sábado, 17 de septiembre de 2016

UNA LUZ SOBRE LA SOMBRA 5. DETENIDOS DESAPARECIDOS Y ASESINADOS DE LA PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE


Alicia Viviana Ríos Crocco nació el 2 de octubre de 1958, en el seno de una aco- modada familia de intelec- tuales de Valparaíso. Era una joven alegre que se integró a la resistencia cuando recién terminaba su adolescencia y comenzaba a encantarse con el mundo de las ideas. Su opción
militante fue el ftIR, al que ingresó en las huelgas estudiantiles, en- tre cafés bien conversados y tareas políticas clandestinas. “Ali”, como le llamaban sus amigos de la facultad de Psicología de la Universidad Católica, llenaba los espacios con su amplia sonrisa, su pasión desbor- dante y su entrega a la lucha antidictatorial. Era una chica linda, que amaba la música de Silvio Rodríguez y la canción comprometida. ftás de alguna vez se emocionó con los sones de “Tantas veces me mataron, tantas veces me morí, sin embargo estoy aquí resucitado...”.
El 12 de diciembre de 1984, cerca de las 16:10 horas, Alicia se desplazaba en bicicleta por Avenida San Eugenio frente al Nº 1181, de la comuna de Ñuñoa, cuando explosionó una bomba que había sido puesta en el sillín de su vehículo, lanzando su cuerpo en una parábola de unos 6 metros de altura y 10 metros hacia adelante, muriendo ins- tantáneamente.
Carabineros y la CNI señalaron que su muerte había sido provo- cada por explosivos que ella transportaba en su mochila. Los informes periciales del Laboratorio de Criminalística de Investigaciones con- tardicen esa información y confirmaron que el artefacto explosivo iba bajo el sillín de la bicicleta. Testigos de este criminal atentado expresan que antes de la explosión sintieron un zumbido eléctrico, similar al que emiten los micrófonos cuando están acoplados. También señalaron que sólo tras la llegada de uniformados y civiles apareció una espe- cie de bomba o rocket.
Si bien no hubo avances en la investigación judicial para encon- trar la verdad sobre el crimen de Alicia Ríos Crocco, la Comisión Ret- tig lo calificó como una muerte por violación a los derechos humanos cometida por agentes del Estado.
Juan Carlos Rodríguez Araya nació en Santiago el 7 de julio de 1944, en el seno de una familia acomodada. Era estu- diante de Ingeniería de la Uni- versidad Católica y estaba casa- do con Cecilia Gabriela Castro Salvadores, estudiante de dere- cho de la Universidad de Chile y ambos habían conciliado la militancia en el ftovimiento
de Izquierda Revolucionaria con la responsabilidad de ser padres de la pequeña Valentina.
Juan Carlos, conocido como “el Caluga” entre sus amigos y compa- ñeros del ftIR, era famoso por su pasión y determinación para defender sus ideas entre los estudiantes de la Universidad Católica, a pesar que parte importante de su trabajo político lo desarrolló entre trabajadores y pobladores del Cordón Industrial de Vicuña ftackena. El 11 de sep- tiembre se sumerge en la clandestinidad y junto a Cecilia se integran a las tareas de Informaciones.
El 13 de noviembre de 1974, se inicia la caída de parte importante de la estructura de Informaciones del ftIR. Ese día es detenida la enlace del jefe de la estructura ftaría Alicia Gómez, “la Carola”, que había sido delatada por la “Flaca Alejandra”, que colaboraba eficazmente en el ex- terminio al ftIR.
El 17 de noviembre de 1974, el cerco de la DINA se cierra sobre Juan Carlos y Cecilia. Era de noche cuando llegaron cerca de doce agen- tes de la DINA buscándolos a la casa de los padres de Cecilia, ubicada en calle Los Naranjos 959 de la comuna de Providencia. Ángel Castro y Edita Salvadores, en un acto de valentía y amor, se negaron a entregar la dirección de su hija, a pesar que los hombres armados los amenazaban
con ejercer métodos para obtener esa información. Viendo el carácter irreductible, los obligaron a subir a un vehículo que los transportó hasta el centro de torturas de José Domingo Cañas, conocido como cuartel “Ollagüe” en la nomenclatura de la DINA.
Algunas horas antes, la DINA había detenido a la pareja formada por Julián Ricci del Valle y Roxana Roi Jonás, amigos de Cecilia. Sólo dos semanas antes, Cecilia y Juan Carlos habían compartido una agra- dable cena en su departamento que se extendió hasta las horas del toque de queda, por lo que debieron quedarse a dormir. ftientras allanaban el departamento, los agentes encontraron una agenda vieja de Ricci donde estaba la dirección de soltera de Cecilia, que los condujo hasta la casa de sus padres.
En el centro de torturas se desencadenó el drama. Los padres de Cecilia fueron separados e interrogados con amenazas de matar a la pe- queña Valentina que tenía un poco más de un año de edad, si es que no le entregaban información sobre el paradero de su hija. Sin alternativas, los padres de Cecilia condujeron a los agentes al domicilio de la pareja ubicado en la calle Cano y Aponte 108, en la comuna de Providencia. En un rápido operativo de parte de los agentes de la DINA, detuvieron a Juan Carlos y Cecilia, haciendo entrega de su hija Valentina a los abue- los. Edita, su madre, sólo alcanzó a entregar su chaqueta a Cecilia para que se cubriera del frío y la vio partir con sus verdugos. A la mañana siguiente, Osvaldo Romo86, volvió al domicilio de los padres de Cecilia para devolver la cédula de identidad de Edita Salvadores que había que- dado en el bolsillo del chaquetón que ella había entregado a su hija. El agente fue atendido por la empleada de la casa y dejó el recado que, “su hija estaba bien”.
Cecilia y Juan Carlos fueron sacados de su casa violentamente y conducidos de inmediato al centro de torturas de José Domingo Ca- ñas y entre golpes, gritos y amenazas los introdujeron al interior del sórdido lugar. El alboroto por la captura del “Caluga” fue escuchado por Julián Ricci. Una hora después, Ricci fue llevado a la sala de tor-
86 Osvaldo Romo Mena, “el guatón Romo”, fue un militante de la USOPO y dirigente poblacional durante el gobierno de Salvador Allende, y que pasó a ser agente de la DINA tras su detención, transformándose en el torturador más temido durante los años 1974 y 1975, cuando es sacado a Brasil para protegerlo de un atentado del MIR. Romo murió mientras se encontraba en la cárcel especialmente construida para los violadores de derechos humanos, “Punta Peuco”, el 4 de julio de 2007. 

