Al poco tiempo su familia se traslada a Lima. Su familia estaba formada por su madre y sus dos hermanos, pues el padre al poco tiempo de nacer Mariátegui, desaparece. Era una familia pobre. Su madre fue una ferviente católica y tuvo mucha influencia en el pequeño Mariátegui. Pero el acontecimiento fundamental en esta etapa sucede en 1902, cuando el futuro revolucionario marxista tenía sólo ochos años. Cuentan sus biógrafos que en la escuela de Huacho un niño le pegó una patada en su rodilla e inmediatamente le sale un gran hematoma. Es llevado al hospital donde permanece cuatro meses. Luego debe guardar cama por cuatro años. Se convierte en un niño solitario cuya principal compañía eran los libros. Armando Bazán dice que “leía todo cuanto llegaba al alcance de sus manos /…/ durante el día y la noche. Desde entonces la lectura fue su refugio, su distracción, su embriaguez”. 
Aprendió por su cuenta francés y comenzó su formación como autodidacta, que es como se forman los grandes intelectuales. Las mujeres y hombres que sobresalen del común, aunque vayan a la Universidad, se forman a sí mismos; piensan con su propia cabeza y no siguen esquemas prefabricados, rompiendo así con una modalidad imperante en la enseñanza en los tiempos de Mariátegui y aún en los nuestros.
Continuemos. En 1909 entra a trabajar en el diario “La Prensa” y comienza a frecuentar las tertulias del intelectual anarquista Manuel González Prada. En 1911, en “La Prensa” aparece su primera publicación con el seudónimo de “Juan Croniqueur”. Mariátegui avanza en su carrera periodística y ya en 1914 se puede mantener a sí mismo y a su madre con sus ingresos como periodista. En 1915 publica 6 poemas y 8 cuentos cortos. Al año siguiente publica 23 poemas y 4 cuentos cortos y comienza a trabajar en el diario “El Tiempo” como redactor principal. En noviembre de 1917, Mariátegui y sus amigos acompañan a la bailarina Norka Rouskaya a bailar de noche en el cementerio, lo que provoca un escándalo en la sociedad limeña. En 1918 funda la revista “Nuestra Época”, de moderada orientación socialista y renuncia al seudónimo de “Juan Croniqueur”; también ayuda a fundar el “Comité de Propaganda y Organización Socialista”. Como vemos el joven Mariátegui tenía ideas socialistas, pero por esos años estaba muy influido por la pequeña atmósfera bohemia de Lima. Tendremos que esperar a su etapa europea, para ver surgir al sólido intelectual marxista, pero estas influencias de juventud, fueron muy importantes, para poder comprender su “original” marxismo.
En los años finales del siglo XIX y en las primeras décadas del XX la situación social y política del Perú es muy complicada. Hay de todo: levantamientos indígenas, guerras civiles, guerras contra los países vecinos, golpes de estado, huelgas obreras, etc. Por ejemplo en 1915 se produce una sublevación militar y también se produce la sublevación indígena que tuvo como líder al sargento mayor Teodomiro Gutiérrez Cuevas (Rumi Maqui); y también se realizan huelgas con fuerte represión en la zona de Vitarre. Ese año la ciudad de Lima tenía 173.007 habitantes. En la convulsionada vida política del Perú, es importante retener la fecha del 4 de julio de 1919 donde se inicia lo que se llamó el “Oncenio” de Augusto Leguía. Es este Leguía el que envía en octubre de 1919, a José Carlos Mariátegui y a su amigo Cesar Falcón, como corresponsales de prensa al extranjero. Mariátegui hace una breve escala en Nueva York, luego se dirige a París, donde conoce a Henri Barbusse, y en enero de 1920 llega a Italia, en donde va a fijar se residencia europea. Comienza su nueva y fundamental etapa. -----------------------------
Vida y obra de José Carlos Mariátegui, un marxista imprescindible 
para las nuevas generaciones. (Segunda parte)