turas donde estaban interrogando a Juan Carlos. Al ingresar ve que su amigo era sacado a rastras por el suelo, sin moverse ni emitir ruido y en estado claramente de inconsciencia; al tiempo que escuchaba entrar a un agente que comenta: “el fulano que acabamos de sacar de aquí parece que está muriéndose”. El teniente de Ejército, ftiguel Krassnoff, indignado gritó, “les dije que tuvieran cuidado, ese es muy importante y no se nos puede morir hasta que sepamos todo lo que él sabe. Hay que trasladarlo a la clínica”. Pasados unos minutos, Krassnoff volvió a la sala de torturas y comenzó a interrogar a Ricci con extrema violencia, para obtener la información que Juan Carlos no había entregado. Sin parar los interrogatorios, Ricci fue careado con Cecilia Castro. Una vez que estaban en la pieza con el resto de los prisioneros, pudo cruzar algunas palabras con ella.
Todo parece indicar que Juan Carlos falleció esa misma madruga- da, producto de las salvajes torturas a las que fue sometido. Nadie más lo escuchó esa madrugada, nunca más fue visto por otro prisionero en ningún lugar y los interrogatorios a Cecilia y sus amigos demostraban claramente que los agentes buscaban en ellos las informaciones que te- nía Juan Carlos. Las mentiras que los agentes le entregaban a Cecilia sobre que estaba recuperándose de sus heridas, tenían el sentido de ma- nipularla para que les entregara información a cambio de la vida de su marido, pero Cecilia estaba convencida que los matarían a todos, así se lo hizo saber a Ofelia Nistal, a quién le contó que Juan Carlos no esta- ba ahí y que creía que los matarían a todos. ftarcela Bascuñán y otras detenidas que se encontraban en la misma celda fueron testigos de las atroces torturas con electricidad a las que era sometida y a los conti- nuos vejámenes del agente civil Osvaldo Romo, que tenían el objetivo de quebrar su voluntad y obligarla a entregar información.
ftaría Cecilia Rodríguez, hermana de Juan Carlos y también mi- litante del ftIR, llegó detenida a José Domingo Cañas unas horas des- pués y rápidamente fue conducida a la sala de torturas, al poco rato, se dio cuenta que en la misma sala se encontraba Cecilia Castro, a quien los agentes llamaban “Carmen Gloria”. En el interrogatorio le pregun- taron insistentemente por ella y por su hermano, nombrándolo por su apodo “el Caluga”. Concluido el interrogatorio, ambas mujeres fueron trasladadas a otra pieza y pudieron intercambiar algunas palabras. ftaría Cecilia, recuerda que los cuatro días que permanecieron en “Ollagüe”, 

Cecilia Castro fue atrozmente torturada y sus condiciones eran lamen- tables, al punto, que debió ser examinada por médicos en dos oportu- nidades, quienes comentaron que “se habían excedido” con las torturas. A su hermano no lo vio ni escuchó su nombre, pero Cecilia le comentó que por los agentes supo que lo habían llevado a un hospital y se estaba recuperando de las lesiones de la tortura.
Dos días después, fue detenido y conducido al centro de torturas de José Domingo Cañas, Alvaro Varela Walter, amigo, vecino y com- pañero de universidad de Cecilia. Varela fue interrogado acerca de las actividades de Cecilia y Juan Carlos, a quienes no vio ni supo de su si- tuación.
El 20 de noviembre, un grupo de detenidos fue trasladado a Villa Grimaldi, entre los cuales iba Cecilia Castro y su cuñada Cecilia Rodrí- guez. A partir de ese momento la DINA se instala en la casa de avenida José Arrieta 8.200.
Cecilia fue atrozmente torturada hasta el 14 de diciembre de 1974, cuando son sacados de Villa Grimaldi cinco detenidos, entre los que se encontraban ella, Cecilia Castro, Gregorio Palma Donoso, Gabriela Arredondo, Ariel Santibáñez Estay y Rubén Arroyo Padilla, todos per- manecen desaparecidos hasta hoy.
Renato Rodríguez Ortiz, padre de Juan Carlos era funcionario del BID y enterado de la detención de su hijo viajó a Chile para entrevistarse con el ftinistro del Interior, General de Ejército César Benavides, y el Jefe del Departamento Confidencial de esa Secretaría de Estado, Comandante de la FACH, Enzo di Nozera. El general Benavides, luego de escuchar la situación de los hermanos Rodrí- guez, preguntó a di Nozera si podía dejar en libertad a los jóvenes, y éste contestó que podría ser en el caso de su hija, pero no así de Juan Carlos y su cónyuge, porque estaban en período de interrogatorio. A la salida de esta entrevista volvió a conversar con di Nozera, quien le señaló que podía llamarlo desde Nicaragua –país donde residía Renato Rodríguez– para lo cual le dio su número de teléfono. Tres o cuatro días después fue dejada en libertad su hija Cecilia. Con pos- terioridad, llamó desde el exterior unas tres veces al Comandante di Nozera, quien invariablemente le contestó que no tenía noticias para darle.
El 8 de abril de 1975, el ftinisterio de Relaciones Exteriores res-
pondió a consultas formuladas por la Embajada de la República Federal Alemana que, Cecilia Castro y Juan Carlos Rodríguez se encontraban detenidos en el Campamento Tres Álamos por infracción a la Ley de Estado de Sitio.
La verdad es que Juan Carlos había muerto la madrugada del 17 de noviembre y Cecilia nunca llegó a Tres Alamos. La dictadura tenía pre- parada otra operación de inteligencia donde sus nombres aparecerían. En febrero de 1975, la DINA montó una Conferencia de Prensa con cuatro dirigentes del ftIR que se encontraban prisioneros desde diciem- bre de 1974: Cristián ftallol, Héctor Hernán González, José Carrasco y Humberto ftenanteaux. Esta operación montada por el coronel de Ejército Pedro Espinoza, estaba dirigida a desmoralizar a la militancia del ftIR que resistía desde la clandestinidad. En la conferencia trans- mitida por televisión a todo el país, los cuatro miristas entregaron un “comunicado” donde indican que el ftIR estaba derrotado y que gran parte de su militancia estaba muerta, prófugos, detenidos o asilados. En la lista entregada, Juan Carlos Rodríguez Araya “el Caluga”, figuraba como “detenido”.
En julio de 1975, Cecilia Castro apareció en otra nómina, la de los 119 chilenos muertos en Argentina a raíz de “enfrentamientos ocurri- dos con efectivos de seguridad o entre ellos mismos, producto de renci- llas internas”. Esta noticia apareció en dos medios de prensa que fueron publicados sólo para los efectos de dar a conocer esta falsedad. Uno fue el diario “O’DIA” de Brasil y otro la revista argentina “LEA”, ambas des- conocidas en sus respectivos países.
La causa por Juan Carlos Rodríguez Araya y Cecilia Castro Salva- dores aún se encuentra en estado de sumario en la Corte de Apelaciones de Santiago

Eugenio Ruiz-Tagle Orrego nació el 17 de septiembre de 1947 en el seno de una familia conservadora de clase alta, que estaba emparentada con fta- ría Ruiz-Tagle Jiménez, esposa del ex Presidente Eduardo Frei ftontalva. Sus estudios los rea- lizó en el colegio Verbo Divino, donde se destacó por sus exce- lentes notas en matemáticas, su
gusto por la lectura y su afición al fútbol. Sus primeros encuentros con la política fueron en las reuniones con sus amigos demócrata cristianos del colegio. Sin embargo, fue en la Escuela de Ingeniería de la Universidad Católica donde comenzó a tomar en serio la política, escapándose a me- nudo de clases para asistir a las reuniones que conducirían a la Reforma de la Universidad. Eran tiempos de nuevos aires, tiempos de cambios políticos, sociales y culturales y Eugenio se sumó a ellos. En 1970, parti- cipó como candidato a secretario de la FEUC en la lista del estudiante de medicina ftiguel Ángel Solar, que agrupaba a la izquierda. La idea de muchos militantes del ftAPU de vivir la suerte de los desposeídos, lo hizo trasladarse a vivir en un modesto departamento de la población obrera El Pinar dejando su cómoda vida familiar. Al casarse con ftónica Espinoza, se cambió a una modesta casita en Pudahuel que sólo dejó para trasladarse a trabajar a Antofagasta.
Para el golpe de Estado vivía en Antofagasta donde era gerente de la Empresa Nacional del Cemento, INECESA, estaba casado y su pequeña Josefa no alcanzaba a cumplir el primer año de vida. Eugenio se presentó voluntariamente en la Intendencia de Antofagasta, el 12 de septiembre de 1973, obedeciendo un bando militar. Faltaban cin- co días para su cumpleaños número veintiséis y lo acompañó su chofer
y secretario, Herman Zuljevic, quien recuerda que se despidieron con un apretón de manos cariñoso, deseando volver a encontrarse. Rápida- mente fue trasladado como detenido a la base aérea de Cerro ftoreno, donde fue torturado desde el momento que llegó. Carlos Bau, militante del ftAPU y amigo recuerda: “Nos recibieron con un discurso dicién- donos que estábamos protegidos por la Convención de Ginebra, pero horas después llegó Gabrielli87 y Duffey88, otro oficial, y otros bárbaros, y agarraron a patadas a Ruiz-Tagle delante nuestro, fue una paliza que le dieron por llamarse Ruiz-Tagle Orrego”. “Como a las cinco de la ma- ñana entró un grupo de oficiales en forma violenta y preguntaron por Ruiz-Tagle Orrego. Lo golpearon y luego lo sacaron a una pieza del lado donde escuchábamos cómo le pegaban. Luego, entre tres, lo tiraron en el medio de nosotros como un saco”89.
El 23 de septiembre fue trasladado a la cárcel de Antofagasta, per- maneciendo detenido sin acusación hasta el 19 de octubre, cuando fue sacado junto a otros 13 detenidos por la Comitiva del general de Ejérci- to Sergio Arellano Stark, y trasladado hasta la Quebrada del Way, donde fueron atrozmente asesinados.
Su ftadre, Alicia Orrego, declaró como fue encontrado el cuerpo de Eugenio: “Le faltaba un ojo, el izquierdo. Los párpados estaban hin- chados, pero no tenía heridas ni tajos. (El ojo) se lo sacaron con algo, a sangre fría. Tenía la nariz quebrada, con tajos, hinchada y separada abajo, hasta el fin de una aleta. Tenía la mandíbula inferior quebrada en varias partes. La boca era una masa tumefacta, herida, no se veían dientes (...) Su cabeza estaba en un ángulo muy raro, por lo que creí que tenía el cuello quebrado.”