José Carlos Mariátegui: una introducción a su vida y a su obra.
Octubre 1919 – marzo 1923 su etapa europea
Si un hombre estudia la obra de Carlos Marx y la comprende, su vida cambia para siempre. Eso fue lo que le sucedió a José Carlos Mariátegui en Europa. Mariátegui nació de nuevo en su estadía europea. Dejó de ser un bohemio inteligente y que escribía bien para ser uno de los más grandes marxistas del siglo XX y que tiene plena vigencia en el siglo XXI.
El marxismo de Mariátegui es un marxismo original debido a tres cosas: primero la influencia de Freud; segundo la teoría de los mitos que toma del intelectual francés George Sorel y tercero su misticismo religioso que ya traía de su tierra natal.
Algo que conmovió su espíritu fue ver con sus ojos, sentir con sus oídos, y razonar con su cerebro, la intensa lucha de clases que se estaba desarrollando en la Italia de esos años. La revolución proletaria había sido derrotada. El fascismo nació y se apoderó de Italia mientras Mariátegui vivía en esa tierra que ya se estaba bañando en sangre. Fue ahí, donde Mariátegui aceptó conscientemente y sin miedo: “la violencia, la autoridad y la disciplina”, como escribió años más tarde a Samuel Glusberg. Si no se acepta eso, no se puede ser revolucionario, no se puede pretender revolucionar un país, ni instalar un orden social nuevo sobre los despojos del viejo, o sea, construir el socialismo como soñaba Mariátegui: “Tengo una declarada y enérgica ambición la de concurrir a la creación del socialismo peruano.”
Fue en Europa donde se aclaró su cabeza. En su breve amistad con Benedetto Croce, en su entrevista con Máximo Gorki, con Turatti, que fue uno de los fundadores del Partido Socialista Italiano. Fue en su participación en enero de 1921 del Congreso Socialista de Livorno, en donde se adhirió a la extrema izquierda del Congreso y donde conoció a Antonio Gramsci. Y también fue en sus viajes por Francia, Alemania, Austria, Hungría, Checoslovaquia y Bélgica.
El revolucionario peruano quedó conmovido por la situación mundial. Y también su gran sensibilidad artística quedó abrumada por toda la belleza y por toda la historia de Italia. Pero ya la belleza del arte italiano no lo encandilaba. El 14 de agosto de 1920 escribió desde Génova: “Y habría que recordarles, en particular, que las muchedumbres no han leído la Divina Comedia, entre otras cosas porque han debido trabajar mucho, muy crudamente, muy pesadamente, para que una pequeña parte de la humanidad pudiera darse el lujo de leerla.” En pocos meses se había producido la metamorfosis. Nunca más volvería a ser el mismo. Mariátegui se encontró a sí mismo en Italia y encontró a su tierra, el Perú, y encontró su fe y su sueño real: ayudar a construir el socialismo en su tierra. Pero todo eso estaba firmemente apoyado en la ciencia y en la cultura europea: “He hecho en Europa mi mejor aprendizaje” dice en la advertencia a los “Siete ensayos”. Así fue.
Ahora venía la etapa más difícil de todas, llegar y transformar el Perú. Eso es lo que tiene que hacer todo marxista, transformar la realidad, de lo contrario sólo se es marxista de la boca para fuera y José Carlo Mariátegui no era ese tipo de marxista. _________


Vida y obra de José Carlos Mariátegui, 
un marxista imprescindible para las nuevas generaciones. 
(Tercera parte)      

José Carlos Mariátegui: una introducción a su vida y a su obra.  Marzo 1923 – 16 abril 1930: su segunda etapa peruana.
José Carlos Mariátegui con 29 años regresa a su país, con una declarada y férrea ambición: ayudar a construir el socialismo. Ese objetivo y esa fe, llenaban todo su espíritu. Pero ¿cómo hacerlo? La realidad peruana era extraordinariamente compleja. Mariátegui era el primer marxista peruano, con un conocimiento profundo, tal vez no tanto de la letra, pero sí de la esencia vital de la doctrina de Marx y Engels. Gigantesca empresa que emprendió sin vacilaciones, pues le apasionaban las tareas difíciles y complejas.

Sin esperar mucho comenzó la lucha. En junio de 1923 comienza a dictar un ciclo de conferencias titulado “Historia de la crisis mundial” a obreros y estudiantes basándose en el método marxista. El ciclo dura ocho meses.

En mayo de 1924 llegan a su vida el dolor y la postración. Le amputan una pierna y el resto de su vida se ve condenado a un sillón de ruedas. Ese hecho, pienso que le dio más fuerzas aún, para seguir luchando. Para Mariátegui la vida era lucha. A los pocos meses de que le amputaran la pierna, el 9 de setiembre de 1924 le escribe a Ricardo Vegas García: “… Me han sacado ya la esquirla que detenía mi convalescencia, de suerte que ésta progresará ahora rápidamente. Reanudaré /…/ mi trabajo. /…/ me ocuparé de Gandhi, Herriot, Romain Rolland, Turati, Amendola, Farinaci (leader del fascismo ultraísta), Vasconcelos, Bertrand Russell, Pirandello, Spengler y otros individuos de cuyos nombres no quiero acordarme.” Ese era José Carlos Mariátegui. Nada podía impedir que cumpliera su misión, sólo la muerte.