87 Hernán Gabrielli, era teniente de la FACH para el 11 de septiembre de 1973 y se distinguió por las torturas salvajes que aplicó a los detenidos. Llegó a Jefe de Estado Mayor de la Fuerza Aérea y en el 2001 fue denunciado por crímenes de lesa humanidad. Las denuncias causaron escándalo y molestia en el gobierno de la Concertación de Partidos por la Democracia, presidido por Ricardo Lagos Escobar. Gabrielli presentó una querella que fue rechazada en tribunales y tuvo que abando- nar la Fuerza Aérea.
88 León Duffey, era teniente de la FACH para el 11 de septiembre de 1973 y se distinguió por los tratos crueles e inhumanos contra detenidos en Cerro Moreno. Llegó a general durante el gobierno de Eduardo Frei Ruiz Tagle, primo de Eugenio Ruiz-Tagle Orrego.
89 Declaraciones de Carlos Bau.
Junto a Eugenio Ruiz Tagle fueron asesinados Luis Eduardo Alaniz Alvarez, estudiante de Periodismo de la Universidad del Norte; Dinator Segundo Avila Rocco, empleado de la Sociedad Química y ftinera de Chile (SOQUIftICH); Guillermo Nelson Cuello Alvarez, funciona- rio de la Corporación de Fomento de la Producción (CORFO); Se- gundo Norton Flores Antivilo, asistente social de la Sociedad Química y ftinera de Chile (SOQUIftICH) en ftaría Elena; Darío Armando Godoy ftansilla, estudiante de enseñanza media; José Boerlindo Garcia Berrios, trabajador marítimo y dirigente sindical; ftiguel Hernán ftan- riquez Díaz, profesor, empleado de la industria de cementos INACE- SA; Danilo ftoreno Acevedo, chofer en la Corporación de Fomento de la Producción (CORFO); Washington Radomil ftuñoz Donoso, Interventor en la Compañía de Cervecerías Unidas (CCU); Héctor ftario Silva Iriarte, Gerente de la Corporación de Fomento de la Pro- ducción (CORFO); Alexis Valenzuela Flores, empleado de la Sociedad Química y ftinera de Chile (SOQUIftICH); ftarco Felipe de la Vega Rivera, ingeniero, Alcalde de Tocopilla; y ftario del Carmen Arqueros Silva, Gobernador de Tocopilla.
El 21 de octubre de l973 se publicó en la prensa de Antofagasta un comunicado oficial que daba cuenta de la ejecución de ftario Silva, Eugenio Ruiz-Tagle, Washington ftuñoz y ftiguel ftanríquez, seña- lándose que “las ejecuciones fueron ordenadas por la Junta ftilitar de Gobierno...”.
Entre las mentiras generadas por la dictadura militar para encu- brir los crímenes, se encuentran los informes entregados a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que señalaban que Eugenio Ruiz-Tagle había sido procesado en la causa 349-73, seguida ante el Primer Juzgado ftilitar de Antofagasta, comprobándosele “su partici- pación en el delito de malversación de caudales públicos... y giro de fondos para adquirir armamentos para el Partido Socialista y el ftovi- miento de Acción Popular. Además se acreditó su responsabilidad en la organización de un plan terrorista preparado para los días 18 y 19 de septiembre de 1973... el tribunal correspondiente le impuso la pena de muerte que se cumplió por fusilamiento el 19 de octubre de l973”.
Los restos de Eugenio Ruiz-Tagle Orrego fueron entregados a su madre el 21 de octubre de 1973 y enterrados en Antofagasta. El año 2001, sus restos fueron trasladados a Santiago.
 
En la causa judicial 2182-98 conocida como “Caravana de la ftuer- te” que investiga el ministro de la Corte de Apelaciones de Santiago, Víctor ftontiglio, se encuentran procesados el general(R) de Ejército, Sergio Arellano Stark y los oficiales Sergio Arredondo González; Juan Viterbo Chiminelli Fullerton; Emilio Robert De la ftahotiere Gonzá- lez; Pedro Octavio Espinoza Bravo; Patricio Gerardo Ferrer Ducaud; Pablo Abelardo ftartínez Latorre; ftarcelo Luis ftoren Brito; Adrián Ricardo Ortiz Gutmann; Luis Felipe Polanco Gallardo; Gonzalo An- drés Santelices Cuevas, por los asesinatos de 14 personas en Antofagas- ta, entre ellos Eugenio Ruiz-Tagle.
El 29 de enero de 2001, el ministro de la Corte de Apelaciones de Santiago Juan Guzmán, solicitó que Pinochet fuera perseguido como responsable de los 18 secuestros calificados y 57 asesinatos cometidos por la “Caravana de la ftuerte”. El fallo que fue ratificado por la Cor- te de Apelaciones y, luego de una larga batalla judicial, el 3 de julio de 2002, la Sala Penal de la Corte Suprema sobreseyó definitivamente a Pinochet de los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dic- tadura militar.

Enrique Antonio Saavedra González nació en la Paz, Bolivia, el 13 de junio de 1955. Había llegado a estudiar Eco- nomía en la Universidad Cató- lica en marzo de 1973, atraído por la educación de alto nivel que Chile tenía y la posibili- dad de compartir con su primo,
Ramiro González González, la aventura de vivir solos en la ciudad. No tenía militancia política, ni le interesaba la compleja situación que se vivía en el país por esos días.
El 15 de septiembre de 1973, los dos primos salieron del Hotel Sao Paulo, donde residían; querían observar lo que ocurría en la ciudad después de cuatro días de encierro involuntario, y comprar algunos ali- mentos. Confiados en su absoluta inocencia, sin percatarse que la caza a extranjeros había comenzado el mismo once de septiembre90, que las ra- dios, diarios y televisión llamaban a denunciar la presencia de extranje- ros y que también se hablaba de ejércitos guerrilleros extranjeros, se des- pidieron del administrador del hotel, Dorbeo Hanssen Torrico, quien les sugirió que no era momento para recorrer la ciudad por la inseguri- dad que reinaba en las calles: “Efectivamente el año 1973, por el lapso de un mes aproximadamente estuvieron hospedados los jóvenes Ramiro

*No fue posible encontrar fotografías de Enrique Antonio Saavedra González.
90 El bando N° 20 del 12 de septiembre de 1973, señalaba que “Todos los extran- jeros que se encuentren en el país en situación irregular o ilegal, deberán presentarse de inmediato en las Comandancias más cercanas o a la Patrulla ftilitar mencionada”. El N° 23 del 12 de septiembre de 1973, agregaba una lista de extranjeros que debían presentarse ante la autoridad militar y señalaba que: “De no presentarse en el plazo indicado, se pondrá al margen de lo dispuesto por la Junta ftilitar de Gobierno con las consecuencias de prever”. A esto se suman las detenciones y asesinatos de extranjeros ocurridas en el Estadio Nacional y Tejas Verdes.
117




Una luz sobre la sombra - Detenidos desaparecidos y asesinados de la Universidad
González y Antonio Saavedra, quienes me fueron recomendados por sus madres. Debo agregar que la última vez que vi a estos muchachos fue el día 15 de septiembre de 1973, fecha en que aproximadamente a las 16 hrs. salieron a dar una vuelta a las cercanías del hotel, no regresando más a éste. Ignoro qué pueda haberles ocurrido, ya que nunca más supe de ellos, informando de esta situación a sus madres”.
Debido a la intervención de las líneas de teléfono con el exterior, sólo una semana después los padres de Enrique Antonio pudieron co- municarse telefónicamente con el hotel y enterarse que su hijo estaba desaparecido. Posteriormente, viajaron hasta Santiago a realizar gestio- nes para indagar sobre su paradero, tomando contacto con la embajada de Bolivia, Cancillería, Cruz Roja Internacional y recorriendo recintos de detención. Además publicaron solicitadas en la prensa nacional en octubre y diciembre de 1973.
Al concurrir al Estadio Nacional, una funcionaria que dijo per- tenecer a la Cruz Roja Internacional, les manifestó que los afectados estaban allí detenidos y que debían enviarles ropa. Les agregó que los nombres los había visto en anotaciones manuscritas.
En la investigación judicial se consignó que la persona menciona- da como funcionaria de Cruz Roja Internacional no había trabajado allí y no se encontraba registrada en el Gabinete de Identificaciones, ni en el Colegio de Enfermeras y de Auxiliares de Enfermería. En la respuesta que entrega a los padres el ministro del Interior, General Oscar Boni- lla91, responde: “efectuada una exhaustiva investigación e interrogación de personas, con el propósito de dar respuesta completa fue entrevistada doña Edith Bravo Tudezca, enfermera, la cual mientras prestaba colabo- ración en el Estadio Nacional había manifestado a los padres que éstos se encontrarían detenidos… Agrega la nota, que la mencionada enfermera se basó en una anotación manuscrita, no oficial… Finalmente termina agregando, que ha sido imposible determinar su actual ubicación y sólo queda que ellos hayan abandonado el país bajo otros nombres. Caso contrario, y de no estar en Chile bajo nombres supuestos, no quedaría otra posibilidad que estos jóvenes hayan sido víctimas de algún tipo de atentado por parte de terroristas que han causado considerables bajas entre civiles inocentes y militares”.