Su casa en Lima se convierte en un centro intelectual y revolucionario: historiadores, artistas, periodistas, personas que vienen de distintas partes del Perú a visitarlo y a traerle información, llenan de vida su casa. Y en su mente se van esbozando diferentes proyectos. En 1925 publica su primer libro: “La Escena Contemporánea”. Al mismo tiempo publica artículos en las revistas “Variedades” y “Mundial” que son su única fuente de ingresos. En esos artículos está ya la génesis de su obra cumbre los “Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana” que sale a luz en noviembre de 1928.

Tiene otro sueño que lo obsesiona y al que también logra darle vida, me refiero a la revista “Amauta”. El primer número de la revista sale en setiembre de 1926. En el primer editorial Mariátegui define a la revista sin falsas modestias, pero también se está definiendo a sí mismo, escuchemos a Mariátegui:

“El objeto de esta revista es el de plantear, esclarecer y conocer los problemas peruanos desde puntos de vista doctrinarios y científicos. Pero consideraremos siempre el Perú dentro del panorama del mundo. Estudiaremos todos los grandes movimientos de renovación políticos, filosóficos, artísticos, literarios, científicos. Todo lo humano es nuestro. Esta revista vinculará a los hombres nuevos del Perú, primero con los de los otros pueblos de América, en seguida con los de otros pueblos del mundo. Nada más agregaré. Habrá que ser muy poco perspicaz para no darse cuenta de que al Perú le nace en este momento una revista histórica.” Fue así. En Perú había nacido una revista marxista que hizo historia. Cuanta falta nos hace a los latinoamericanos del siglo XXI una revista de ese nivel. Amauta fue un órgano más del cuerpo maltrecho pero lleno de vida de Mariátegui. Fue una de las formas que encontró Mariátegui para transformar la realidad peruana, una fundamental. En el Perú al este de los Andes y alejado de occidente un astro luminoso comenzaba a salir y todavía hoy continúa iluminando Nuestra América. Sólo tenemos que seguir el camino que nos dejó abierto Mariátegui.

Pero el Amauta no se quedó sólo en el mundo de las letras y de las ideas. Entre 1926 y 1928 pertenece al APRA (Alianza Popular Revolucionaria Americana); del que se retira debido a fuertes diferencias con Haya de la Torre. Ese mismo año con otros compañeros funda el Partido Socialista del Perú, de línea marxista – leninista. Y en 1929 ayuda a fundar la Confederación General del Trabajo del Perú.

Este hombre pequeño, que siempre tuvo grandes problemas de salud, al que le cortaron una pierna, transformó su país. Perú nunca volvió a ser el mismo después de su muerte. La Revolución Socialista todavía espera por su triunfo, pero ya existe en la realidad peruana, gracias a la labor de sólo siete años de este hombre. Mariátegui tenía una fe; una fe que llenaba todo su espíritu y que siempre lo impulsaba hacia adelante. No era una fe religiosa, pero el mecanismo psíquico era muy parecido. Su mentalidad era muy parecida a la mentalidad de los misioneros jesuitas, que iban a mundos extraños, para evangelizar y salvar a pueblos aún más extraños. Mariátegui fue eso, fue un profeta de la revolución y del socialismo. Se impuso la tarea, apasionante y difícil, de propagar el marxismo en tierras vírgenes y hostiles. No se amilanó ante tal empresa, no tuvo miedo, comprendió lo que podía hacer y lo hizo hasta las últimas consecuencias. Utilizó su oficio de buen escritor, pues no se puede entregar al pueblo algo mal hecho, la belleza siempre se abre camino. Hizo amigos y por supuesto muchos enemigos, entre ellos el dictador Augusto Leguía.

Mariátegui fue un hombre heroico, porque amaba la heroicidad y el combate. En su artículo sobre el libro de Miguel de Unamuno “La Agonía del Cristianismo” dice: “Marx no está presente, en espíritu, en todos sus supuestos discípulos y herederos /…/ Unamuno concibe la vida como lucha, como combate, como agonía. Esta concepción de la vida que contiene más espíritu revolucionario que muchas toneladas de literatura socialista nos hará siempre amar al maestro de Salamanca.”


Un heroico combatiente por el socialismo, ese fue José Carlos Mariátegui. Murió el 16 de abril de 1930. Pero su legado sigue tan vivo como cuando él estaba entre nosotros. Los revolucionarios marxistas de esta época oscura, tenemos el deber y la obligación de estudiar su obra y de asimilar su espíritu.

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