91 La respuesta está fechada el 9 de julio de 1974.
El ministro de Defensa, a través del ministro del Interior de la épo- ca, respondieron a instancias del ftinistro instructor del proceso, que en los primeros meses del gobierno militar no existieron nóminas oficiales de detenidos. Agregando que se elaboraron listados transitorios con fi- nes logísticos y meramente administrativos y que la Central Nacional de Informaciones dispuso de algunas de estas listas, las que fueron ne- gadas.
La Universidad Católica y Universidad de Chile declararon que ambos jóvenes asistieron el primer semestre a clases regularmente, no terminando así su año académico.
No existe proceso judicial abierto por Enrique Antonio Saavedra González y su primo Ramiro Carlos González González.
Jilberto Patricio Urbina nació el 6 de julio de 1949, en Talca. Hijo único de un es- forzado matrimonio formado por Inés Chamorro y Jilberto Urbina, “Pato fue un hijo muy esperado por sus padres, muy regalón, ansiado, a pesar que nunca fue egoísta, por el con- trario, se comportaba como el
hermano mayor de sus siete primos a los que cuidaba y protegía. Su padre era un esforzado obrero de la construcción en Talca que traba- jaba en yeso y eso le comenzó a hacer mal, con lo ahorrado se compró un taxi. Inesita era muy buena modista, extremadamente católica, de misa diaria. Era curioso y siempre me llamó la atención que sus padres, a pesar de ser muy simples, lo estimularon siempre para que tuviera una educación muy buena; en esa casa había muchos libros y Pato es- cuchaba música clásica. Estudió en el colegio católico Hispanoame- ricano y estaba en los cuadros de honor del colegio. Era el orgullo de sus padres”92.
Jilberto Patricio fue un estudiante destacado que ingresó a estu- diar ftedicina en la Universidad Católica a fines de los sesenta, previo paso por la carrera de Psicología. “Su ingreso a la Universidad Católi- ca fue por complacer a sus padres que eran muy católicos”93. Participó activamente en los acontecimientos que dieron origen a la Toma de la Universidad y se integró a militar en el ftIR. En 1972 se casó con Án- geles Beatriz Álvarez Cárdenas y compartieron la vida, la militancia y la clandestinidad, “donde era conocido como ‘guatón Andrés’ por ser “muy alto y corpulento, casi gordo”94.
92-93 Entrevista a Ángeles Álvarez.
94 Entrevista a Hugo Salinas Farfán.
“Lo conocí en una fiesta de una militante del ftIR que celebraba en su pensión universitaria su cumpleaños, la famosa ‘Carola’ que des- pués se convirtió en agente, que nos invitaron a mí y Alejandro de la Barra, que en ese tiempo trabajábamos con Luciano Cruz. Durante un tiempo salíamos a tomar café, nos juntábamos y ninguno contaba qué hacía, poco a poco nos fuimos dando cuenta que conocíamos a gen- te en común, pero no nos decíamos que éramos militantes del ftIR. Yo en esa época tenía muchos problemas con mis padres, ellos creían que yo andaba en malos pasos porque llegaba tarde a la casa y algunos días no llegaba, me quedaba en la casa de Claudio Silva Peralta, él y su padre están desaparecidos, era como mi segunda casa y Guillermo, su padre, muy cariñoso recibía a mis pololos y me cuidaba. Yo estaba muy comprometida con mis tareas partidarias y eso ocupaba gran parte de la vida. Cuando empezamos a salir y tener choque en los horarios, me dijo ‘mira, yo estoy en un movimiento que es así y asá’ y nos reconocimos como miristas. Fue un alivio”95.
A sus padres no les complicó que Patricio llegara con los bototos llenos de barro de su trabajó en el policlínico del “Campamento 26 de Julio”. “Ahí se hacía trabajo modelo de organización con los pobladores, con los delincuentes de la población, las mujeres. Había, en medio de tanta pobreza, una mística increíble. ftientras las casa eran precarias, con nylon, los compañeros habían logrado generar un proceso educati- vo con talleres de sexualidad, cursos de yoga, talleres de formación, todo tipo de talleres que mejoraban las condiciones de existencia para los pobladores. Era una vida adelantada para los tiempos, un campamento modelo. Las mujeres estaban haciendo talleres para prevenir los emba- razos, se les hablaba de los distintos tipos de ‘T’ que estaban llegando. Nunca me olvidaré del cariño que le tenían los niños. Para la fiesta de la ‘26 de Julio’ me invitó y me estaba esperando en el paradero de la liebre, y vamos llegando al campamento y un montón de cabros chicos grita- ban ‘tío, tío’ y el les decía ‘no, no ya no juego más’; parecía gallina con sus pollos chicos. Era muy linda la relación que tenía con ellos. Ese fue el inicio del trabajo político de Patricio, en el GPft 4”96.
Hugo Salinas recuerda que “Conocí al ‘guatón Andrés’ a fines de 1972, cuando se integran nuevos militantes y yo llego desde de la estruc-
95-96 Entrevista a Ángeles Álvarez.
tura estudiantil y él era el jefe. El ‘guatón’ era muy querido y respetado por todos, no sé, era una persona especial”97.
El golpe de Estado llegó como un hecho anunciado para Jilberto, que desde 1972 vivía bajo condiciones de extrema seguridad, con con- tactos reducidos, chequeos y rechequeos a los lugares de reuniones, vi- viendo en casa de seguridad y alterando permanente las rutinas porque las normas de seguridad debían transformarse en una conducta natural. Su paso a la clandestinidad fue inmediato, obligándolo a cambiar resi- dencias, rutinas y rearticular al trabajo político. “Vivíamos en un depar- tamento en Avenida Bulnes, al lado del ‘Tap Room’. No recuerdo bien esos días, sólo me queda la sensación de mucha angustia. No sé donde estuvo. El golpe nos pilló muy comprometidos en nuestras actividades políticas y teníamos claro que no debíamos saber lo que cada uno ha- cía, porque sabíamos lo que venía… El ‘Guatón’ apareció el día 16, yo pensaba que lo habían muerto y no tenía donde llamar para saber qué pasaba con él. Después supe que anduvo en una camioneta acarreando cosas de un lugar a otro y arrancando de las patrullas, de los retenes mi- litares...”98
“Después del golpe de Estado nos perdimos muchos meses, no supe bien en qué estaba el ‘guatón’. En octubre (1974) la situación era compleja y nos citan a un punto en Las Condes, por Colón, y el ‘guatón’ me dejó como su enlace y estábamos encargados de apoyar al regional Santiago”99.
La primera alarma de la debacle que venía sonó para Jilberto y su grupo el día 14 de diciembre de 1974, cuando la DINA llegó hasta el departamento 203 de calle Estado 115, donde vivía el “chico Pedro”, Juan Caldes. “El ‘chico Pedro’ era parte de nuestro grupo y cae después de la casa de Venecia donde la DINA encuentra mucha documentación, nombres reales y direcciones”100.
La seguidilla de detenciones, seguidas de torturas atroces llevó a la DINA hasta Jilberto Urbina. El día 6 de enero de 1975, salió de la casa de su padrino cerca de las 9:00 Pft. con destino al barrio Estación Central, donde acostumbraba a fijar los puntos con su enlace, desafor-

97 Entrevista a Hugo Salinas Farfán.
98 Entrevista a Ángeles Álvarez.
99-100 Entrevista a Hugo Salinas Farfán.
 
tunadamente, él había caído tres días antes. “A mi me detienen en una casa de seguridad de mi familia. El ‘Guatón’ cae en un punto que tenía conmigo y con el chico Herbit Ríos Soto en el barrio Las Rejas”101.
Dos horas más tarde, cerca de 15 agentes de la DINA armados irrumpieron violentamente en el domicilio de Víctor Vélis, “el padrino de Pato que nos había refugiado porque no teníamos casa ni plata para arrendar”102. En un momento y después de confirmar las identidades de los moradores de la casa, preguntaron quién era “Ángeles”. Al responder ella, la tomaron y la condujeron a la pieza que ocupaba junto a su mari- do. Allí debió mostrar todas sus pertenencias a los agentes. Un dinero que poseía le fue arrebatado y entregado a la mujer que andaba con ellos, “la Carola”, y la hicieron llenar un bolso con su ropa y la de Jilberto. Un agente joven, rubio, de bigotes preguntó a Ángeles Beatriz cómo era su marido. Cuando ella le dijo que era corpulento, de más o menos 1.85 m. de estatura, respondió que ya debía estar midiendo alrededor de 2.10 m., haciendo burlas por la tortura de los colgamientos. Otro agente que ha- cía de jefe y tenía unos 38 años de edad, de regular estatura, lentes ópti- cos, sin un diente delantero superior le confirmó que Patricio había sido detenido cerca de las 21 horas. Al terminar el allanamiento la subieron a una camioneta Chevrolet C-10, roja, con toldo y la trasladaron hasta “Villa Grimaldi”.
Jilberto fue visto por Ángeles en el centro de torturas “Villa Gri- maldi”, “Al principio lo vi muy mal, con la cara hinchada, amarrado de pies y manos… me quería morir. Era espantoso cuando escuchaba ‘a esos hay que repasarlos’ y comenzaban los gritos, las súplicas, el dolor. Des- pués estaba mejor, más repuesto, lo digo porque había otros que estaban con el brazo amarrado con trapos a modo de vendas o cojeaban”103.
Hugo Salinas pudo ver el momento en que fue sacado Jilberto: “A los cabros se los llevan a fines de enero. Jilberto, a pesar de que las tortu- ras habían sido terribles, iba tranquilo, se veía bien. El que estaba mal era Claudio Contreras porque le habían quebrado el hombro. A nosotros nos detuvo y nos tortura Cesar Godoy y Fernando Laureani ftaturana, el ‘ftuñeca’ y la ‘Chica Teresa’”.
Jilberto fue trasladado sin destino cierto el día 25 de enero de 1975,
junto a él iban Luis Piñones Vega, Carlos Guerrero Gutiérrez y Claudio Enrique Contreras Hernández.
En la conferencia que realizaron cuatro detenidos en febrero de 1975, Jilberto Patricio Urbina Chamorro aparece mencionado como “preso”, sin embargo, en julio de 1975 apareció en la lista de 119 chile- nos desaparecidos que fueron publicadas en el diario “O’Dia” de Curiti- ba y Revista “Lea” de Buenos Aires, ambas publicaciones aparecidas en esa sola ocasión.
La causa 2182- 98 por Operación Colombo, Aedo y otros, entre las que se encuentra el caso por secuestro y desaparición de Jilberto Patricio Urbina Chamorro, se encuentra en estado de sumario, hay 84 militares procesados y es investigada por el ministro de la Corte de Apelaciones de Santiago, Víctor ftontiglio.

Omar Venturelli Leonelli nació el 1º de febrero de 1942. Fue ordenado sacerdote y re- nunció a sus votos por el amor a Fresia Cea, con quien com- partió sus sueños y la ilusión de su único hijo. Su opción por los pobres, lo llevó a sumarse al grupo de Cristianos por el So- cialismo y apoyar sin descanso a los trabajadores del campo
en sus luchas reivindicativas. Eran tiempos en que los trabajadores del campo comenzaban a romper con la vieja historia de atropellos, donde no recibían salario y debían conformarse con las sobras de las cosechas. Eran los tiempos de la Reforma Agraria y las corridas de cerco, a los que Omar apoyaba por considerar que la tierra pertenece a quien la trabaja y que ancestralmente pertenecía a los mapuches. Trabajaba como pro- fesor del Departamento de Educación de la Universidad Católica, sede Temuco, y acostumbraba a enviar a sus alumnos a trabajar a las pobla- ciones marginales para que conocieran el mundo oculto de la sociedad temuquense. Quienes lo conocieron lo recuerdan como un verdadero cristiano.
Fue detenido el 25 de septiembre de 1973, después de presentarse voluntariamente al Regimiento Tucapel de Temuco, luego que fuera re- querido públicamente por radio Cautín. Al día siguiente fue trasladado a la Cárcel Pública de esa ciudad, desde donde desapareció el 4 de octu- bre de 1973. Tanto la autoridad militar como Gendarmería reconocie- ron su arresto, señalando que fue puesto en libertad el 3 de octubre de 1973, información que no se ajusta a la verdad.
Su padre, don Roberto Venturelli, al visitarlo en la cárcel le infor- maron que podía ver a su hijo y lo hicieron pasar al patio de las visitas.
Sin embargo, en forma sorpresiva, le informaron que no le sería posible verlo. Concurrió diariamente a visitarlo, sin poder acceder a él. Sólo re- cibió mensajes escritos por Omar, en los que aparecía su letra y firma, en los cuales indicaba los enseres que necesitaba.
El 4 de octubre, su padre fue informado que Omar había sido pues- to en libertad en la tarde del día anterior. Igual información se le dio en la Fiscalía ftilitar, donde incluso le exhibieron una orden al respecto, copia que también estaba en la cárcel. El fiscal militar del Regimiento Temuco era el terrateniente anticomunista Alfonso Podlech ftichaud, quien había conspirado en la región contra el gobierno de Salvador Allende y amedrentado a trabajadores de las comunidades mapuches que realizaban corridas de cerco en los campos de la zona. Omar Ven- turelli era conocido en la zona por estar vinculado a la recuperación de tierras mapuches, lo que lo ponía en la mira de los terratenientes locales, en especial de Podlech, que colaboraban con los militares.
Nunca más Omar Venturelli fue visto, inútiles resultaron todas las gestiones para esclarecer la suerte corrida por éste en manos de sus captores.
El 26 de julio de 2006, Alfonso Podlech ftichaud fue detenido en el aeropuerto de Barajas de ftadrid, producto de una orden de captura internacional de la justicia italiana, para que compareciera en el juicio iniciado por Fresia Cea en las cortes de ese país, por la desaparición de Omar Venturelli Leonelli. Hasta el cierre de esta edición, en la Corte de Assise- Romana que sigue juicio a Alfonso Podlech ftichaud ha estable- cido su participación en los hechos denunciados y continúa reuniendo antecedentes que permitan condenarlo definitivamente.
En Chile la causa 2182-98 que investiga el ministro de la Corte de Apelaciones de Santiago, Alejandro Solís, por la desaparición de Omar Roberto Venturelli Leonelli se encuentra en estado de sumario.

Miembros de la comunidad universitaria asesinados o desaparecidos
Héctor Patricio Vergara nació el 14 de julio de 1942. Era casado y padre de tres hi- jos. Había estudiado Ingenie- ría Civil en la Universidad Ca- tólica y militaba en el ftAPU. Hasta el 11 de septiembre de 1973 trabajó en la CORFO, siendo miembro del Consejo de Administración de Indisa e interventor de las industrias de
muebles ftartonfy y Galáz. A pesar de los serios riesgos que corría por su activa participación en el gobierno de Salvador Allende, Héctor se quedó en Chile, integrándose a las actividades clandestinas de resis- tencia a la dictadura militar y junto con un pequeño grupo de mili- tantes del ftAPU, se dedicaron a crear una publicación clandestina contra la dictadura militar hasta que fueron detenidos.
Cerca de las 15:30 horas del 17 de septiembre de 1974, agentes de la DINA que llevaban detenido a ftiguel Pedro Anglés Chateau llega- ron hasta su oficina particular ubicada en San Antonio Nº 427, oficina
311. Héctor, que se encontraba reunido con ftiguel Baeza Chaud, se sorprendió al ver a su amigo acompañado de sujetos con aspecto mato- nezco. No hubo preguntas, sólo violencia. Luego del allanamiento los tres detenidos fueron trasladados al centro de torturas de José Domin- go Cañas. Con anterioridad a la detención, la DINA había allanado la oficina.
Cuatro días después de su detención su esposa, la abogada ftó- nica García Vivanco, recibió un llamado telefónico de Patricio que le decía, con voz entrecortada, que le había ocurrido un contratiempo y que entregara los ahorros de la familia, Eº 500.000 a “dos caballeros” que pasarían a buscarlos. ftónica insistió en pedir que le explicara qué

Una luz sobre la sombra - Detenidos desaparecidos y asesinados de la Universidad
estaba sucediendo y donde se encontraba. Patricio sólo se limitó a dar respuestas inconexas, evidenciando estar forzado a darle la informa- ción que sus captores le exigían. ftedia hora después, dos individuos de aspecto matonesco llegaron a la casa de la familia Vergara García, exigiendo la entrega del dinero. ftónica les solicitó reiteradamente que se identificaran y dejaran un recibo, pero rehusaron hacerlo, advirtién- dole que no realizara gestión alguna para ubicar al afectado, ya que ello le significaría asumir riesgos mayores. Al retirarse con el dinero, ftó- nica pudo ver que los sujetos se dirigieron hasta una camioneta marca Chevrolet, color amarillo, sin patente que se encontraba estacionada en una calle transversal.
ftónica García contactó a ftiguel Baeza Chaud, mientras perma- necía recluido en libre plática en el Campo de Prisioneros de Tres Ala- mos y le confirmó que permaneció detenido junto a Patricio Vergara, en Cuatro Alamos.
Patricio Vergara fue violentamente torturado en el casa de José Domingo Cañas, trasladado a Villa Grimaldi y Cuatro Álamos desde donde desaparece entre el 24 y el 26 de septiembre de 1974.
Hoy, la causa que lleva el ministro de la Corte de Apelaciones de Santiago Juan Fuentes Belmar, rol 3.748- ftCC, por el caso por secues- tro y desaparición de Héctor Patricio Vergara Doxrud, se encuentra en estado de plenario y están acusados: el general (R) de Ejército ftanuel Contreras Sepúlveda, Cesar ftanríquez Bravo, Orlado ftanzo Durán, ftarcelo Luis ftoren Brito y Ciro Ernesto Torré Sáez.

Miembros de la comunidad universitaria asesinados o desaparecidos
El DUOC

El Departamento Universitario Obrero Campesino (D.U.O.C.) nace de la mano con la Reforma Universitaria, en 1968. Su fundador fue el primer rector laico de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Fernando Castillo Velasco. Su objetivo era dar educación gratuita a los hijos de obreros y campesinos, remedando lo que hacían las universi- dades de Chile, Técnica del Estado y Federico Santa ftaría que tenían programas dirigidos a los trabajadores y a alumnos de escasos recursos, con formación en carreras técnicas de alto nivel.
El D.U.O.C. tuvo un explosivo crecimiento. Al año de su fundación contaba con una sede y con 475 alumnos. A poco andar, las sedes se tri- plicaron y el número de alumnos creció cerca de un 800 por ciento. Este crecimiento incitó a la Universidad a darle autonomía jurídica y de gestión, aprobando la creación de la Fundación Duoc el 7 de septiembre de 1973.
El vertiginoso crecimiento que tuvo el D.U.O.C. se vio estancado con el Golpe de Estado, debido a la intervención militar de las univer- sidades que también afectó al D.U.O.C., y muchos de sus académicos y alumnos fueron perseguidos y expulsados.
Lo mismo ocurrió con otros centros dependientes de la Universi- dad Católica, como el Centro de Estudios de la Realidad Nacional (Ce- ren), el Centro de Estudios Agrarios (CEA), el Programa de Estudios y Capacitación Laboral (Prescla) que impartía educación recuperativa y capacitación para trabajadores. La dictadura militar justificó la repre- sión a las instituciones educacionales que beneficiaban a los trabajadores y sus familias, argumentando que en estos centros se hacía proselitismo político bajo el signo del marxismo leninismo, según se narra en el libro “Historia de la Universidad Católica”104.

104 Ricardo Krebs, historiador, autor del libro “Historia de la Universidad Católica”.

Tras esta arremetida, comenzaron a disminuir los aportes que la universidad le daba al D.U.O.C., iniciándose la necesidad de autofinan- ciarse con los aumentos constantes en los aranceles de sus alumnos y se dejó de hablar del Departamento Universitario Obrero Campesino, para evitar hacer referencia al carácter público y gratuito que había te- nido la institución comenzando en adelante a ser conocido sólo por su acrónimo D.U.O.C.
La privatización fue completada con la creación en 1974 de la “Fundación Duoc”. Bajo el alero de esta fundación se crean el Instituto Profesional Duoc y se termina con la posibilidad de una educación pro- fesional de calidad dirigida a los trabajadores.

No hay comentarios:


Estadisticas web

Archivo del blog

Mi foto
Iquique, Primera Región, provincia de Tarapacá., Chile